No se cansó de repetir que el caballo le importaba poco, porque su predilección verdadera era el toreo a pie, así fue de tajante e intrépida Consuelo Cintrón Verril, que nació en la ciudad chilena de Antofagasta el 9 de agosto de 1922, una mujer muy inquieta que, según dijo, nunca le tuvo miedo a nada y sí, curiosidad a todo.
No era tan común en aquellos años que una mujer nacida en Chile, de padre puertorriqueño y madre estadounidense quisiera ser torera. Su abuela materna catedrática de literatura, su abuelo e ídolo de la infancia, arqueólogo y escritor, formaron un espíritu libre y arrojado que a sus pueriles cinco años recitaba poemas en idioma inglés.
Los habitantes limeños de la época contemplaban con sorpresa a la niña que paseaba con sus animales amaestrados por la calle, en ese entorno donde años después Ruy da Cámara, caballero de alcurnia, amigo de su padre y mentor, le preocupaba el escaso sentido de la responsabilidad de la intrépida mujer que toreaba por puro placer.
El machismo imperante, las dictaduras políticas o lo que hiciera falta, quedaron supeditadas a su insolencia encantadora que le permitió debutar en ruedos hispanos el 23 de abril de 1945 en Sevilla, luego Madrid y Barcelona, al año siguiente la matemática contabilizó 48 festejos, en los que sobresalen 5 patas como parte de sus lauros.
El maestro Chucho Solórzano contratado en Lima, conversó con Ruy da Cámara para que se presentara en México, donde se le bautizó como "La Diosa de Oro", ya con una fama que entre 1939 y 1943 le permitió sumar 211 festejos entre los estados y la capital. Varias tardes al lado del más depurado elenco en el que aparecían Armillita, Lorenzo Garza, Luis Castro "El Soldado", Luis Procuna o Silverio Pérez, entre otros.
Durante esta época protagonizó: "Maravilla del Toreo", filme cinematográfico que utiliza la figura de Cintrón para promover un ideal de hispanidad a partir de una visión refinada del mundo de los toros. Una pieza en la que la música y los bailes dan cuenta de la riqueza del mundo hispánico, allí donde la tauromaquia emerge como una tradición inmutable que hermana los pueblos.
Su amistad con figuras del toreo se concateno al ejercicio literario, sea a manera de homenaje dentro del famoso madrigal que le dedicó el gran el poeta Gerardo Diego, o bien porque supo traducir en refinado español sus vivencias y hondas emociones en : "¿Por qué vuelven los toreos?", amén de que Orson Wells prologó su entrega autobiográfica mezcla de simbolismo y pasión denominada: "Recuerdos", donde hizo gala de una gran agudeza taurina y vital, a través de una pluma refinada, cargada de sensibilidad.
Durante la novena década del pasado siglo volvió al ruedo e hizo el paseíllo en Nimes, para dar la alternativa a la rejoneadora francesa María Sara. Afincada en Portugal, Cintrón se convirtió en agregada civil en la Embajada de Perú en Lisboa y compatibilizó esta actividad con el periodismo.
Dejó de existir el 17 de febrero de 2009 en su casa de Lisboa de un paro cardíaco, a los 86 años, porque así mismo lo decretó con su mente preclara, quiso irse entre los aromas de jazmín y madreselva, en el crepúsculo de sus propias horas, en busca de la aurora, como se va la tarde...