Tomás Duffau compareció por segunda vez en la temporada de la plaza "San Marcos", y si hace una semana dejó un buen sabor de boca, hoy refrendó su buen toreo, su estética, pero sobre todo su extraordinario temple.
 
Con su primer enemigo, de nombre "Aragonés" lanceó estéticamente a la verónica y ya con la franela en la mano estructuró una pieza interesantísima, misma que se confeccionó con un toreo largo, lento y templado, probó por ambos pitones, siendo el derecho el más potable, ejecutó una serie de dosantinas muy particulares que calaron en el tendido, después de un pinchazo logró acabar con su enemigo y como premio recogió la única oreja de la tarde.

Con el que cerró plaza, Tomás estuvo muy torero, lamentablemente "Alabador" no presentó condiciones para la lidia, no obstante tanto con el capote como con la muleta el espigado novillero galo dibujo algunos buenos pasajes, al finalizar saludo en el tercio.

Fernando Labastida ha tenido una tarde entre altibajos. Con "Alburero", que presentó complicaciones en la embestida, el potosino logró algunos momentos interesantes, tanto con el percal como con la muleta, destacando su toreo por el pitón derecho. Lamentablemente se puso pesado con el acero y solo saludó en el tercio.

Con el cuarto de la tarde, Labastida buscó agradar, lanceó a la verónica e hizo un quite por tafalleras. Inició su labor muleteril con dos temerarios cambiados por la espalda, mismos en los que "Alabardero" pasó a centímetros. La faena vino a menos y al fallar nuevamente con la espada escuchó un aviso.

El hidrocálido Jorge Didier ha estado muy valiente toda la tarde, con su primer enemigo ejecutó ceñidas verónicas, chicuelinas y tafalleras, con la muleta corrió la mano derecha en varias tandas, mostrando en todo momento valentía y voluntad, con algunos adornos terminó su labor, falló con el acero y escuchó un aviso.

Con el quinto de la tarde, Didier salió dispuesto a jugarse la vida y para ello expuso el físico, primero un ajustado quite por saltilleras y después con la muleta, aguantando los parones del astado, el público se dio cuenta de el peligro en el ruedo y por ello manifestó su angustia, por su parte el menudo novillero no se inmutó aunque en un momento el astado le echo mano prendiéndolo en dos ocasiones, sin mirarse la ropa regresó a la cara de su enemigo, batalló para matar y escuchó palmas.