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Interesante mano a mano como final de fiesta

Sábado, 27 Ene 2024    San Cristóbal, Ven.    Darío Villafraz | Foto: Montes         
Manuel Escribano y Colombo se enfrentaron en San Cristóbal
La caída de David Fandila "El Fandi" del cartel, ni un ápice hizo mella en el interés del cartel de cierre de la Feria de San Sebastián de esta edición en la ciudad de San Cristóbal, Venezuela, que quedó en mano a mano entre Manuel Escribano y Jesús Enrique Colobo.

Es más, le dejo con mayor atractivo pues enfrentaría en buena lid a dos toreros de similares condiciones, que no se dejaron nada en el hotel para agradar a un público que hizo el milagro de una extraordinaria entrada a los tendidos, casi rozándose el lleno, la mejor noticia de la feria.

Para ello influía también el día, los ánimos, y en especial, las ganas del aficionado y taurino en general de pasarla bien ante un cartel de espadas banderilleros que asegura emociones.

Escribano–Colombo, puede que se haya convertido en un cartel novedad para estas plazas ávidas de toreros que generen interés y así mismo arrastren público al tendido. sin mucho pensarlo, pues reúne dos toreros con la emoción como premisa y en especial variedad en su repertorio, tal y como se dejó en evidencia a lo largo de la función, en cada uno de los toros y muy puntualmente en cada una de los momentos que compartieron en el ruedo, que fundamentalmente sería en el tercio de rehiletes, donde dieron rienda suelta a pares de rehiletes de todas las facturas, lo que mantuvo el interés de los presentes de principio a fin.

Abrió plaza un Manuel Escribano al que tuvo que pasar a primeras instancia un animal de corto recorrido y endebles fuerzas, por ambos pitones, lo que hizo de esta insulsa ante el criterio general de quienes se dieron cita. Compartieron tercio de banderillas Escribano–Colombo, en tercio florido de condiciones y caballerosidad de ambos coletas, con su particular estilo. Pero el toro marcaria el “freno de mano” desde un principio lo que no dejó mayores opciones a Escribano que justificarse, despachándole de estocada entera, trasera y tendida.

Su segundo fue el más generoso en cuanto a recorrido, en especial por el lado derecho, donde se decantó en sacarle los mejores momentos de lucimiento, llevándole a media altura, cuidándole y sobándolo para que no se aburriera el pupilo de don Jesús Riera. Previamente se había lucido con el capote en quite por chicuelinas templado, e igualmente en banderillas Manuel se dejaría ver en tres pares de exposición y facilidad al clavar. El espadazo traserito y tendido, valió para que se le premiara con generosidad de las dos orejas, por un palco presidencial que no del todo estuvo a tono con medir y cualificar lo acontecido en el ruedo.

El que cerraba su lote, literalmente no sirvió ni para poder justificarse Escribano, pues tras el puyazo recetado se paró literalmente, por ninguno de los pitones hubo opción, por lo que el desencantó del rubio coleta no fue menos. El certero volapié, en todo lo alto, valió para que se le enviara sin pena ni gloria a las mulillas, y con tras ello solicitar el escurrido y cariavacado sobrero, animal que seguiría la tónica de sus hermanos anteriores, con el aliciente de casi Escribano montársele en los pitones, por intentar lucimiento de cara a la galería. Nuevamente el volapié tendido y traserito surtió efecto, para de esta manera cortar una más que cariñosa orejita de consolación, así de simple.

Jesús Enrique Colombo ha salido desde el minuto uno del festejo con el cuchillo entre los dientes, así se puede sacar análisis a lo que ha sido el contexto de la tarde, la misma que contó con una faena ante su primero del lote, donde apostó por no dejar resquicio alguno a que el toro se viniera abajo, a pesar de marcar prontamente querencia a tablas, donde se fue hacer faena de muleta y extrajo tandas con muletazos de todas las formas y maneras posibles. Anda, que el hombre sacó partido de cada embestida, sosota y a de escasa emotividad lo que hizo que la emoción la colocara el torero de Táriba. La estocada será valdría para el corte de las dos orejas y la posterior inconcebible vuelta al ruedo al toro en el arrastre, cosas veredes diría Sancho…

La faena al que hizo cuarto, anovillado y muy escaso de pitones, fue de nuevo mero paseo para Colombo, al que de nuevo en banderillas se le aprecio con una facilidad insultante. Vino luego con la pañosa un trasteo de cara a la galería, frente a otro toro que se vino a menos y con ello los recursos técnicos de un Jesús Enrique modo “solanera”, para de espadazo trasero cortar una oreja.

Y con el que cerró su lote, con la hora encima, pues tocaba tomar maletas para viajar a México y estar presente en Mérida, de nuevo Colombo se jactaría en hacer lucir en capa y banderillas un toro que se vino a menos, donde la variedad y deseos de agradar vendría a complementar lo que le faltaba al toro, que ya de por sí era bastante. El certero espadazo traserito hizo que doblara el toro y con ello el corte de otra oreja, la cuarta de un botín que le hizo retirarse de la plaza, momentos antes cuando Escribano esperaba lidiar el de regalo, de allí que no compartiera la salida en hombros al final del festejo.

De esta manera culminó otra feria que tuvo sus matices, sus cosas a destacar como otras a censurar. Ya vendrá el momento del análisis respectivo, por lo pronto, me quedo con lo que en la retina me dejaron un Daniel Luque y Emilio de Justo la tarde anterior, que ya es palabras mayores a lo que se vio en el resto del corto serial sancristobalense.

Ficha
San Cristóbal, Venezuela.- Monumental "Hugo Domingo Molina". Tercera y última corrida de feria. Más de tres cuartos de entrada (unas 14 mil personas), en tarde nublada y fría. Siete toros de Los Aránguez, discretos de presentación, parados y a menos en la muleta, siendo premiado con una inaudita vuelta al ruedo. Pesos: 445, 445, 430, 430, 430, 440 y 445 kilos. Manuel Escribano (berenjena y oro): Silencio tras aviso, dos orejas, silencio y oreja en el de regalo. Jesús Enrique Colombo (gris plomo y oro): Dos orejas, oreja y oreja. Incidencias: El toro premiado con la vuelta al ruedo se llamó "Sabueso", número 51, con 445 kilos. Destacaron en la brega Eduardo Graterol y en varas, el medido puyazo de Carlos Álzate al 7o. Actuó como sobresaliente el novillero emeritense Carlos Sulbarán.


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