Qué pena que no vino más público hoy a la corrida a beneficio de Tauromaquia Mexicana, porque estaba claro que los ocho toreros del cartel iban a salir a jugársela en aras de justificar su inclusión en este cartel de distintas nacionalidades.
Y tanto los toros de El Junco, como los toreros, dieron un atractivo espectáculo en la Monumental de Aguascalientes, donde Angelino de Arriaga se convirtió en el máximo triunfador al corta las dos orejas al cuarto, bautizado como "Sinaloense".
El torero de Apizaco está puesto y dispuesto, con una encomiable actitud, y no desaprovechó el buen juego del cuarto de la noche, un toro bajito y reunido, quizá el de menor trapío de un encierro parejo en hechuras, en el que saltaron varios toros de nota que permitieron el lucimiento.
Desde que se abrió de capote, Angelino ejecutó una limpia larga cambiada a porta gayola y luego jugó los brazos con cadencia y toreó muy bien a la verónica. Llevó el toro al caballo con gracia y lo dejó delante del picador con un torero recorte, y en ese mismo tenor discurrió la lidia, incluido el vibrante tercio de banderillas que antecedió a la faena en la que colaboró mucho "Sinaloense".
Abandonado a sus sentimientos, tan relajado y abriendo el compás, Angelino se recreó en muletazos largos y templados en los que le exigió mucho al toro, pero a cambio de expresar muchas cosas que le llegaron al público que le coreó los muletazos con fuerza.
Y si no terminó de redondear del toro la última parte del trasteo, que abrochó con unas ajustadas bernadinas, a su favor habría que apuntar que se entregó sin reserva y conectó fuerte con el público, que miró con asombro y emoción una faena con pasajes de calidad.
La estocada, como otras que hubo a lo largo de la noche, fue rotunda e hizo doblar al toro si puntilla, por lo que no dudó el juez de plaza, el matador César Pastor, en concederle dos merecidas orejas que hoy lo han situado como el segundo gran triunfador de la feria detrás de Joselito Adame.
Si esa faena tuvo mucha miga, la de Guillermo Albán, que abrió plaza, no se quedó atrás, pues el veterano torero ecuatoriano sacó la casta y se sobrepuso a una fuerte voltereta, incluido un pitonazo en la nuca que lo dejó un tanto conmocionado. Y en vez de rajarse se vino arriba y demostró que el toreo es hombría y pundonor.
Le trató mucho a ese complicado toro de El Junco en ayudados recios, templados, tratando de taparle la cara y llevarlo muy toreado para evitar que le volviera a levantar los pies del suelo, y así fue como terminó convenciendo al público con una entrega total y un carácter a prueba de fuego, antes de colocar una estocada entera de excelente ejecución, que le puso en las manos una oreja con sabor a Puerta Grande, en medio del reconocimiento popular en una tarde de mucho compromiso en la que demostró ser un profesional a carta cabal.
Y de esa primera demostración de raza torera, se desprendió lo demás, pues quizá sus compañeros pensaron que los toros no iban a dar opciones. Pero, salvo el huidizo sexto, que manseó de continuo en la muleta de un esforzado Sergio Garza, el resto de los ejemplares tuvo maticas muy interesantes.
Luis Bolívar toreó bien con el capote, con empaque y solvencia, y luego hizo una faena breve, estructurada, ante un toro deslucido con el que estuvo sobrado y muy por encima de su comportamiento.
El inicio de faena, andándole con garbo, ganándole terreno, fue uno de los pasajes más toreros de la corrida, amén de otros muletazos asentado, haciendo las cosas con cabeza y calidad, incluida la estocada con la que culminó una actuación que dejó al público con ganas de verlo otra vez.
Juan Luis Silis salió mentalizado a triunfar con el tercero, que fue otro toro noble, y aunque la faena no tuvo redondez, quizá por su lógica falta de sitio, sí que tuvo corazón y empeño, y así fue como, tras una estocada entera, un poco caída, se llevó una oreja que le supo a gloria lo mismo que a André Lagravere "El Galo", que cortó otra luego de una lidia dinámica ante un toro bueno, que se corrió en octavo lugar, y al que invitó a banderillear a Angelino y Colombo en un lucido tercio que corrió por cuenta de los tres.
El torero franco-yucateco estuvo animoso e hizo una faena alegre, con un soberbio cambio de mano que fue una pintura, y si tampoco terminó de redondear, volvió a mostrar sus cualidades y dejó en evidencia que la gente lo mira con agrado.
De haber estado fino con la espada, Jesús Enrique Colombo hubiera cortado la oreja del séptimo, un toro que también tuvo buenas embestidas, sobre todo en el espectacular tercio de banderillas del venezolano, que luego estuvo esforzado en otra faena variada en la que intercaló diversos adornos que gustaron al público hasta que el de El Junco comenzó a cortar el viaje.
El pinchazo que antecedió a la media estocada con la que culminó su labor, le privó de tocar pelo, pero eso no impidió para que la gente, tras reconocer su esfuerzo, lo llamara a saludar una ovación en el tercio.
Otro tanto le ocurrió a Joaquín Galdós con un toro que también ofreció posibilidades de triunfo, y que se corrió en quinto lugar. El peruano comenzó un tanto rapidillo con el capote y se fue asentando paulatinamente para hacer una faena recia y valiente que terminó con una serie de redondos en los que apretó al toro y la gente le respondió con fuerza, aunque al final no le alcanzó para tumbarle la oreja y saludó una ovación tras leve petición del trofeo.
El que no tuvo opción casi de nada fue Sergio Garza, que anduvo correteando con mucha voluntad al sexto de la noche, un toro que manseó en el último tercio y que, al sentirse acosado, embistió en un par de tandas del torero de Monterrey, que luego no estuvo eficaz con la espada y escuchó dos avisos, un resultado que no refleja la voluntad de triunfo que había puesto desde que le dio una larga cambiada a porta gayola en los medios, seguido de otra más, con idéntico arrojo.
Al final de la larga corrida, el escaso público que había en los tendidos salió contento de la plaza luego de presenciar una corrida en la que quizá tuvo la oportunidad de conocer a unos toreros que hoy, en Aguascalientes, se dejaron la piel en el ruedo, tal y como se la dejaron los aficionados que reunieron las 32 mil firmas que, apenas el martes pasado, entregaron en el Congreso de la Ciudad de México, como una iniciativa ciudadana cargada de verdadera vocación por defender a la Fiesta Brava.