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Fiesta bonita

Sábado, 29 Jun 2024    San Juan del Río, Qro.    De Labra | Foto: Cervantes           
Fauro, El Zapata y Calita, deleitaron al público en San Juan del Río
La segunda corrida de San Juan del Río tuvo todos esos elementos que siempre se antojan para que una tarde salga redonda. Por principio de cuentas, el público, que fue llegando poco a poco a la plaza del Centro Expositor hasta completar una entrada buena, que rozó los tres cuartos del aforo del coso.

En segundo lugar, la entrega de los toreros, que hicieron su mejor esfuerzo por hacer disfrutar a la gente. Y los toros, que, sin ser excepcionales, ni muchos menos, con dos que destacaron del resto, sí que permitieron el lucimiento de una terna de muy diversa personalidad y condición. Con estos elementos, ¿qué más se puede pedir?

Por eso la gente salió feliz de la plaza, luego de haber presenciados tres distintas tauromaquias que se complementaron de una manera adecuada para que el espectáculo fluyera de forma natural hasta desembocar en una merecida salida a hombros de los tres toreros del cartel: el rejoneador Fauro Aloi, Uriel Moreno "El Zapata" y Ernesto Javier "Calita".

El primer toro de la tarde se lesionó y fue sustituido por uno de Javier Garfias que resultó complicado, porque embestía un tanto cruzado y pegaba arreones, tantos que en un par de ocasiones estuvo a punto de llevarse por delante a los auxiliadores de Fauro, los Fernandos, García y López, respectivamente, que tuvieron que solventar la papeleta con afición y oficio.

El joven rejoneador capitalino recibió a este ejemplar con "Mangérico", con el que clavó dos rejones de castigo. Y más tarde, la faena tuvo su momento medular montando a "Favorito", con el que realizó tres quiebros en los que se fue de frente al toro, dándole ventajas y el pecho del caballo, para clavar en todo lo alto, no obstante que el toro era complicado.

Remató su labor clavando tres rosas sobre los lomos de "Manili". Ya cuando tenía cortada una oreja de peso, pinchó tres veces antes de echar pie a tierra para descargar un certero golpe de descabello. El público reconoció el esfuerzo y lo sacó a saludar una ovación.

Una vez concluida esta intervención a caballo, El Zapata se las vio con un toro noble que no terminó de entregarse, pero eso importó poco al veterano tlaxcalteca, que salió a dar espectáculo desde el primer minuto de su actuación hasta el último.

Variado con el capote y las banderillas, más tarde hizo una faena concisa, de recursos, en la que obligó al toro a pasar hasta donde el corto recorrido del de La Antigua lo permitía, y Uriel acabó imponiendo su voluntad en medio de la algarabía de la gente, que disfrutó todo cuanto hizo.

Una estocada eficaz le puso en las manos la primera oreja de la tarde, que quizá debieron haber sido dos, por el esfuerzo desplegado, para no tener que otorgar un rabo un tanto benévolo en el cuarto. Pero así sin las decisiones de los jueces de plaza, muchas veces incomprensibles.

La faena de la tarde, hablando del toreo a pie, desde luego, la hizo Calita al tercero, un toro castaño, bajo y reunido, de muy bonita lámina, que tuvo una gran calidad, aunque poca fuerza, producto de dos destroncadas que se dio al clavar los pitones en la arena de tanto que humillaba.

Y Ernesto, que no había vuelto a torear desde que estuvo en la plaza de Las Ventas de Madrid, lo toreó por nota: temple, colocación, alturas de la muleta y ritmo, para construir una faena de esas que reúnen todo en cuanto a técnica. Pero no sólo fue eso, porque también se gustó y dejó su expresión torera sobre la arena, misma que el público recibió con mucho agrado y le jaleó fuerte sus sedosos muletazos.

Mató de tres cuartos de estocada, un tanto tendida y trasera y, en este caso, el juez consideró que aquello era de una sola oreja. De cualquier manera, esta faena, después del trago de Madrid, con un lote infumable de Baltasar Ibán, son las que devuelven el gusto por torear a los toreros. Y por eso Calita estaba feliz.

El cuarto toro, de rejones, segundo de Fauro, era de pelo salinero ya que tenía los tres pelos –negro, blanco y colorado– distribuidos de manera uniforme en toda su capa, y embistió con bravura y transmisión en una lidia muy vibrante que tuvo mucha conexión con el público.

Fauro comenzó con un rejón de castigo montando a "Chato". En banderillas deleitó al público con "Faraón", con el que galopó de manera ceñida, dejándose llegar mucho al toro, al que clavó tres banderillas con entrega, y rematando las suertes galopando con la grupa, para despertar la admiración de la gente, que vivió con emoción todo cuanto Fauro hizo al de La Antigua, que había brindado a la rejoneadora Mónica Serrano.

Tres banderillas cortas fueron el colofón a una faena intensa y torera una vez más montando a "Manili", con el que ejecutó un eficaz rejón de muerte para tumbarle las dos orejas al toro y dar la vuelta al ruedo en compañía del ganadero Jorge de Haro.

El quinto era un zapatito, por bajo y reunido, enmorillado, y agradable por delante, y El Zapata volvió a torearlo con variedad en el primer tercio, luego de recibirlo con un par de largas cambiadas de rodillas. Más tarde la puso banderillas en distintos terrenos y cuando parecía que el toro iba a dar la pelea en los medios, de inmediato marcó la querencia de las tablas, terreno donde Uriel lo pasó de muleta en una faena que no alcanzó cuotas de emoción tan altas como para haber merecido un rabo.

Sin embargo, la estocada fue soberbia, porque además de la ejecución y la colocación de la espada, el toro salió muerto de la mano. Y tal vez eso influyó en el público, que sí le pidió con fuerza los máximos trofeos, y al juez de plaza no le quedó que sacar el pañuelo verde en medio de la algarabía provocada por unos espectadores muy entusiasmados, que a estas alturas ya habían disfrutado mucho hasta las espontáneas intervenciones de un cantaor que se arrancó tres veces por fandangos, entre la admiración de la concurrencia.

La faena al sexto también tuvo su interés, pues Calita no deseaba salir a pie de la plaza y máxime después de haber cuajado al primer toro de su lote. A pesar de que el toro de La Antigua embestía sin codicia, con la cara alta, tenía nobleza y eso le permitió a Ernesto componer una faena aseada y de buenos pasajes, que remató de una estocada en la recibió un fuerte golpe en el muslo derecho y cayó en la arena sin mayores consecuencias que lamentar.

Esa última oreja, para sumar dos, le valió al Puerta Grande y así se fueron los toreros de la plaza, tras haber compartido con el público una muy agradable tarde de toros. Vamos, una fiesta bonita. Y así da gusto ir a los toros.

Ficha
San Juan del Río, Qro.- Plaza de toros del Centro Expositor. Segunda corrida de feria. Tres cuartos de entrada, en tarde soleada. Cinco toros de La Antigua (4o., rejones) y uno de Javier Garfias (1o., de rejones, sobrero sustituto de uno devuelto porque estaba lesionado), correctos en presentación, manejables en general, de los que destacó el 3o. por su clase y el 4o. segundo de rejones que recibió arrastre lento. Pesos: 450, 460, 470, 470, 490 y 480 kilos. El rejoneador Fauro Aloi: Ovación y dos orejas. Uriel Moreno "El Zapata" (azul celeste y oro): Oreja y dos orejas y rabo. Ernesto Javier "Calita" (verde esmeralda y oro): Oreja y oreja. Incidencias: Al finalizar la lidia del 4o., Fauro Aloi invitó al ganadero Jorge de Haro a dar la vuelta al ruedo.


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