falleció hoy en Aguascalientes, a la edad de 97 años, y tras haber asistido a la corrida del sábado pasado en la Monumental, donde acompaño a la gobernador
que le hizo un homenaje develándole una placa minutos antes del comienzo del festejo, en un sentido reconocimiento a su larga y brillante trayectoria en el ambiente taurina local.
Hace algunas semanas tuvo un problema cardiovascular y estuvo internado en una clínica, y luego de recuperarse de este incidente de salud tuvo oportunidad estar entre los suyos en los últimos días, hasta que su corazón no resistió y falleció en una clínica particular, donde le practicaban una intervención quirúrgica.
Don Alfonso nació en Hidalgo del Parral, Chihuahua, el 13 de diciembre de 1924, y desde joven se aficionó a los toros y llegó a torear festivales como aficionado práctico con sus amigos de generación. También
Estudió la carrera de medicina en la Universidad Nacional Autónoma de México y es especializó en pediatría. Fue director fundador de la Escuela de Medicina del entonces Instituto Autónomo de Ciencias y Tecnología (IACT), hoy Universidad Autónoma de Aguascalientes, de la que fue rector y donde dejó una profunda huella por su calidad humana.
Don Alfonso tuvo trato con toreros y ganaderos, y fue también miembro, conjuntamente con el matador Eduardo Solórzano y don Julio Díaz Torre, de un comité que organizó los seriales taurinos de San Marcos, en los años comprendidos entre 1984 y 1986, siendo ésta feria la que ostenta el récord histórico de más festejos celebrados con un total de 18 corridas de toros.
También incursionó en las letras taurinas con dos obras referentes a toreros de Aguascalientes de gran relieve, como fue el caso de su tocayo, Alfonso Ramírez "Calesero" ("El aroma del toreo") y Rafael Rodríguez ("Rafael Rodríguez: El sentido profundo del toreo"), que vinieron a sumar al título "Galicia, un derrotero sentimental", que habla de su amor por la historia. En 2020 fue designado como miembro correspondiente en Aguascalientes, de la Academia Mexicana de La Lengua.
El doctor Pérez Romo era un hombre educado, sensible y muy agradable, además de que tenía una vasta cultura y era un gran conversador del que siempre se aprendía algo valioso, pues además era un admirable memorista y, sobre todo, una persona muy querida y respetada en el medio taurino.
Desde aquí enviamos nuestras más sentidas condolencias a toda su familia, especialmente a su hijo Juan, amigos, taurinos que lo apreciaban, y a toda la comunidad académica de la Autónoma hidrocálida. Descanse en paz.