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Uriel y Fauro cortan una oreja en Pachuca

Sábado, 07 Oct 2023    Pachuca, Hgo.    César Montes | Corresponsal          
Durante la segunda corrida de Feria de este sábado
Uriel Moreno "El Zapata" le puso hoy, a la segunda corrida de la feria de Pachuca, el calor que le faltó a la tarde: muy fría de temperatura, al cortar una oreja que, si bien resultó discutida, por aquello de la colocación de la espada, la gente se le entregó sin condición en los tres toros que lidió (uno de ellos de regalo), no así la que al final le otorgaron a Fauro Aloi, que también, por lo defectuoso que quedó el rejón de muerte, buena parte del público no la aprobó.

De El Payo, que completaba el cartel, entre una situación y otra, pasó de puntitas.

Aunque la entrada pareció haber mejorado en relación a la de la semana anterior, apenas fue sensible ese incremento, y, en esta ocasión, de un público festivo, despistado, quizá desorientado (por decirlo de algún modo), que parecía estar acorde al desprestigio del que se ha hablado por parte de puntuales aficionados locales, que ha vivido en los últimos años el coso pachuqueño. En favor de la gente, es que soportó la tarde airosa, gélida, muy en contra de una de toros.

El hierro de Arroyo Zarco reapareció en este coso con un balance de tres toros buenos y otro tanto de mansurrones, pero que, como fueron lidiados estos últimos en la segunda parte de la función, dejaron cierto desencanto, pero el primero de rejones tuvo calidad, el segundo fue encastado y emotivo, y tercero tuvo movilidad, fijeza y repetición, y que, volviendo al público despistado, no los reconoció cuando fueron llevados al destazadero.

Así, Uriel Moreno "El Zapata" fue el máximo triunfador de la tarde, quien esbozó buenas verónicas. Recibió un buen puyazo el animal, para quitar por navarras, coreadas, y en banderillas dejar un cuarteo, un violín al sesgo, y luego pasó un apuro antes de dejar un quiebro en tablas, siendo muy ovacionado. 

Comenzó doblándose con la res, que bien sabía el torero lo que tenía la res adentro, para entonces cuajarle una faena vibrante, que entusiasmó a la concurrencia, porque trazó ayudados en los que el animal repitió con fijeza y emoción la embestida, sobre todo por el pitón derecho, intercalando adornos y algún desplante, a un burel con contenido, al que despachó de estocada apenas trasera y caída, pidiéndose con fuerza una oreja.

Su segundo, desde su salida, desconcertó a los lidiadores y a la asistencia, que se impacientó, es decir, como si vieran, adivinaran, que tendría poco juego, poco contenido. Lo lidió con el percal. El burel huía los cites, y al caballo se repuchó incluso en el picador de la querencia. Reaccionó como el manso que era en el tercio de banderillas, rebrincando, pero en la muleta, sacó nobleza y se quedó a embestir, repitiendo en algunas ocasiones con fijeza, aunque el diestro no siempre lo templara. 

El animal comenzó a seguir el engaño y entonces el torero no las tuvo consigo para despacharlo de manera acertada, teniendo que descargar varios golpes con el descabello, hasta escuchar un aviso. Para entonces, ya había anunciado el regalo, que quizá, también se precipitó en hacerlo.

El regalo fue un toro bonito, girón, al que saludó con una larga de rodillas en tablas, al que cuando intentó hacerle un quite, la res se desentendió y buscó la barrera. Lo banderilleó espectacularmente con su famoso par monumental, un violín y un cuarteo, no sin antes haber pasado algún apuro al clavar este último. Con la muleta, el animal acentuó más buscar huir, pero, El Zapata, que se las sabe de todas, todas, optó por hacer el toreo de efecto, y para entonces, con un público que se le entregó desde el principio, le coreó todo, lo mismo pases con temple, que algunos sin lucimiento. Lo pinchó antes de dejar una estocada efectiva. Hubo alguna petición de trofeo.

El toro de Zacatepec tuvo las hechuras propias de la ganadería, aunque este más cornalón. Tuvo una salida mostrando poco celo a las cabalgaduras, y Fauro Aloi le dejó un rejón a la media vuelta. El astado fue a más y, entonces, a diferencia de su actitud y voluntad con respecto al que abrió plaza, estuvo más entonado, entregado, dejando dos banderillas de frente, dos a pitón contrario, algunas en los medios, pegando muletazos como se haría la comparación, con el pecho de sus jacas, reconociéndoselo el público. Hubo una en la que prefirió dejarla a silla pasada antes que pasar en falso. Luego vendría un violín, muy ajustado, que le aplaudieron.

Los Forcados de Pachuca no tuvieron suerte en dos intentos, sobre todo porque en el segundo el animal derrotó fuerte, sacando de la suerte a Dante Austria, dejándolo desmadejado.

El rejón de muerte quedó trasero, perpendicular, así como caído y que, por lo defectuoso de su colocación, no era para oreja, pero la familia y despistados la pidieron con fuerza; el juez había aguantado acertadamente la presión, pero terminó cediendo, y entonces, esa petición se convirtió en un sonoro abucheo. Flaco favor, se hacen, luego, los mismos toreros.

A su primero le clavó un rejón a silla pasada, a la media vuelta, sin poder apenas lidiarlo. Ejecutó la suerte a pitón contrario en dos banderillas, pero que no quedaron clavadas. Hubo un par de ellas que tuvieron lucimiento, con las que escuchó algunas palmas.

El animal, franco en su embestida, entregado, se arrancó pronto a los forcados, con un menudito Antonio Sánchez que mostró corazón y que propiamente estaba pegado en el primer intento; tuvo emotividad la reunión, y si no es porque la res perdió las manos por las condiciones del ruedo, fue que se deshizo la reunión. Terminó enmendándolo en uno tercero, Pablo Vázquez, resultando emotiva la pega, así como el rabilleo, a cargo de Dante Austria, siendo muy ovacionados.

El caballero tuvo el desacierto de dejar un rejonazo trasero perpendicular que le hizo pasar fatigas, hasta escuchar dos avisos antes de acertar con el descabello.

Octavio García El Payo enfrentó al segundo, un toro que empujó con los riñones en el caballo y que tuvo calidad, movilidad y emoción en su embestida, repitiendo franco en la muleta. La faena no remontó, pero tuvo detalles al ejecutar tanto ayudados como naturales. Falló con el acero y su labor quedó en aplausos al irse a la barrera.

Con el sexto, un burel espectacular berrendo en sardo calcetero de pinta, parecería que sería el de la faena que el diestro esperaba realizar, pero la res, aunque tuvo fijeza, le faltó voluntad, pues de mitad de faena en adelante, el animal se desentendía luego del segundo muletazo. Lo intentó, pero hubo un momento en que desistió y decidió mejor tirarse a matar, que también marró con el acero como en su primero, hasta escuchar dos avisos.

Ficha
Pachuca, Hgo. Plaza monumental Vicente Segura. Segunda corrida de feria. Menos de un cuarto de entrada (unas 1300 personas), en tarde nublada, fría, y con algunas rachas de aire. Seis toros de Arroyo Zarco (el último lidiado como regalo), correctos de presentación, de los que destacaron el 2o, por su emotividad y transmisión, y el 3o, por su movilidad. Y uno de Zacatepec (4o), para rejones, que cumplió y escuchó algunas palmas en el arrastre. Pesos: 450, 460, 465, 470, 470, 475 y 480 kilos. Fauro Aloi (salmón y oro): Palmas tras dos avisos y oreja con protestas. Uriel Moreno "El Zapata" (grosella y oro): Oreja, palmas tras aviso y ovación. Octavio García "El Payo" (blanco y plata): Palmas y silencio tras dos avisos. Incidencias: tras el paseíllo, la empresa y autoridades locales le hicieron entrega de un reconocimiento al guardaplaza Erminio Cureño Herrera, por sus 30 años de servicio ininterrumpidos, en tanto que a los toreros les fueron regaladas sendas fotografías de ellos, enmarcadas. La función duró tres horas y media.


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