Parecía que no habría triunfos hoy, de la primera mitad de la corrida de aniversario de la plaza monumental "Vicente Segura", y sí, los hubo, aunque algunos devaluados, pero al final, la razón puede ser que fue que la gente que asistió no quiso sentirse defraudada. Pidió con fuerza esos trofeos, aunque estuviera técnicamente en un error, pues Valadez (en el caso de su primer toro), o Ventura (con el rabo), o Fonseca (en su segundo toro, pues la segunda oreja no lo era), los premiara la autoridad, y fuera un festejo triunfal, o triunfalista. Y cómo no, unas con otras, reza el dicho, si la gente no respondió como tal en los tendidos, pues a los que sí fueron, había que complacerlos.
En el renglón ganadero, el segundo del lote de Diego Ventura con el hierro de Marrón, tuvo movilidad y bravura, y tres de los cuatro de Pablo Moreno, contenido, nobles éstos, aunque uno fuera regresado por protestas del público por ser justo de presentación, pero, eso, es cosa aparte.
Diego Ventura no pudo tener mejor reaparición, pero es cierto que merced de su entrega, y del toreo que hace, no podía ser de otra manera. Ha estado preciso, torero, entonado. Con ese segundo toro, que acudió a los cites pronto, le permitieron lucir en galopes a dos pistas y que hiciera un toreo ajustado. Con "Bronce" repitió la dosis de pegarle pases con el pecho de la cabalgadura, como ocurrió con su primero, dejando dos banderillas de frente al estribo, muy aplaudidas.
Le quitó la cabezada, en un gesto de consumación y perfección de equitación, dejando una banderilla a pitón contrario, ante una res entregada, desapareciendo el caballero por la puerta de cuadrillas, cejando a la jaca, que provocó que la plaza se cayera con una sonora ovación. Vino un par de banderillas cortas, en los medios, y un par a dos manos.
Como remate, los Forcados de Pachuca protagonizaron una importante y vibrante pega al primer intento, con Iván MacGregor a la cara, siendo sobradamente ovacionados.
Con el rejón de muerte midió la embestida de la res, hasta tenerlo seguro, dejándolo en lo alto, que lo fulminó, muriendo en los medios y con el hocico cerrado. El público se desbordó y pidió con fuerza los trofeos, aunque es cierto, el rabo no era para tanto, pero hoy, se convirtió en el segundo rejoneador en cortar un rabo en el coso pachuqueño. Dio la vuelta al ruedo al lado del forcado de cara, y arrastre lento para el toro.
Su primero, el que abrió plaza, fue un astado reservón, que apenas acometió de salida, al que le dejó un rejón, atinadamente. En lomos de "Velázquez" prendió a la gente, al realizar galopes a dos pistas, encelando a un astado parado y rajado que apenas salía de tablas y/o de los tercios. Vino una banderilla al sesgo, midiendo bien la embestida de la res. Dejó un quiebro, muy celebrado, sobre todo por su elaboración.
Con "Bronce" estuvo muy torero, entonado, sacando agua de una piedra, toreando con el pecho de la jaca, lo que hizo que el público le aplaudiera con fuerza. Clavó banderillas cortas en los medios, en tanto que los Forcados de Pachuca en dos intentos, no lograron su cometido. Señaló un pinchazo antes de dejar una estocada trasera perpendicular sin efecto, quedando en palmas su labor cuando se retiró a la barrera y pitos al toro en el arrastre.
Leo Valadez saludó con una larga de rodillas en tablas a su primero, que fue avanto y sin fijeza de salida, por lo que abrevió en el saludo de capote. En cambio, el animal fue pronto al caballo, empleándose. Quitó por chicuelinas en los medios, resultando desarmado al momento de rematarlo. Destacó en banderillas Alejandro Rodríguez. Le costó trabajo templar la embestida de un toro que protestó y que llevaba la cara arriba, por el aire que soplaba y que molestó para hacer el toreo. Vino un mejor momento, cuando interpretó medios ayudados, con empaque, porque la res no pasaba completa, y tras una estocada apenas trasera, pidieron la oreja, que no lo era, pero el juez de plaza no soportó la presión y terminó regalándola.
Otra historia fue con el quinto. Valadez dibujó mandiles de salida. El toro recibió un puyazo, empujando, y el propio matador banderilleó, dejando dos cuarteos y un violín, siendo muy aplaudido. Ante un toro que repitió, aunque sin trasmisión, tuvo fijeza y repitió con clase la embestida, lo que aprovechó el torero, sobre todo por el pitón derecho, ejecutando ayudados que el público le coreó, lo mismo que en los adornos. Lo mató bien, con una estocada en lo alto, para cortar ahora sí, una oreja con fuerza.
Esperado, por lo que se ha hablado de él y su temporada en España, está Isaac Fonseca, que remontó, sin amilanarse, que su primero fue protestado al considerar el público que era justo de presentación, y la protesta fue tan ruidosa y marcada, que el juez, que había aceptado en la semana el encierro, terminó regresándolo. Se corrió, pues, el turno, y salió el segundo de su lote programado en el sorteo. También hubo protestas cuando salió al ruedo, pero estas, ahora, terminaron cediendo cuando, en su intervención de capote, interpretó una larga de rodillas en tablas. Recargó en el caballo la res y hubo palmas al picador. Ejecutó un buen par Gustavo Campos.
El torero comenzó su trasteo con un péndulo en los medios, vino otro cambiado por la espalda, terminando por cuajar una faena sólida, siendo la base el valor, ejecutando ayudados con temple, a un toro noble, obediente. El toreo que hizo tuvo empaque, gustándose, rematando con un desplante, entregándose la gente con él. Dejó una estocada en lo alto, pero sin efecto, estando aún más desacertado con el descabello, hasta pasaportar al animal al noveno golpe de descabello, escuchando dos avisos, pero yéndose a la barrera con la entrega de los asistentes, que le tributó una fuerte ovación, y palmas al toro en el arrastre.
Al que cerró plaza, Fonseca lo recibió con un farol de rodillas en los medios, y chicuelinas de pie, en los medios. También hizo chicuelinas, al paso, para llevarlo al caballo, que desmontó al picador. Destacó nuevamente Alejandro Rodríguez en banderillas. Valiente, entregado, Isaac aprovechó las buenas embestidas de la res, que tuvo calidad, en tanto que el torero ejecutó ayudados, así de largos, en tandas que le fueron reconocidas por la asistencia. También hubo muletazos de rodillas, lo que hicieron que el público se le entregara, epilogando su labor con manoletinas ajustadas. Dejó una estocada en lo alto, pero se amorcilló la res, aún así, esperó, hasta que la res se derrumbó, en tablas, cortando así, con fuerza una oreja, y una más, benévola.