En Perú la tauromaquia late a un ritmo especial. El toreo está enraizado en las más hondas tradiciones del sincretismo cultural del país andino. La fusión de las costumbres incas con las españolas, otorga a la Fiesta Brava una forma única en la expresión de un pueblo.
Si bien es cierto que la bicentenaria plaza de Acho de Lima es la punta de lanza de la tauromaquia peruana, hasta en las más pequeñas poblaciones peruanas se vive el apasionante rito del toreo con particular devoción y al año se celebran más de 600 festejos a lo largo y ancho del país, la mayoría formales, pero también tienen cabida los que no lo son tanto.
Quizá por esta razón, Perú se ha convertido en un auténtico refugio para toreros de todas las latitudes, espadas que ahí han encontrado un oasis taurino. Para muchos, mexicanos incluidos, el territorio peruano significa la oportunidad de consolidar una carrera, obtener reconocimiento y, por qué no, hacerse de un capital, saboreando el goce y la dureza que, de manera simultánea, implica ganarse la vida como torero por aquellos lares.
Ya desde hace más de 30 años, el maestro Antonio Urrutia fue uno de los pioneros en abrir camino para los mexicanos en Perú. Entre varios más –pues por allá han actuado muchos espadas aztecas– destacan las extensas campañas realizadas por Uriel Moreno "El Zapata", Antonio Bricio, Israel Téllez, Manolo Juárez "El Poeta", Antonio García “El Chihuahua” y Román Martínez, así como Michelito Lagravere, por citar sólo a algunos de los más representativos.
¿Cómo se organiza la tauromaquia en Perú?
Además de Acho, los escenarios de mayor importancia son Chota y Cutervo, y también destacan localidades como Bambamarca, Celendín, Matara, Macusani, Huancayo, Huamachuco, Arequipa (la tierra del Premio Nobel Mario Vargas Llosa), Paiján, Puquio, San Pedro de Cajas, Pausa, Lajas y Miraflores, así como antes lo era Trujillo, además de muchas pequeñas poblaciones donde el toro es eje central de sus fiestas patronales. Cabe resaltar que hay localidades donde se torea a más de tres mil metros sobre el nivel del mar, en unos bellos parajes rodeados de montañas nevadas.
El reconocido taurino peruano y administrador de Acho, Dickey Fernández, clasifica a los festejos taurinos en "formales", "medio formales" y "no formales". Los primeros son aquellos organizados por empresas taurinas o las comisiones de fiestas designadas por cabildo ante la autoridad municipal. En cualquiera de las dos, están sujetos a controles fiscales y municipales, con cobro de entrada al público.
Los "medio formales" son de donación, que es cuando hay un devoto o un mecenas que generosamente dona los toros y pone el dinero para los toreros, pero hay cierta formalidad y se cobra la entrada, porque con eso se subsanan otros gastos. Los festejos “no formales” son totalmente gratuitos para el pueblo, y aquel que dona un toro, por ejemplo, espera que, cuando a él le toque organizar, los demás le donen también.
"En las corridas formales alternan tres matadores con seis toros, cuadrillas completas y pueden organizarse en cualquier localidad donde haya esas condiciones. Al no haber un reglamento nacional, se utiliza el de Lima como una fuente de usos y costumbres, pero sin que tenga elementos sancionadores, sino solamente para revisar lo que atañe al tema taurino. Las medio formales lo intentan, mientras que las no formales están a base de la costumbre del pueblo que organiza sus fiestas según sus costumbres", explicó Dickey.
Para Antonio Urrutia, "en Perú las corridas son lo máximo, la gente sí sabe de toros y muchas de las personas van también a Acho y están muy empapadas de la fiesta española. Hay plazas de 7, 10 o 13 mil personas, y siempre están llenas, igual que en todos los pueblos. Incluso, te encuentras cosos con ruedos que miden 70 metros de diámetro; otras que son fijas y algunas más armadas, que son auténticas obras arquitectónicas".
El periodista peruano Carlos Castillo explica que "desde la llegada de los españoles, en Perú se organizaron festejos taurinos, cuya afición se fue difundiendo por todo el territorio nacional. Cabe anotar que donde más se arraigó, además de las ciudades de la costa, fue en Los Andes. En dicha región la sensibilidad de los habitantes supo incorporar esta costumbre a su propia cultura, que se convertiría en fiesta nacional, aunque viniera de España".
Plazas llenas y gran ambiente
Las plazas peruanas suelen estar a reventar, con un gran ambiente. Las distancias entre localidades, sin embargo, suelen ser largas y las carreteras muchas veces son de un solo carril o, incluso, de terracería, como recuerda el matador tapatío Antonio Bricio, que toreó mucho en aquel país:
"Los viajes son muy pesados y son horas de carretera, con distancias muy largas. Llegué a estar más nueve horas en carretera, en combi, con la cuadrilla. Tiene mucho también de romanticismo y eso te deja una gran enseñanza. Es padrísimo que antes de llegar a las localidades ves casitas en los cerros donde la gente se va caminando a las plazas de toros, que se llenan a tope, y hay un ambientazo. Existen plazas con aforos de 10 mil personas. La gente es muy apasionada. Yo veo que en Perú la Fiesta está en su mejor momento, y a mí me da mucho gusto por el cariño que le tengo a ese país y a su gente".
El matador Manolo Juárez "El Poeta" explica que "estas distancias y la complicación de las carreteras es debido también a la geografía del país, pues estás en Los Andes y muchas veces no es fácil ni pavimentar, y a esos caminos le llaman trocha. Estos viajes cansados valen la pena, pues los aficionados abarrotan las plazas y es muy bonito darles una alegría. Hay plazas similares a La Petatera –que hacen de palos– como Celendín, otras de palcos, y hay también varias que son monumentales".
Perú es un país, reconoce El Poeta, que abre las puertas a muchos toreros. Esta misma idea la retoma el matador de Yahualica, Jalisco, Román Martínez, que ahora mismo tiene varias fechas por delante en Perú: "Es un país que está lleno de oportunidades para los toreros, hay un número muy grande de corridas y existe una diversidad increíble, pues cada pueblo tiene su tradición y hay diferencias de uno a otro. Para mí, ha sido un marco muy bueno para mostrarme, pulirme y mejorar mi tauromaquia. Torear en los pueblos del Perú taurino me ha dejado sensaciones muy bonitas".
También afirma Román que es un país donde existe gran justicia taurina: "Acá tiene la grandeza de que, si tú estás bien en una corrida, ahí mismo se te acercan organizadores de otros festejos para pedirte tu número de teléfono y hacer contrato para otras fechas. Empezando la temporada, si estás bien frente al toro, toreas bastante, se te abren otras puertas. Y también sucede que, incluso ya con corridas apalabradas, si te va mal, de repente ya no te buscan y no toreas. Es un país donde se valoran los méritos de los toreros y si hacen bien las cosas, tienes muchas oportunidades de torear". (Continuará mañana).