Poco faltó para que la plaza de toros de Moroleón se llenara en un festejo fuera de feria y atípico para la fiesta brava en esta localidad, sin embargo, la afición respondió para ver a Pablo  Hermoso pero al final el que dio la nota fue el guanajuatense Israel Téllez.

El torero de la tierra dejó muy en claro que está puesto con el toro, con sitio y anda muy valiente. Con su primero se dejó ver variado de capa lancendo aseadamente a la verónica y ajustado por chicuelinas, después de varas, bien con los garapullos y muy bien en el terció mortal.

Con un toro débil y aplomado, el torero fue quien le embistió pisándole los terrenos y dejándose llegar mucho los pitones en una faena de poder, entrega y bellas estampas toreras, los muletazos largos escasearon, pero no fue factor para que Israel mostrará el sitio y los deseos de triunfo. Con la espada cobró una certera estocada para dos inobjetables orejas.

Con el que cerró la tarde, pasó sin mucha fortuna en los dos primeros tercios, pero se superó enormidades con la franela pues  se encontró con un buen ejemplar de Villa Carmela, bravo, emotivo que acudía pronto y noble al cite del torero que lo aprovechó al correr la mano en muletazos largos, tersos y templados.

Llegaron las poncinas ejecutadas rozando la perfección ante la entrega del respetable en el momento más emotivo de la tarde. Gran ejecución al tirarse a matar para consumar un triunfo rotundo con las dos orejas y rabo.

Certero pero poco lucido estuvo el rejoneador navarro Pablo Hermoso de Mendoza con su primer astado, un toro que comenzó emotivo y con gran acometida a la jaca torera del español, sin embargo, pronto se le acabó el gas agarrándose al piso, por lo que el caballista tuvo que hacerlo todo, aún así logró momentos atractivos para el respetable, al final señaló un pinchazo y después medio rejón de muerte para recibir una oreja.

Con su segundo las cosas no le han rodado del todo bien, el quinto de la función taurina no ha sido cómplice del español que se desbordó en deseos de triunfo, pero el toro no tenía bravura y su acometida fue nula, Pablo le buscó el modo pero fue imposible ver su maestría a cabalidad. Mató de rejón de muerte defectuoso y saludó desde el tercio.

Alejandro Martínez Vértiz tuvo una tarde para el olvido, ya que enfrentó dos toros con los que no se acopló, y tampoco él hizo esfuerzos por agradar.

Con el que abrió plaza se vio obligado a abreviar debido a la poca fuerza del toro. Y en el cuarto se mostró un tanto apático, y sin el mínimo requerido para estar en la cara del toro, que tenía buena condición. Al final escuchó un aviso después de sus reiterados fallos con la espada.