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La polémica está servida...

Jueves, 08 Sep 2022    Zacatecas, Zac.    Juan Antonio de Labra | Enviado          
El Payo ganó el Escapulario de Plata en medio de la controversia
La polémica, esa maravillosa savia de la Fiesta, quedó servida en Zacatecas. Y si un sector de la gente le pitó a Octavio García "El Payo" cuando recibió el codiciado Escapulario de Plata de la Virgen del Patrocinio, el resultado de la tarde fue la controversia, generada por distintos factores que confluyeron en el redondel del coso monumental.

Porque, al final, se trata de hablar de toros, y todo mundo tendrá su opinión y sus argumentos. Que si el descastado juego de algunos de los ejemplares de Los Ébanos; que si las faenas pueblerinas y poco asentadas de los toreros (ojo, que tiraron de raza para solventar una difícil papeleta); que si los toros estaban muy astifinos; que si el frasco de "rumpún" encontrado en los corrales; que si hubo "mano negra", etcétera.

La mejor noticia hoy en Zacatecas es que sí hubo toros; que la corrida se celebró con normalidad. Y para todos aquellos que lo dudaron, ahí está la muestra de una fecha que será distinta, y quedará en la memoria de una plaza monumental que ya se perfila para su primer cincuentenario, pues se inauguró el 5 de septiembre de 1976.

Si hoy hubo menos "trajeados" de otros años, esos que venían al informe del señor gobernador y después acudían a los toros, liberados del yugo de la corbata, la corrida no fue lo que se esperaba, porque saltaron a la arena dos toros que hicieron cosas de manso, y uno fue devuelto a los corrales cuando volvió la cara a los picadores dos veces, en distintos terrenos. Pero esto no es nuevo. Ha pasado siempre. Y hasta en las mejores ganaderías. El espectáculo taurino es imprevisible, y por eso es tan interesante, por la incertidumbre que convierte a cada corrida en única, con sus respectivos matices y connotaciones especiales.

Decía mi maestro José Carlos Arévalo que todas las corridas tenían una historia secreta, y que era preciso que el cronista tuviera la agudeza para dilucidar dónde se encontraba aquel detalle que podía convertirse en la clave de la tarde y, por tanto, en el asunto nodal del texto por escribir.

Aquí, el secreto no se hallaba en una veta tan profunda, en la oscuridad de una mina, sino más bien a pocos centímetros de la superficie. La feria iba porque iba y se daría a cualquier precio, sin importar ningún amparo alentado desde la extralimitación de funciones de una juez, en un flagrante atropello a la legalidad de la tauromaquia, contenida en leyes y reglamentos.

Y si los toros salieron haciendo cosas raras, se debe a varios factores. Uno de ellos, la inundación de ayer en los corrales, tras la tromba que azotó la ciudad; otros, propios de su conducta, de una ganadería que, si bien es cierto que posee una simiente buena, con sangre de Manolo Martínez, que apuntaba para ser un ganadero de excepción y su temprana muerte truncó su proyecto, hay que considerar que tiene pocos años en manos de la familia Haces y que se encuentra en una fase de reestructuración genética.

Hay tardes buenas y malas. Toros bravos, mansos, deslucidos, inválidos o reparados de la vista. Por eso es tan difícil este asunto de la ganadería de lidia, tan complejo. Está cargado de misterios que ni siquiera los criadores más experimentados sabrían explicar con certeza, sin temor a equivocarse.

Sin embargo, y dejando de lado todas estas circunstancias, habría que reconocer el esfuerzo de montar una feria de diez festejos; de dar certeza al aficionado al haber abierto las puertas de la plaza; de demostrar ambición por afrontar con valor la amenaza prohibicionista. Eso es lo que importa. Lo otro es comidilla de redes sociales, ahí donde es fácil escudarse en un foro y, muchas veces, criticar sin haber asistido a la plaza.

Arturo Macías, Fermín Rivera y El Payo, salieron a dar la cara. A sobreponerse a la adversidad de un ruedo que había quedado sumamente húmedo y resbaladizo por la tormenta, y de unos toros a los que quisieron hacerles fiestas para ver si conseguían revertir el ambiente enrarecido que se percibía en los tendidos. Y eso habría que haberles agradecido, al margen de sus cuestionables procedimientos.

La feria sigue. Mañana habrá otra corrida; otra ganadería; otros toreros, tal vez otro público, menos crítico y más benévolo. Quién sabe. Y si el que paga tiene derecho a opinar, y eso es indiscutible, habrá de hacerlo desde la responsabilidad y con el ánimo de ver las cosas de una manera más positiva, menos fatalista.

La Fiesta no está para que le receten medicamentos paliativos. Está viva y hay que alentarla. No hay que rizar tanto el rizo, mirar hacia adelante y acudir a la plaza. Ya saldrá el toro que le devuelva la emoción al público, y el torero que se funda con él en esa subyugante magia que es el arte del toreo.

Ficha
Zacatecas, Zac.- Plaza Monumental. Tercer festejo de feria. Corrida del Escapulario de Plata de la Virgen del Patrocinio. Poco menos de media entrada, en tarde agradable. Cinco toros de Los Ébanos, correctos en presentación, de poco juego y en general. Y uno de Marco Garfias (2o., sobrero sustituto de uno devuelto por manso). Pesos: 472, 470, 468, 470, 500 y 510 kilos. Arturo Macías (azul rey y oro): Silencio tras aviso y palmas. Fermín Rivera (carmesí y oro): Silencio y ovación tras petición. Octavio García "El Payo": (lila y oro): Palmas y oreja. Incidencias: Destacaron en banderillas Francisco García "El Cachorro" y Diego Bricio, que clavaron pares de gran eficacia. Al final del festejo, la empresa le entregó el Escapulario de Plata al Payo, y se dividieron las opiniones del público.

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