Luis Ramón nació en la capital del país el 18 de agosto de 1952 y desde muy pequeño se aficionó a los toros por haber sido hijo del taurino José Luis Carazo "Arenero", aquel singular personaje que en sus mocedades había sido novillero y, más tarde, se convirtió en comentarista de programas de radio y televisión, concretamente en "Toros y Toreros" de Canal 11, al lado de Julio Téllez.

Así fue como Luis Ramón evocó la figura de su padre, al que guardaba un cariño inmenso y decidió seguir sus pasos en los medios de comunicación, primeramente en radio y más tarde en televisión, tantos en transmisiones en vivo como en programas semanales. Sus primeras apariciones en la radio fueron en el programa "Jóvenes y Toros", que se emitía en la XEX a comienzos de los años noventa. Posteriormente, en otros de Cablevisión, como el que llevó por nombre "A todas luces".

Asimismo, incursionó en la prensa escrita en diarios como Reforma o El Universal, con su columna "Ocho con ocho" y donde últimamente no sólo escribía de toros sino también de negocios, ya que era un reconocido consultor de empresas dada su experiencia en el ramo de las finanzas, habiendo sido, además, Licenciado en Administración de Empresas y Contabilidad por la UNAM, así como profesor del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), donde era muy apreciado.

Su alegre forma de ser le granjeó mucha simpatía en el medio de los toros, amén de su capacidad de análisis y la gracia que solía imprimir a algunos de sus comentarios, siempre hechos con conocimiento de causa y respeto.

Amante de la carrera, que practicaba a diario en Los Viveros de Coyoacán, preparándose para hacer distintos maratones, y de una buena conversación, Luis Ramón, al que algunos llamaban "El Brothy", por ser ésta una expresión frecuente en su conversación, gustaba mucho hablar toros en este lugar de entrenamiento que está ubicado cerca de su casa.

Desde estas líneas enviamos nuestro más sentido pésame a Lorena Canto su esposa, así como a sus hijos y demás miembros de su familia por esta triste e irreparable pérdida, la de un buen amigo y un hombre de bien que siempre estaba dispuesto a ayudar a los demás y que el toro nos puso en el camino. Descanse en paz.