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Bonhomía...

Sábado, 31 Dic 2022    Guadalajara, Jal.    Antonio Casanueva | Foto: Archivo   
Mí tío Luis Casanueva “El gordín”. Un hombre que se caracterizaba
Para algunos de nosotros las corridas de los toros están vinculadas con recuerdos de familia. En muchos casos, la afición se ha transmitido de padres a hijos o, incluso, de abuelos a nietos. Por esta razón hay muchas dinastías de matadores, subalternos, ganaderos, periodistas y aficionados en donde el gusto por la tauromaquia se ha alimentado y enriquecido de generación en generación.  

Las filias y fobias, en ocasiones, se transmiten también a través de lazos filiales. Mario Vargas Llosa cuenta que su familia "se inclinaba por el coraje de Belmonte más que por la ciencia de Joselito por razones algo chovinistas, pues el diestro de Triana estaba casado con una peruana, y, también, porque por una razón inextricable que nunca averigüé, un capote suyo –o supuestamente suyo– había llegado a manos del tío Juan. Ese capote, de oro y grana, era algo así como un objeto totémico de la familia. Se lo sacaba del baúl con naftalina que lo protegía de las polillas sólo en extraordinarias ocasiones, y a mí y a mis primas, los niños de la casa, sólo nos permitían contemplarlo a la distancia, como una prenda religiosa, destinada a la veneración".

Cuando nació Antonio, mi hijo, mi papá le escribió una carta en la que se remontaba a seis generaciones de individuos con el mismo nombre y apellido para explicarle que había tres pilares en donde se soportaban los valores familiares: la religión católica, el idioma español y la fiesta de los toros.  Su padre (mi abuelo) había hecho algo similar con él, cuando era un bebe le regaló la primera edición del libro "Mis veinte años de torero" de Rodolfo Gaona con una dedicatoria que aún se puede leer: "A mi hijito Antonio; deseando que los toros sea su fiesta predilecta".

La víspera de la Navidad nos sorprendió con el fallecimiento de mí tío Luis Casanueva "El gordín". Un hombre que se caracterizaba por la bonhomía. Una palabra nueva en el español, la RAE la incorporó en el 2001. Viene del francés "bonhomie"; es la conjunción de "bon" que significa bueno, y "homme" que quiere decir hombre. Por lo tanto, bonhomía se refiere a aquel ser humano que tiene sentimientos de bondad y que sus acciones afables, sencillas y honradas son valiosas para los demás. 

Las personas que tienen bonhomía se caracterizan por ser sinceros, humildes y empáticos. Es gente que ve por los demás, que respetan las normas y que intentan llevar una vida virtuosa. Esto hace que sean personas queridas y respetadas por los demás. 

"El gordín" había heredado la bonhomía de su padre, el tío Paco, que fue gran aficionado a los toros. Apasionado seguidor de los Silveti: "El Meco" y Juanito. En el comedor de casa de mi abuelita había una foto suya que me impresionaba mucho, en la que ya mayor (o así lo veía de niño), con una boina calzada a rosca, le pegaba un pase por alto a una becerrita en una ganadería tlaxcalteca. De sus hijos, Carlos –quien, por cierto, se debate entre la vida y la muerte– intentó ser novillero. Tenía una clase exquisita. Años después, cuando le daban las tres en los tentaderos, a pesar su enorme panza, dibujaba unos pases de desdén de ensueño.

Que sirva esta nota para mandarle una abrazo a mi tía Norma, a mis primas y a todos los que perdieron a un ser querido en el 2022. Le deseo a los taurinos un próspero Año Nuevo y que Dios reparta suerte. 


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