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Viñeta: En un chat...

Martes, 27 Jun 2023    Cali, Col.    Jorge Arturo Díaz Reyes | Foto: Cronicatoro   
Un diálogo imaginario sobre dos maneras distintas de apreciar el toreo
En un diálogo imaginario, Jorge Arturo Díaz Reyes nos presenta el debate entre dos aficionados que entienden el toreo de manera distinta, y es precisamente en la forma de sentir de cada uno donde se ve reflejado lo que la tauromaquia provoca en quienes lo saben apreciar desde el conocimiento de causa. Versiones podrá haber muchas, pero verdades sólo hay una. Aquí está la charla:

–Solo hay una manera de torear.

–¿Cuál?

–Bien.

–¿Cómo es?

–Muy largo explicarlo. Mejor un ejemplo; Morante con "Ligerito" de Domingo Hernández, el 26 de abril en Sevilla. Faena plena, exquisita, unánime de cabo a rabo…
  
–Pero lograr eso es casi un milagro, que requiere la coincidencia de variables poco menos que infinitas. Un torero y una cuadrilla en especial disposición física y mental; un toro propicio en su momento como aquel; un día y un clima como esos; una plaza en estado de gracia...

–Providencial, claro que sí, por eso el auténtico arte de torear es tan raro y caro. Además, hay que ser Morante.

–¿No acepta otra forma?

–No.

–Es reducir el toreo a una sola opción.

–Sí, la perfecta. O qué cree.

–Creo qué el toreo significa mucho más, imperfecciones incluidas. Un ancestral rito trágico, lo definía Unamuno. Metáfora de nuestra larga relación con la naturaleza, la cual recrea filogénicas vivencias emocionales: alegría, tristeza, estupor, amor, odio, solidaridad, pesadumbre, arrobamiento, miedo, enfado, compasión, catarsis…

–Palabrería. Está intentando intelectualizar la cosa.

–Solo tratando de entender. Toro, torero y observador son cada uno seres diferentes, y nunca los mismos, que interactúan en circunstancias cambiantes, afectados por incidencias imprevisibles, abocados a situaciones extremas, irrepetibles, todas de contenido y valorables.

–La única valoración es la belleza.

–Caben todas, es un arte vasto, profundo, riesgoso, cada suerte un albur, cada faena un mundo. Como en la vida, rotundidad, éxito, triunfo, fracaso, derrota, muerte, sufrimiento son eventualidades reales, válidas y cada quién responde a ellas proyectándose como es y como está.

–Muy enredado, mejor ponga un ejemplo, yo ya cité a Morante en Sevilla y quedó claro.

–¿Uno? Tal vez Paco Ureña en Madrid con "Playero" de Victorino Martín el 4 de junio. Faena dura, de valor, dominio y verdad, con la vida en juego a cada trance. Un toro como ese, un torero con tal aptitud y actitud, una tarde y una plaza como aquellas. Conmovedor, significativo, y desafiante. También eso es toreo ¿cierto?

–No. Es barbarie, yo no pago para que me asusten. ¿Acaso lo premiaron?

–Hubo petición, pero negaron la oreja.

–Y además lo contratan poco. ¿No le dije? Hoy torear bien es torear bonito. La única manera.

–Si eso fuera cierto y las orejas prueba, también habría que ver otras "bellezas" que premian cada rato.

–Usted es ordinario, terco y anacrónico.

–Quizás. Uno de los que aún sienten que en tauromaquia la lírica y la épica trascienden la estética.


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