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Perú: Un gran refugio taurino (II)

Miércoles, 24 Jul 2024    CDMX    Jorge Raúl Nacif | Infografía: LM     
Los méritos hechos en el ruedo tienen un valor especial
Los toreros mexicanos han tenido una positiva aceptación en Perú, convirtiéndose en ídolos y referentes. Paras los espadas nacionales, hacer campaña por aquellos lares ha resultado refrescante y les permite mantenerse vigentes, además de ganarse la vida.

Antonio Urrutia recuerda: "Mi primera corrida fue en 1988, en Cutervo, y salí triunfador. Yo llegué allá por invitación del ahora matador Freddy Villafuerte, hijo del empresario de Acho en aquel momento, a quien invité a una tienta en Huichapan. Fui 15 años seguidos a torear a Perú y fue una época maravillosa. No fui con la intención en realidad de encontrar un refugio, pero así se dio, y Perú me ayudó a poder torear y disfrutar de mi profesión, a la que amo, y claro, capitalizarme, porque andaba yo muy canino en esos tiempos. Además, me sirvió para hacer ruido y hacerme sonar aquí en México".

Fue desde novillero cuando Antonio Bricio actuó en Perú, a finales de los noventa, y en 2002 fue su primera campaña como matador. Y recuerda: "Me di a conocer a nivel nacional actuando en Chota, y ya me salieron contratos. Es una Fiesta con mucha afición hasta en las más pequeñas poblaciones. Siempre estuve muy orgulloso de todo lo que pude lograr allá y, sobre todo, del apoyo y cariño de tantas personas".

Para Michelito Lagravere, Perú fue un genuino oasis durante su etapa como novillero y ya después de matador. Incluso, en Acho se calzó por vez primera el vestido de luces para torear como novillero: "Perú ha sido muy importante para mí y allá he toreado más de 45 corridas. Imagínate, en Lima debuté como novillero con picadores, el 8 de noviembre de 2009, y en esa plaza he toreado en cinco ocasiones. De novillero me encerré justamente en Lima, en lo que iba a ser un mano a mano con Andrés Roca Rey, pero finalmente él no pudo actuar".

"Perú le ha dado una bocanada de aire fresco a mi carrera y la oportunidad de volver a soñar e ilusionarme con ser torero, pues en México me fue muy difícil abrirme puertas. No esperé a que sonara el teléfono; yo salí a buscar, dejando a mis padres y a mi familia. Por tres años seguidos he sido el líder del escalafón en Perú y soy un torero que no falta en las ferias, y esto me ha dado una estabilidad económica. Por supuesto que sigo viniendo a mi país, he toreado algunas corridas aquí y mi sueño es confirmar mi alternativa en la Plaza México. Perú ha sido mi refugio, mi escaparate… y por si fuera poco me dio a mi esposa y a mi hija, que es lo más importante de mi vida", expresó El Poeta.

Antonio García "El Chihuahua", que también ha hecho campañas en el país hermano, expresó: "En Macusani ha sido la mayor altura a la que he toreado, pues este pueblo está situado a 4 mil 300 metros sobre el nivel del mar, que es muy demandante. He ido a torear a varios lugares, como Bambamarca y Trujillo, así como Puquio. Perú en verdad es muy bonito y creo que como torero es algo que tienes que vivir. Desde la primera vez que fui, que tendrá unos 15 años, ha habido una evolución muy buena en los toros; percibo cambios muy positivos en las ganaderías peruanas".

En el caso de Israel Téllez, el sentimiento parte de ser agradecido: "La verdad es que yo estoy muy agradecido con el Perú, pues ha estado ahí en los momentos malos y buenos de mi carrera. Yo llegué a torear alrededor de 40 corridas en una temporada de tres meses, y conozco bien la mayoría de las ferias. Perú es una bendición para mí y, hoy en día, para muchos toreros mexicanos, colombianos y hasta españoles. Para los chavales nuevos que están recién alternativados es una opción para abrirse camino y no quedarse parados. Ahí te puedes hacer de un nombre y ganar experiencia. Considero que en la actualidad los medios de comunicación están más involucrados con la Fiesta peruana y se publican más resultados de festejos, no obstante que muchas veces la comunicación es difícil".

Por supuesto no todo es "miel sobre hojuelas", como dice el refrán. Estar en Perú implica una dura enseñanza y al mismo tiempo un reto a superar, tanto como por las distancias como por las altitudes, así como algunas incomodidades, sobre todo en las pequeñas poblaciones, en las cuales no siempre tienes claro qué toros vas a lidiar.

"Yo fui siete temporadas a Perú, y en ocasiones permanecía por allá hasta seis meses y llegué a torear alrededor de 35 o 38 corridas en un año. Fue una experiencia gratificante, y no solo profesionalmente, sino que me ayudó mucho como persona. Yo había tenido enseñanzas con el maestro David Silveti en las que nos manejó mucho la espiritualidad el toreo, y estar en esos pueblos y en esas altitudes -porque hay plazas donde toreas a más de tres mil metros, pues era difícil y a veces tampoco había los métodos médicos, ni ambulancias, en algo que afortunadamente en la actualidad ha cambiado mucho", explicó el matador Antonio Bricio.

Antonio Urrutia recordó que en ocasiones no había agua caliente en los hostales donde se vestía de torero, lo cual “pegaba” más en los inviernos. Román Martínez platica que ha pasado mas de ocho horas en autobuses y combis, en distancias enormes, pero que todo vale la pena por el gran cariño de la gente y la gran afición a los toros que se vive hasta en las poblaciones más pequeñas. (Continuará mañana).


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