Otra gran tarde hemos vivido hoy. Así como el domingo próximo pasado la terna nos tuvo en vilo, éste domingo la Nuevo Progreso repitió color.
Un viejo aficionado un día me dijo "Lo peor que puede pasar en una tarde de toros es que no pase nada". Y éste 6 de noviembre pasó de todo… de lo bueno, y de lo no tan bueno, pues hasta el juez de plaza se pasó el Reglamento Municipal –al que por cierto es el más obligado en cumplirlo– por el arco del triunfo. No quiero pensarlo, pero chance ya nos estén llegándonos, los estragos de la edad.
Me refiero al toro de regalo que ofreció Diego Silveti, quien debió haberlo anunciado antes que en el sexto de la tarde, el matador en turno cogiera la muleta para cumplir con el tercio de muerte. Señor Juez, Alfredo Sahagún Michel, la "Nuevo Progreso" –a mucho orgullo– es la plaza más seria de éste país… así deseamos y exigimos que así continúe.
Por el lado positivo: el taurino. Aunque lástima que el encierro de La Estancia careció de la fuerza necesaria para responder a los impulsos de su buena sangre, fue muy fino, mexicano, y bien presentado, sin estridencias. El tercero de ronda fue aplaudido en el arrastre.
En Leo Valadez, para gusto de la afición de México. parece no estar lejana su plenitud. El público de esta plaza, como diría el gitano aquél, lo "jama" requeté bien. No es casual, Guadalajara lo ha visto desde niño, y ha disfrutado ver su crecimiento, como ser humano y como torero. Incluso lo llamó a recibir una ovación al concluir el paseíllo.
Al primero de su lote lo lanceó con verónicas que tuvieron sabor, las que remató al soltar una punta del capote. Cubrió con gracia y solvencia el tercio segundo. Tercio que cerró al meterse entre las tablas, hilarse por ellas y cuartear hacia los medios, en un par que levantó la parroquia de sus asientos. Con la muleta inició con toreo por bajo ligado al cambio de mano y al forzado de pecho. Valadez ha desarrollado creatividad y buen gusto. Estocada entera al primer intento, que le permitió llevar un par de trofeos a su espuerta.
Con el sexto de la tarde, la verdad sea dicha, Leo estuvo al mismo tenor que con el tercero de la tarde; paro falló (raro en él) con la tizona. Escuchó una sonora ovación.
Hay algo en Alejandro Talavante que no le permite (como antaño) conectar su buen toreo con el público. No tengo duda alguna de su buen oficio, de su variedad, de su expresión, de su quietud y entrega.
El primero de su lote fue el lunar del encierro. Talavante tuvo el tino, el buen gusto, de abreviar. "Flamboyán", un bonito castaño cornipaso, precisamente por su falta de fuerza, tuvo un recorrido muy corto. El hispano se fajó, pero no había tela, ni para un pañuelo.
Al cuarto de la tarde lo recibió con verónicas que tuvieron temple y sabor. Inició el tercio de muerte con toreo por bajo con la izquierda. Con este toro, sí pudo mostrarse más. Pudimos entrever a ese torero que tanto nos gusta. Tengo la impresión que él mismo se exige en la búsqueda de formas nuevas en él.
Antes que Leo cogiera la muleta en el sexto de la tarde, Talavante solicitó a la autoridad que le permitiera obsequiar un toro. Saltó a la arena en séptimo sitio un bonito cárdeno oscuro, del hierro de Teófilo Gómez, con el que se ajustó, templó, deletreó el toreo y nos hizo también saborearlo. Remató la obra de una estocada entera, en buen sitio, y paseó una oreja en la vuelta al ruedo.
Diego Silveti pechó con el lote malo, pero no se amilanó. Al contrario redobló entrega, aguante. Se metió, tanto con el segundo como con el quinto de la tarde, entre los pitacos, por lo que emocionó sobremanera a toda la plaza, misma que se le entregó rotundamente.
A la hora de oficiar con el acero, valientemente se jugó el todo por el todo y citó a recibir. Sufrimos cuando pinchó a sus dos toros; porque, fervientemente deseábamos que, luego de la entrega desplegada, recibiera el justo premio.
Al toro de regalo, del hierro de Bernaldo de Quirós, tampoco le sobraron las fuerzas. Silveti pidió al juez su venia cuando Talavante ya toreaba de muleta un toro de regalo. Por momentos, Diego me recordó al Rey David. Por las condiciones de sus dos astados, hoy había que estar ahí, "donde las zapatillas queman", que dice José Tomás. Con una estocada recibiendo, Silveti dejó tres cuartos de ración de acero y cortó una merecida oreja.
Para el domingo próximo, la empresa anuncia dos toros de La Estancia para rejones y cuatro de Santa Inés. En el cartel figuran los nombres del rejoneador español Andy Cartagena y a pie, los aguascalentenses José María Hermosillo y Miguel Aguilar. Me encanta la combinación: dos jóvenes que no podemos perderlos de vista y un gran caballista.