Un festejo lleno de accidentes fue el que se celebró este domingo en la Plaza México donde un novillo por poco llega al tendido al saltar, de salida, la barrera, aunque por fortuna el astado de la ganadería de Raúl Cervantes, tercero de la tarde, se topó con el cable de seguridad y ello lo evitó.
Al caer al callejón, quedó atrapado en uno de los burladeros de donde tuvieron que sacarlo lazándolo, dirigidos por el director operativo de la Monumental de Insurgentes, Mario Zulaica, lográndolo hasta que el animal regresó al ruedo para ser lidiado.
Este fue el hecho más significativo del tercer festejo novilleril, por ser poco común, aunque ya se había registrado algo similar hace varios años, con un toro de La Soledad que se atoró en el burladero de picadores.
Desde el inicio hubo otro incidente, aunque parezca inexplicable, el director de la banda de música, sin que siquiera se hubiese abierto la puerta de cuadrillas, sin nadie en el ruedo, arrancó, ante el desconcierto del público el "Cielo Andaluz", y aunque el juez, las autoridades de callejón le hacían señas, el músico ni se inmutó.
Siguió sonando el pasodoble con el que desfilaron los alguacililos y hasta que regresaron para colocarse delante de los toreros, ahora sí listos para hacer el paseíllo que, musicalmente ya había iniciado, se escuchó el toque de cuadrillas y otra vez el inicio del "Cielo Andaluz" con el inigualable ¡olé! de los aficionados para que comenzara ahora sí el festejo.
El capitalino José María Mendoza paseó la única oreja de la tarde que le protestaron tras su faena al cuarto, un remiendo del hierro de San Marcos que tuvo calidad, y con el que Chema estuvo medianamente bien. Eso sí, la estocada fue arriba y efectiva, por lo que solicitaron la oreja y no todos estuvieron de acuerdo y escuchó protestas en la vuelta al ruedo.
En su primero batalló con un astado áspero y deslucido de Raúl Cervantes, que no le permitió florituras.
El zacatecano Rafael Soriano lució en sus dos novillos con el capote y las banderillas. Más todavía en el quinto, fiel a las enseñanzas de su maestro y mentor, el matador Uriel Moreno "El Zapata".
Con su primero tiene la disculpa de lo deslucido del animal, pero con su segundo, el ánimo le disminuyó al tomar la muleta, comenzó a echarlo hacia afuera y nunca encontró las distancias, pero sí el descontento del público que le protestó su desempeño que terminó con un abucheo cuando no lo pudo matar y oyó, penosamente, los tres avisos. Otro desafortunado detalle de esta tarde de su debut en La México.
También toreó por vez primera en este escenario el saltillense Manolo González, quien, aunque está muy poco toreado, mostró personalidad y sobre todo buen gusto al torear de muleta, en un hecho que agradó al público.
Lo hizo con el sexto, un novillo emotivo, bravo y de buen estilo de Raúl Cervantes que al final mereció un arrastre lento muy en el límite, pero que le permitió a González alargar el brazo, bajar su trazo y sentir los olés del público que se desencantó cuando falló al matar y dejó ahí ir el triunfo, que sin duda hubiese sido de una oreja bien cortada.
Pero los hubiera, no existen.