El abogado y empresario colombiano Felipe Negret, presidente de la Corporación Libertad Cultural de Colombia, se manifestó en torno a la situación jurídica que atañe a la Fiesta en su país, motivo por el cual emitió un mensaje a los aficionados taurinos, a través de un escrito que se publicó en el portal Tendido 7.
El texto es el siguiente:
"Por primera vez en mi vida, anoche me acosté sin esa hermosa sensación de ser y sentirme libre, todos los días de mi vida llevo en mi mente y en mi corazón a mis padres. De ellos recibí unos valores, unos principios, una disciplina y unas costumbres que me han orientado a lo largo de los años. Llevo en mi mente y en mi corazón la lengua castellana, la religión católica y un patrimonio cultural que se extiende allende los mares hasta nuestra cuna hispánica.
Y, como no, dentro de esas costumbres culturales se encuentra el amor y la admiración por el toro de lidia. Esas tardes, en mi Popayán natal, cuando de la mano de mi padre me encaminaba hacia la plaza de toros hacen parte de los hermosos recuerdos de mi niñez.
Triste pensar que mis hijos, cuando conformen su familia, no podrán hacer con mis nietos lo que mi padre hizo conmigo y que, siguiendo su ejemplo, yo pude disfrutar al llevar a mis dos hijos a la plaza de toros de Santamaría. Allí crecieron, con libertad, descubriendo, entendiendo y amando la tauromaquia. Hoy los taurinos colombianos somos víctimas de unas minorías, claramente despóticas, que se han arrogado la autoridad de decidir que cultura es buena y que cultura es mala.
Fascismo puro y duro que pretende uniformar a nuestra sociedad, imponiendo sus gustos, sus ideas y su particular forma de entender lo que debe ser una sociedad, donde prima el irrespeto hacia las diferencias y la no aceptación del otro. La prueba reina del despropósito de los mal llamados "animalistas" es que su hipócrita preocupación por el toro conlleva la desaparición, del territorio colombiano, de una especie animal, el hermoso toro bravo.
Se trunca de un plumazo el trabajo de generaciones de ganaderos que con amor y dedicación han protegido un valioso patrimonio genético que hoy votan a la basura. Ese esfuerzo por mantener vivos los encastes Santacoloma, Tamarón, Conde de la Corte, Contreras, Murube y tantos otros se destroza y no les importa.
Como tampoco muestran preocupación por el daño ecológico al perderse la protección y el equilibrio ambiental en las grandes extensiones en donde hoy pasta el toro de lidia. No quiero imaginar el sentimiento de los hombres y mujeres que laboran en el campo bravo. De un plumazo les han destruido su vida, su trabajo y sus ilusiones. Que dolor.
No solo se ha dejado de lado nuestra historia y nuestras raíces, también se ha desconocido el precedente constitucional. En varias ocasiones la Corte Constitucional hizo un llamado al poder legislativo para que armonizara dos valores constitucionales enfrentados: la protección animal y las tradiciones culturales. Pero esa armonización no se podía dar por la vía de la prohibición sino por la vía de la regulación. Así se les advirtió a lo largo del trámite de esta iniciativa.
Además de señalar en varias ocasiones, y que constan en las actas respectivas, que el proyecto se estaba tramitando en una comisión que no tenía la competencia para hacerlo. Esa batalla constitucional, que nadie lo dude, la dará el sector taurino. Pero bueno, es el momento de crecerse ante el castigo.
Mi padre también me enseñó que el ser humano no debe rendirse ante la adversidad, los toreros lo entienden muy bien y son fiel ejemplo de ello. Seguiremos en la batalla por la defensa de nuestra cultura, de nuestras tradiciones, de nuestros orígenes, con la esperanza de que algún día "se abrirán de nuevo las grandes alamedas por donde pase el hombre libre".