Arturo Macías volvió a triunfar en Guadalajara y hoy resolvió la papeleta con su habitual enjundia, para salir nuevamente a hombros al clamor de un público que reconoce su entrega, en una plaza donde debutó de luces, siendo aún novillero, en el lejano mes de diciembre de 2001.
Con esta tercera Puerta Grande en el coso tapatío, el torero hidrocálido se instaló como el máximo triunfador de un ciclo que esta tarde llegó a su fin con una corrida de Arroyo Zarco que tuvo muchos matices y resultó interesante para el público, que no perdió detalle de cuanto acontecía en el redondel.
A diferencia de años anteriores, en que la divisa de Fernando Pérez Salazar ha enviado encierros más parejos en juego, ahora hubo que ir sorteando el juego de los toros uno a uno, sin que los toreros tiraran por la calle de en medio, ya que varios de los toros exigían tener la cabeza despejada y el corazón bien puesto.
Arturo tuvo la suerte de llevarse en el sorteó un primer toro bravo y muy definido de salida, de pelo castaño, una capa clásica en esta casa, que fue el único de los toreros a pie que ofreció verdaderas oportunidades de lucimiento. Y desde que lo saludó con el capote, el hidrocálido buscó hacerle bien las cosas y conectar con el público, una asignatura que tiene sumamente bien aprendida y que, al o largo de su carrera, le ha granjeado importantes dividendos por tratarse de un torero que garantiza el espectáculo casi con cualquier tipo de embestida.
La estructura y solidez de esta primera faena, le permitió a Arturo sacar a flote las virtudes de un toro que metía la cara con decisión, y así fue como consiguió darle tandas templadas, en un palmo de terreno, que emocionaron a la gente. Diversos adornos y los largos pases de pecho, fueron el aderezo de un trasteo sobrio, conciso, que coronó de una estocada eficaz para que el público le concediera la primera oreja de la corrida.
La que le tumbó al quinto fue de mucho mérito, pues el de Arroyo Zarco no era fácil y tendía a quedarse corto por el pitón izquierdo. A pesar de ello, y de que había sufrido un pitonazo que lo dejó dolorido y hasta renqueante de una pierna, Macías le plantó cara en una faena en la que procuró taparle la cara y llevarlo embebido para poderle. Y así fue como terminó por convencer al público de que venía a ratificar lo que había conseguido en tardes anteriores.
A la hora de entrar a matar se fue derecho detrás de la espada, y colocó una estocada casi entera en buen sitio, de la que salió un tanto trompicado del embroque, pues el de Arroyo Zarco "alargó la gaita" -como decían los cronistas de otro tiempo- y le propinó un golpe en el mentón, hecho que le hizo morderse la lengua y salir angustiado del trance.
Consciente de la entrega que había desplegado, el público no dudó en concederle otra oreja, la que le permitió descorrer por completo el cerrojo de la Puerta Grande a la que se fue tras una postrera vuelta al ruedo con una amplia sonrisa de satisfacción en el rostro.
De esta manera, Arturo demostró que sigue su buena rancha que no sólo ha incluido triunfos en este coso en las semanas anteriores, sino en otras plazas importantes del país, previo a su participación en la próxima Feria de Aguascalientes, donde tiene un doble compromiso por delante, con la responsabilidad de aprovechar este momento dulce por el que está atravesando.
Juan Pablo Sánchez tuvo el santo de espaldas, y el lote que le dejaron en el sombrero no funcionó, porque el toro corrido en tercer lugar se rajó desde el inicio de la faena y el otro no acabó de entregarse, un hecho que tampoco fue óbice para que el torero de dinastía se afanara en buscarle las vueltas con mucho empeño a ambos ejemplares.
El tercero apuntó sus complicaciones de salida, mostrando una embestida bronca que confirmó en el tercio de banderillas, donde casi le echa mano a Gustavo Campos al saltar al callejón, luego de haber clavado un primer par de mucha exposición. Fue curioso observar cómo el toro intentó saltar detrás de "Gus" y echarle mano cuando este tomaba el olivo, y alcanzó a golpearlo en el aire, lo que provocó que el gran banderillero capitalino perdiera el impulso y cayera con violencia en el callejón.
Motivado con este subidón de adrenalina y la ovación del público, se repuso para clavar un soberbio par de banderillas que le granjeó una de las ovaciones más sonoras de una tarde en la que también las cuadrillas -picadores y banderilleros- debieron estar muy atentos a la evolución de las embestidas de los toros.
La faena de Sánchez fue muy esforzada, intentando someter al de Arroyo Zarco, que terminó sintiéndose podido desde el principio del trasteo y acabó rajándose y marcando una querencia a la zona del burladero de aviso que está a la izquierda de la puerta de toriles. Y aunque Juan Pablo buscó sacarlo de ahí para ver si conseguía hacerle fiestas en otro terreno, el toro no quiso obedecer su muleta.
Al sexto, que fue incierto en los primeros compases de su lidia, también le plantó cara con valor en los medios, y hubo un momento en que parecía que el toro iba a romper cuando consiguió templarlo con mando y suavidad. Pero aquello sólo fue un breve espejismo que llevó al desencanto al torero cuando se percató que, ni siquiera toreando en la línea y dándole confianza al toro, iba a conseguir meterlo en el canasto.
La actuación de Fauro Aloi habría que calificarla como sobresaliente, pues el rejoneador capitalino toreó con clasicismo y verdad a los dos toros de su lote, en dos faenas distintas, con pasajes de buena doma y toreo templado, amén de que clavó rejones de castigo y banderillas procurando dar los pechos de los caballos en los embroques.
La faena al primero de la corrida, el toro comenzó a embestir un poco cruzado y luego acabó centrándose, tuvo momento importantes en los que Fauro le dio confianza a sus caballos y le ganó la cara con destreza para clavar banderillas en lo alto, antes de estar errático con el rejón de muerte, lo que impidió haber redondeado mejor su labor.
En este toro cuajó una gran pega Hiram Gallardo al primer intento, ya que le dio ventajas al toro, sabedor de que le iba a embestir templadamente, lo que permitió medir mucho la acometida para descolgar los brazos con armonía, en los mismos medios, sin llevar a la "primera ayuda" cargada, sino recreándose en la suerte de una pega de impecable ejecución.
El cuarto fue un toro encastado, que transmitía mucho, y obligó a Fauro a torear con la misma entrega y mayor enjundia, en aras de conectar más con un público que estuvo alentándolo toda la tarde. Los mejores pasajes los consiguió en el tercio de banderillas, donde estuvo preciso en la colocación de los palos y pisando terrenos comprometidos, además de que toreó bien a caballo. Pero una vez más no estuvo fino con el rejón de muerte y perdió la oreja que ya había ganado a pulso.
A este toro estaba claro que no se le podían dar tantas ventajas, pero Carlos Tirado se aventuró a dárselas y se llevó una fuerte voltereta, de la que resultó más golpeada la "segunda ayuda", luego de que el de Arroyo Zarco arremetió con fuerza a los forcados.
Una vez repuesto de la paliza, su hermano René, el experimentado cabo del grupo, sugirió que la “primera ayuda” ahora sí se pusiera "más cargada" para evitar fallar en el segundo intento en que se consumó otra pega que calentó el ambiente y contribuyó a que el toreo a caballo realizado por Fauro, tuviera este complemento de emoción que corrió por cuenta de los forcados.
Así concluyó el último festejo de una extensa Feria de Aniversario en esta plaza tan importante que volverá a abrir sus puertas para celebrar su temporada novilleril del verano, antes de ofrecer las tradicionales corridas de los meses de octubre y noviembre, por lo que, seguramente, será una de las más activas del año, con la trascendencia que siempre ha tenido para la Fiesta de México.