El cartel de toreros sevillanos anunciado hoy en la Maestranza tenía su miga, y a diferencia del año anterior, que fue de seis espadas, la Empresa Pagés confeccionó una terna, por lo que eso siempre será una mejor oportunidad que ir a un toro nada más. Se abarca menos, pero se aprieta más, sobre todo cuando se sale a torear con la disposición que hoy lo hicieron Calerito y Lama de Góngora, que piden paso desde su tierra.
Al contrario de sus compañeros de terna, Ruiz Muñoz, el sobrino nieto del maestro Curro Romero, no tuvo su tarde no obstante que con el soso tercero procuró estar aseado, aunque carente del oficio suficiente para haber estado mejor. Pero con el infumable quinto perdió los papeles con muleta y espada, y en los primeros compases del trasteo hasta se tiró de cabeza al callejón en una clásica "espantá" de las que ya no se ven casi nunca. Así, imposible.
Con apenas dos años de alternativa, y tres corridas toreadas en 2023, Calerito anduvo sumamente desenvuelto, inteligente y centrado, delante del mejor lote de la corrida de Fermín Bohórquez, cuya presencia en el cartel también despertaba interés, ya que, desde hace muchos años, los toros criados en Fuente Rey suelen lidiarse mayoritariamente en las corridas de rejones.
Y aunque el encierro fue un tanto disparejo en tipo y volúmenes, saltaron un par de toros buenos, sobre todo el tercero, que tuvo transmisión y le permitió a Calerito demostrar su frescura. Porque desde el capote toreó con suavidad, haciendo gala de colocación y gracia torera, y más tarde se entendió muy bien con "Noticia", que así se llamaba el toro en una faena estructurada que culminó de una buena estocada para cortar la primera oreja.
Espoleado por Calerito y las circunstancias, Lama, que tiene más años de alternativa en el cuerpo y mucha lucha a sus espaldas (parte de ella en México, pues vivió en Aguascalientes), se fue a los medios a recibir a "Bohemio", un toro que no estaba en el tipo habitual del hierro jerezano, pues tenía los pitones muy blancos y era un tanto recogido de vientre, al que el torero dio esa larga cambiada de rodillas con mucho riesgo, pues el de Fermín Bohórquez pegó un salto y estuvo a punto de arrollarlo.
Una vez en el tercio, Lama le dio otra larga con mucha raza y así mostró una faceta distinta a la que había enseñado en el primero de la tarde, un toro hondo y largo, noble y sin chispa, al que toreó con elegancia a la verónica y luego hizo una faena concisa y de buen acabado, sabroso preámbulo de lo que vendría más tarde.
Ya con ese cuarto, que se dolió en varas, Lama volvió a estar centrado en una faena recia, en la que terminó por torear con poder y sentimiento por el pitón izquierdo, siendo el remate de sus naturales de una gran calidad, en los que se dejó el alma.
A pesar de que la estocada cayó desprendida, la limpieza y contundencia con la que ejecutó la suerte, y con la emoción del público a su favor, fue como cortó una merecida oreja que ojalá le abra otras puertas, ya que es un torero interesante en plena madurez como persona y con la ambición a flor de piel.
Calerito sabía que en el sexto podía redondear su triunfo y estuvo igualmente decidido a lo largo de toda la lidia, de la que sobresalió un airoso quite por chicuelinas y una bella media verónica de corte belmontino.
Después se puso delante con mucha convicción y, aunque el toro no terminó de romper, le hizo una faena aseada que agradó al público. Mató de una estocada defectuosa, y un golpe de descabello, en el preciso instante en que sonaba un aviso, y le entregaron una oreja un tanto "paisanera" para verlo salir a hombros por la puerta de cuadrillas.
Dejando de lado esta circunstancia tan propia de Sevilla, siempre tan entreguista con sus toreros, ahí hay otro nombre que serviría para aportar cierta novedad a determinados carteles, en una época en que el "sota, caballo y rey" de las combinaciones promovidas por los despachos de las empresas de las grandes ferias, llega a ser monótona.