Se celebró una clase práctica en la que el protagonista fue Marco Pérez, que se convirtió en la gran sensación de este festival con una actuación completa y rotunda. Marco comenzó por irse a portagayola a recibir al añojo de Jandilla y después le formó un lío con el capote, sonando la banda de música en su honor.
Se lo pasó muy cerca en el quite por gaoneras como prólogo a una faena propia de una figura del toreo. Fue un compendio de virtudes, por cómo entendió al toro y por la seguridad que mostró en todo momento, sin olvidar que su toreo tiene calidad y ajuste, además de un temple innato.
Marco conmocionó a la afición de Sevilla, a la que levantó varias veces de sus asientos y que terminó aclamándole con gritos de "torero, torero". Después de matar de estocada y descabello le fueron concedidas las dos orejas y rabo y al finalizar el festejo lo sacaron a hombros por la Puerta del Príncipe
El toro de Espartaco que abrió plaza estuvo limitado de fuerza y Diego Urdiales tuvo que aplicar temple y suavidad en la faena de muleta. De este modo logró afianzarlo y darle algunos muletazos buenos por el pitón izquierdo, pero sin poder ligar la faena. Mató de buena estocada y fue ovacionado.
José Mari Manzanares toreó bien a la verónica al segundo de la tarde, con elegancia y temple. El toro de Daniel Ruiz fue un buen colaborador y el alicantino compuso una bella faena con especial calidad en el toreo al natural. Mató al segundo intento y cortó una
oreja.
Daniel Luque se mostró sobrado y fácil con el capote tanto en el recibo como en el quite por gaoneras. Picó bien Juan de Dios Quinta y se lució en banderillas Alberto Zayas. La faena fue un dechado de superioridad ante un animal rajado al que Luque obligó a embestir con oficio y seguridad absoluta. Se paró pronto el de Victoriano del Río y esto limitó la faena. Fue ovacionado.
Manso y complicado fue desde su salida el de Domingo Hernández, con el que Juan Ortega dibujó algún lance a la verónica, pero luego no encontró colaboración para hacer nada lucido. Fue muy efectivo con la espada. Ovación.
Pablo Aguado dio buenas verónicas en el recibo al quinto de la tarde. También toreó con temple en el quite. Brindó al padre de Espartaco y templó mucho al astado de Talavante, un animal noble que le permitió sentirse a gusto y dibujar el toreo por ambos pitones. Faena de paladar que fue vivida con deleite por el tendido. Mató al segundo intento y le fueron concedidas las dos orejas.
Diego Bastos toreó bien con el capote al sexto, un novillo de Núñez de Tarifa con muy buenas hechuras. Firmó un bonito comienzo de faena pero el animal se paró y limitó su labor. Aún así logró algún que otro natural estimable y estuvo por encima mostrando entrega en todo momento. Mató de estocada y cortó una oreja.