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¿Colombia sin toros? (II)

Jueves, 20 Jun 2024    CDMX    Jorge Raúl Nacif | Foto: Archivo   
El significado de una prohibición que tendrá otras consecuencias
Esta ley prohibicionista, que tuvo como uno de los principales impulsores al congresista antitaurino Juan Carlos Losada, fue votada con 93 sufragios a favor y dos en contra por el pleno de la cámara de representantes. La misma, sin embargo, tuvo su trámite en otra comisión, según explica el empresario taurino Juan Carlos Gómez.

"Lamentablemente en este último año, con un nuevo proyecto de ley que ha sido tramitado en una comisión que no corresponde a nivel de las cámaras de este país, han logrado lo que por tantos años han buscado".

De acuerdo con el ya mencionado Felipe Negret, abogado y presidente de la Corporación Libertad Cultural de Colombia, esta prohibición significa la manifestación del fascismo que busca una única manera de pensar, además de que el toro, al que tanto buscan defender, es el más perjudicado De esta manera lo expresó en una carta enviada a los medios de comunicación:

"Fascismo puro y duro que pretende uniformar a nuestra sociedad, imponiendo sus gustos, sus ideas y su particular forma de entender lo que debe ser una sociedad, donde prima el irrespeto hacia las diferencias y la no aceptación del otro. La prueba reina del despropósito de los mal llamados animalistas es que su hipócrita preocupación por el toro conlleva la desaparición, del territorio colombiano, de una especie animal, el hermoso toro bravo. Se trunca de un plumazo el trabajo de generaciones de ganaderos que con amor y dedicación han protegido un valioso patrimonio genético que hoy votan a la basura".

Para el maestro César Rincón, la máxima figura en la historia del toreo colombiano, la aprobación de esta ley constituye un auténtico atropello a la libre determinación. Así lo externó quien es una auténtica voz autorizada para hablar del tema, en declaraciones realizadas a Radio Caracol hace algunos días:

"Estoy muy triste, no hay palabras para describirlo. Es un insulto, un atropello a la libertad, un atropello a la libre determinación (…). Somos una minoría, pero también las minorías merecen respeto (…): Me pregunto yo, ¿cuántos animales se sacrifican cada minuto para satisfacer nuestras propias necesidades? ¿Qué pasará con los toros? Todos esos animales que nosotros durante años hemos cuidado ahora no lo tienen (…). Ha sido una muerte lenta. Se han ido cerrando muchas plazas de toros, las ganaderías han ido desapareciendo y se ha ido perdiendo la afición. Cuando no hay pueblo, al final no hay nada".

Por su parte, el torero revelación de la actual baraja colombiana, el matador Juan de Castilla, que el pasado mes de mayo lidió con solvencia la corrida de Miura en Las Ventas de Madrid, expresó su disconformidad por todo lo que está pasando en su país.

"Es lamentable lo que ocurre en Colombia. Siento que estamos muy solos y es reprobable que los políticos hagan esto por sus propios intereses y no por el bien del pueblo, porque en realidad hay muchísima gente a la que sí le gusta la tauromaquia; los políticos tomaron esta decisión por sus intereses económicos, que seguramente están apoyados por entidades más grandes. Lo más jodido es que los antitaurinos no van a quedarse tranquilos, sino que van a seguir atacando a otros países. Habrá que ponerles un alto, para que vean que no siempre van a lograr lo que quieren con sus ataques", externó el joven matador. 

En opinión de la periodista Carolina Andrade, los toros son solamente la cabeza visible de un movimiento muy grande de prohibiciones, dentro de un mundo que, al menos en la teoría, pregona la libertad y la diversidad de la inclusión, lo que representa una incoherencia total.

"Los toros somos la punta del iceberg y lo más fácil de atacar. Ellos pueden seguir con sus campañas antitaurinas y es válido, pues todos tenemos derecho a expresarnos, pero prohibir me parece grave. Este es un mundo en el que nos invitan a la inclusión y en el que cabemos todos: quien quiere abortar, quien desea adoptar un niño con dos papás o dos mamás, alquilar un vientre, o hacerse de la religión, condición sexual o anatómica que quiera. Así nos piden educar a nuestros hijos, en la biodiversidad, pero resulta que yo a mis hijas les digo que tienen que respetar todo… pero la única que en el mundo no tiene un espacio es su mamá, que le gustan los toros. Este es un movimiento muy grande y al rato van a prohibir muchas otras cosas", externó desde la más profunda sinceridad. Continuará mañana...


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