Y entonces, como era lógico esperar, aquí no desaprovechó la oportunidad de mostrar su artístico concepto del toreo, fundamentado en la naturalidad y el buen gusto, que en ambas faenas quedó patente delante de dos toros de muy distinta condición, a lo que toreó con mucha solvencia.
Su primero tuvo transmisión y fue el más completo del encierro de Torreón de Cañas; el segundo, manso e huidizo, le permitió hacerle fiestas cuando lo sometió, cosa que no era fácil. De capote, a la verónica, y también por chicuelinas, el de San Fernando toreó al primero previo a una faena vistosa en la que hizo gala de oficio y sitio, amén de esas maneras que gustaron mucho al entusiasta público que casi llenó los tendidos del recoleto coso mexiquense.
Ese trasteo, metido en tablas, tuvo momentos de temple y calidad, aprovechando la embestida del toro hacia los adentros, y como mató de una magnífica estocada, de la que el toro fue a rodar al tercio opuesto sin puntilla, la gente se volcó con el torero y solicitó una segunda oreja que el juez de plaza no tuvo empacho en conceder en medio de la algarabía colectiva.
Sergio Flores había estado valiente y decidido con el tercero, un toro complicado que arrollaba, al que plantó cara con entrega para robarle pases de mérito. A la hora de entrar a matar lo hizo mediante una estocada "a toma y daca" de la que sacó un fuerte golpe en la cara que lo dejó un tanto conmocionado, y que al final le valió el corte de una oreja, la que mostró orgulloso en la aclamada vuelta al ruedo.
El sexto era un ejemplar con más romana de la corrida, un tanto atacado de cuello, de capa espectacular, por ensabanado y capirote, que derribó estrepitosamente dos veces a los dos picadores en distintos terrenos. A partir de entonces, el público tomó partido por el de Torreón de Cañas, y le exigió a Sergio Flores, que había estado acertado con él, y le había tapado la cara en series que tuvieron largueza, no obstante que, por momentos, la embestida del toro no era completamente definida y el piso de la plaza comenzaba a humedecerse con la fina y pertinaz llovizna que cayó desde entonces.
La reciedumbre de la faena quedó patente, pero no había terminado por convencer a toda la concurrencia, sobre todo a ese sector que estaba volcado con el toro, y como el tlaxcalteca se dio a pinchar hasta en tres ocasiones, le cayeron encima de manera un tanto injusta. Pero así suele ser el público de toros, y dicen que "el que paga opina".
Arturo Saldívar venía gustoso a torear esta corrida, consciente de que era importante cosechar un triunfo. Sin embargo, la suerte no estuvo del todo de su lado, ya que su segundo toro, que salió con mucho brío del toril, se partió un pitón en un burladero y fue sustituido por uno que resultó complicado y no le dio muchas opciones de mostrarse tal y como sí lo había hecho en el que abrió plaza, al que le hizo una faena de menos a más. El hidrocálido le buscó las vueltas y le dio muletazos de buen trazo, hasta que el de Torreón de Cañas comenzó a buscar el refugio de las tablas.
Cabe resaltar el valor que le echó para hacer un oportuno quite al picador Jorge Morales, que había quedado inerme en la arena tras ser derribado por el toro ensabanado lidiado en sexto lugar, en una tarde sin la trascendencia que él hubiese deseado.
La empresa de la plaza de toros "Cinco Villas" ya anunció su siguiente corrida, que tendrá lugar el domingo 26 de noviembre, con un cartel cargado de frescura e interés, en el que aparecen los nombres de Leo Valadez, Diego San Román e Isaac Fonseca, con un encierro aún por definir. Ojalá que esta alternativa taurina siga resultando interesante para la afición capitalina.