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La tercera alternativa de Carmelo Pérez

Miércoles, 05 Jun 2024    CDMX    Jorge Raúl Nacif | Foto: Archivo   
La recibió en Toledo y fue la última corrida que toreó en su vida
Fue el 4 de junio de 1931 cuando el siempre bien recordado Carmelo Pérez recibió la alternativa española, acontecimiento que tuvo lugar en la plaza de Toledo, dentro de la tradicional corrida del Jueves de Corpus, y que a la vez significó la última corrida que toreó en su vida antes de su muerte.

Aunque Carmelo, que en realidad se llamaba Armando, ya era matador de toros, en aquella época todavía no eran válidos del otro lado del Atlántico los doctorados concedidos en territorio mexicano, de tal guisa que los toreros, en la mayoría de los casos, volvían a torear como novilleros antes de recibir una nueva alternativa para poder actuar en corridas de toros.

Pero no fue el caso de Carmelo, que se anunció directamente para tomar la alternativa en aquella histórica tarde fue de auténtico lujo, pues recibió la borla de manos de Manuel Jiménez "Chicuelo" y ante el testimonio de Domingo Ortega. Aunque los toros fueron de El Conde de Antillón, el que abría plaza se mató en los toriles y la ceremonia se realizó con un ejemplar del hierro de Terrones, que llevó por nombre "Presidente".

Durante la corrida, que no fue exitosa para el mexicano, se le notó mermado físicamente. En realidad, no había logrado recuperarse del toro de aquel espeluznante percance del 17 d noviembre de 1929, cuando en El Toreo de la Condesa, el toro "Michín" de San Diego de Los Padres, le infirió seis cornadas, la más grave en el hemitórax derecho con desgarro de pleura, herida que le trajo graves consecuencias.

Debido a ello, el hermano mayor de Silverio no toreó en 1930 y reapareció al año siguiente, considerando que la medicina todavía no estaba tan avanzada. Tras la alternativa de Toledo, decidió someterse a una riesgosa cirugía de la "fístula de tórax", para tratar de aminorar las molestias. Y aunque en principio el torero parecería recuperarse bien, su salud siguió quebrantándose hasta morir de una neumonía el 17 de octubre de aquel 1931, en Madrid, a los 23 años de edad.

De una carrera taurina tan breve como intensa, Carmelo Pérez dejó un legado indeleble para el torero mexicano. Una tauromaquia de mano muy baja pero, a la vez, que "asustaba de valiente", dibujaba los primeros pinceles de quien pudo revolucionar el toreo. Asimismo, destacar la influencia e inspiración para su hermano Silverio, que se convirtió en una de las figuras referenciales de nuestro país.

Como dato anecdótico, Carmelo Pérez recibió tres alternativas. La primera le fue concedida por Joaquín Rodríguez "Cagancho" el 13 de enero de 1929, en Puebla, tras torear solo alrededor de 20 novilladas. Sin embargo, renunció a este doctorado y volvió a recibirlo nuevamente de manos del propio Cagancho, el 3 de noviembre del mismo año, en El Toreo de la Condesa. Finalmente, recibió la de Toledo que hoy recordamos.


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