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El comentario de Juan Antonio de Labra

Jueves, 19 May 2022    CDMX    Juan Antonio de Labra | Opinión     
"...Y esa forma de estar en la plaza de los tres, cada uno con su..."
Los tres toreros mexicanos que han participado hasta hoy en la presente Feria de San Isidro, han puesto en alto el nombre de México en la plaza de Las Ventas, y si no cortaron orejas fue por su falta de rotundidad con la espada, que no ha restado un ápice a la entrega desplegada en el ruedo.

Porque desde Arturo Gilio, que abrió el ciclo el lunes 9 de mayo, pasando por Isaac Fonseca el lunes 16, o Joselito Adame hace un par de días, los tres demostraron su capacidad para estar a la altura de las circunstancias, no siempre benévolas, sobre todo para Adame, que tuvo que enfrentar la hostilidad de un sector de la plaza, pero sin acomplejarse en absoluto.

Estaría mal José si, después de 17 paseíllos en Madrid, le afectara ese negativismo y más aún después de manifestar su condición de torero macho y sobreponerse a una pavorosa voltereta cuando el segundo toro de su lote se le vino a al pecho, para levantarse, ponerse en el sitio, y traspasar esa difícil "línea roja", la del "ser o no ser".

Quizá esta sea una de sus actuaciones más épica en Las Ventas, conjuntamente con aquella de la Feria de Otoño de 2013 cuando, a pesar estar fracturado del peroné izquierdo, permaneció en el ruedo hasta dar muerte a aquel toro de La Ventana del Puerto que lo lesionó.

Decía el maestro Pepe Luis Vázquez, el mexicano, al que los toros hirieron con furia varias veces, que mientras el torero pueda sostenerse en pie, su obligación es permanecer en el ruedo y darle muerte, tal y como lo hizo Ginés Marín en la corrida del domingo pasado, a pesar de tener el muslo atravesado, en una muestra de carácter y pundonor.

De eso, finalmente, están hechos los toreros: de una vocación indómita, la que le dictaba a Arturo Gilio que no se fuera para adentro y que diera muerte al novillo de Los Maños que lo hirió la tarde de su presentación en Madrid. Idéntico corazón mostró Isaac Fonseca, que se quedó a un tris de un triunfo grande, pero que dejó constancia de su valía como el novillero puntero del momento.

Y esa forma de estar en la plaza de los tres, cada uno con su personalidad, y en etapas distintas de su vida torera, es lo que aporta a determinadas corridas de Madrid este toque de aire fresco que gusta a la mayoría del público, que ve con agrado a los nuestros, los trata con cariño y respeto.

Ahora sólo falta la comparecencia de Leo Valadez del próximo domingo, cuando llegará a Las Ventas con casi 200 corridas desde que tomó la alternativa hace cinco años.

Y visto lo que han hecho sus paisanos, seguramente ofrecerá una tarde luminosa con su toreo variado y dinámico, así como su juventud a flor de piel, para cerrar una participación que debe hacer recapacitar a las empresas europeas acerca de la importancia de México como una destacada potencia taurina, creadora de toreros con sello propio.


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