Pudo haber sido una salida en hombros. Pudo también haber sido el titular de hoy: "Consagración de San Román en Guadalajara", pero no pudo ser así. Las dos orejas del segundo de su lote (el sexto bis) se quedaron en los chatos filos de la espada del queretano.
Desde el nombre del toro, "Buen amigo", homónimo de aquel San Mateo que indultara Manolo Arruza, consentido de la perla tapatía y sus plazas, "El Progreso" y la Nuevo Progreso, aquello pintaba. Al saltar al ruedo, con todo el tipo sanmateíno a cuestas, los ignorantes se inconformaron con su "mexicana" presencia y confundidos lo pitaron injustamente. ¡Es más! Esos parroquianos, ni siquiera le agradecieron el brindis de una faena que San Román, seguro estoy, ya se paladeaba.
Pero… cuando embistió el morito, laaargo, humillado, con soooon, que vamos, como toro nacional, gozamos ¡Todos! del San Román asentado, con dimensión, templado, hasta en ratos, me pareció como transportado fuera de sí.
El ruedo comenzó a llenarse de prendas, el aire con los gritos de torero, torero. Y el queretano… en un mundo al que a todos nos llevaba. Claro, no se perdió ese torero atrevido, que pone las piernas de carnada, como en el primero al que le cortó un apéndice.
Huelga describir la faena. Diego San Román –esto se demuestra en esta y no en otra plaza– ha subido un escalón importante. Como dicen los de otro código postal "en la forma de agarrar el taco, se nota el que es tragón". Hoy vimos un torero que, sin perder la cuerda que lo ha colgado de los carteles, hoy evidenció de lo que es capaz. No olvidarlo: "Los toros excepcionales, nunca son fáciles de torear".
Con el segundo de la tarde, oriundo del tacaño en bravura encierro de La Estancia, como se dijo líneas arriba, Diego encontró que para embestir, se tragaba el anzuelo de sus muslos. La emoción hacia que saltásemos en nuestros asientos. Con un toro gazaponcito, abanto, el valiente espada se entregó a tope. Le tumbó un auricular.
Se trataba de ganar la partida, no de salir a torear. A fe buena que lo consiguió. Enhorabuena San Román. Un agrio regaño al afilador de sus toledanas.
Serio, sobrio, entregado, responsable, estuvo así Héctor Gutiérrez, torero muy querido en esta plaza, ante sus dos ejemplares. Meritorio fue su trasteo, ante un ejemplar que en cuanto se sintió podido, cantó la. Comenzó a frenarse, a de repente intentar colarse. Lo despachó con una entera delantera y dos golpes con la espada corta.
"Costurero", toro que no hizo honor a su nombre, no humilló al bregar el aguascalentense con la capa. Hubo que pegarle fuerte en el caballo. Los debilitos le pitaron injustamente al del castoreño. No se fijaron que, el toro no humillaba, que al salir de la suerte de varas mantuvo hasta el final el hocico apretado. Por fortuna, Gutiérrez abrevió lo imposible.
Qué buen camino lleva el lagunero Arturo Gilio. Perdón Gilio padre, pero no se parece a ti. Es valiente, sí, como tú. Es serio y responsable, sí, como tú. En lo demás es él.
El cuarto de la tarde, primero de su lote embistió fuerte a los montados. Tuvo, como principal virtud, la humillación. Arturo capitalizó dicha condición llevándolo templado, con mando y con dimensión. Falló con la espada, pero su labor fue reconocida con una sólida ovación en el tercio.
El que cerró plaza salió acalambrado de su pata derecha trasera. Se compuso un tanto en varas, pero aun así, el torero hizo de tripas corazón. A pesar de la inconformidad del respetable, se apretó los machos y le dio la vuelta a la tortilla. Cerró su actuación, con manoletinas de hinojos, muy ajustadas en serio. Lástima que pinchara.
Isaac Fonseca hoy vino con los "mengues" (chamucos) de malas. Disposición tuvo. Tan es así que a los dos que le correspondieron en el sorteo, los espero de hinojos en los medios –que no en la puerta– donde pesan de verdad los toros al saltar al ruedo. Recuerden ustedes como el segundo en su viaje natural, pegado a tablas vio al torero y le embistió con gran fuerza.
Lástima que los pupilos de La Estancia, no le hicieron los honores a su criador, don Alejandro Martínez Vértiz Riquelme.
Para el próximo domingo 26 de noviembre, la empresa anuncia a las 16:30 horas, frente a un encierro de Bernaldo de Quirós, la despedida de esta plaza, del último revolucionario del arte del toreo a caballo: Pablo Hermoso de Mendoza, que comparte cartel con su hijo, Guillermo Hermoso, y la joven promesa del rejoneo mexicano, Fauro Aloi, triunfador de esta plaza.