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Tequisquiapan, honor a quien honor merece...

Miércoles, 24 Ene 2024    CDMX    Juan Antonio de Labra | Infografía: LM   
El famoso nombre vuelve a estar vinculado a sus fundadores
El nombre de Tequisquiapan volverá a verse anunciado en los carteles de toros vinculado a la familia que lo fundo: los De la Mora, concretamente a don Fernando de la Mora Ovando, cuyo padre, don Fernando de la Mora Madaleno, fundó en sociedad con don Carlos Cuevas, precisamente en la ex hacienda de Tequisquiapan, en el estado de Querétaro.

Sin embargo, y para más detalle, la ganadería de Fernando de la Mora a partir de ahora pasará a llamarse Tequisquiapan de Fernando de la Mora, con su mismo hierro (inspirado en el antiguo diseño de la cruz sobre el mundo), así como los colores de su divisa: amarillo y blanco, los mismos de la bandera del Vaticano. Curiosamente, tendrá el nombre más largo de cuantos existen inscritos en la Asociación Nacional de Criadores de Lidia (ANCTL), compuesto por seis palabras que suman un total de 31 letras.

Este hecho se debe a que la ganadería, hierro y divisa de Tequisquiapan, que pertenece al rejoneador don Ramón Serrano, se dio de baja y, por tanto, don Fernando de la Mora solicitó la autorización el consejo directivo de la ANCTL para volver a dar de alta nombre, pero ahora vinculado a su nombre de pila. Y aunque se tenía previsto protocolizar este hecho hasta la próxima asamblea anual, ya recibió la autorización para utilizarlo el próximo domingo en la Plaza México.

Y es que por allá de 1988, don Ramón adquirió el hierro, divisa (verde y amarillo) y ganado de Tequisquiapan de manos de doña Carmen Ovando, la madre de don Fernando, una venta que se hizo por intermediación del ganadero Pepe Chafik. Años antes, en 1984, don "Fer", había debutado en La México con su hierro de Salitrillo, al que luego rebautizó con su nombre pero, sobre todo, con la intención de honrar la memoria de su padre.

Paradójicamente, la ganadería de Tequisquiapan lidió por primera vez a nombre del matador Serrano en la Plaza México en otra corrida de reapertura, la famosa tarde del 28 de mayo de 1989, cuando el coso de Insurgentes abrió sus puertas tras haber permanecido cerrada 398 días, antes de que el Patronato Taurino del Distrito Federal fuera instituido para el rescate de la Fiesta Brava en la Ciudad de México. Ese día se lidió un encierro del que dieron cuenta Manolo Martínez, Miguel Espinosa "Armillita" y David Silveti, que esa tarde causó un gran impacto y se puso en figura del toreo.

Al cabo del paso de los años, la ganadería de Fernando de la Mora Ovando, a la que desde hoy debemos acostumbrarnos a llamar Tesquisquiapan de Ferando de la Mora, se ha convertido en un encaste propio, cuyo interesante banco genético abarca no sólo lo procedente de la línea de San Mateo, que sigue siendo su base, sino los goterones de Coquilla que tenía don Carlos Cuevas hace más de 80 años, sino también el añadido de Santa Coloma, algo de Graciliano Pérez Tabernero, y hasta un piquetito de Patas Blancas, aunque usted no lo crea.

Todo eso, en manos de un gran alquimista de la cabaña brava mexicana, uno de los mejores y más constantes ganaderos que ha tenido México en el último medio siglo, que entiende su ganadería a la perfección, con una sensibilidad tan especial que lo ha llevado a ocupar los primeros lugares del escalafón, gracias a su intensa pasión por el campo y el toro.


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