A partir de una iniciativa que pudo verse cristalizada en el 2014 y cuya finalidad era la concientización acerca de los trastornos del espectro autista (TEA, mejor conocido como "autismo"), fue por la popularidad y voluntad de los taurinos que aparecieron algunos eventos que permitirían ofrecer diversos apoyos a las personas con esta condición.

En dicho entorno, y con el impulso del matador retirado Gerardo Gaya, promotor de estos eventos, ganaderos y matadores coincidieron en el cortijo de "El Salitre" de Querétaro para celebrar un festival que resultó exitoso.

Con la participación de diferentes hierros, en la que los ganaderos obsequiaron sus ejemplares, partieron plaza los hermanos José y Javier Funtanet; y a pie José Antonio Ramírez "El Capitán", Antonio Ferrera, Alfonso Ramírez "El Calesa", Diego Silveti y el aficionado Patricio Pons.

El guanajuatense de dinastía, Diego Silveti, resultó ser el máximo triunfador del festejo; se acopló al estilo de un novillo de La Antigua (donado por Jorge de Haro, como todos los ejemplares del festival), que no terminaba de pasar completo. Pero a base de porfiar, logró sacarle templadas tandas que calaron en el tendido. Mató recibiendo y el cónclave insistió hasta que el juez sacó los dos pañuelos para premiar de dicha manera a Diego.

Pero vayamos a lo que sucedió desde el inicio… los caballistas, también de dinastía, brillaron en una armoniosa faena por colleras; el novillo fue perdiendo fuerza conforme avanzaba la lidia y al final les complicó culminarla como hubiesen deseado. No obstante, el público supo aquilatar el esfuerzo de los jóvenes y pidió el primer premio de la tarde, oreja que el juez Manolo Garrido les entregó.

José Antonio Ramírez "El Capitán" estuvo muy bien con el capote ante un novillo de Santa Fe del Campo, que llegó a la muleta regateando las embestidas por el pitón izquierdo, pero por el derecho le permitió torear con su consabida naturalidad y empaque, en una faena que fue del agrado de la gente. Para su mala fortuna, pinchó hasta en tres ocasiones; hecho que no obstó para que fuera ovacionado en el tercio.

El espectáculo cobró color, en el mayor sentido de la expresión, con Antonio Ferrera; desde que pisó el ruedo exhibió un capote muy a tono ─literalmente─ con el propósito del festival, pues era de color azul; el mismo que días antes había utilizado en la Feria de Fallas de Valencia. 

A leguas se notaba que venía a disfrutar el toreo a su más puro estilo, y el extremeño brilló con el capote y también cogió las banderillas para adornar el morillo del ejemplar de Jaral de Peñas. Disfrutó lo que, además, sabía que era para ayudar a una noble causa. Para su mala fortuna, no pudo acertar con el acero tras intentar la reunión citando de largo; el público terminó por ovacionarlo.

El que tuvo, retuvo… ¡qué duda cabe! Así que Alfonso Ramírez "El Calesa" llegó a El Salitre para mostrar su clasicismo y expresar su forma de sentir el toreo. Enfrentó un novillo de San Pablo que le permitió estar a gusto, y él supo templar las embestidas y así, la dupla toro-torero ofreció una pieza de efímero arte de ese que siempre han atesorado los Calesero. Lamentablemente, otra vez, el acero, impidió el corte de orejas. Pero ahí quedó eso, señores.

Cerró plaza el aficionado Patricio Pons con un ejemplar de Peñalba (ganadería hermana de Bernaldo de Quirós), y fue toda una revelación, más si consideramos las condiciones de un novillo al que le faltaba recorrido, especialmente en la muleta. Pese a ello, El Pato mostró su toreo reposado, con sabor añejo. Tras una estocada entera, un sector del público pidió la oreja… digno colofón a la noche que caía sobre el albero queretano y con al que se pretende crear conciencia sobre el autismo.

Y así fue como, una vez, más el toreo se vistió de azul para esta noble causa, demostrando con este gesto su solidaridad para ayudar siempre que es necesario.