Para el empresario Mario García Rojas, tener que cancelar el certamen novilleril de Puebla debe haber sido una decisión difícil. Pero dinero manda y, apenas celebrados los dos primeros festejos, las cuentas ya arrojaban pérdidas millonarias.
Todo el esmero puesto en la organización, tanto remar a contracorriente contra los obstáculos interpuestos en su camino por quienes dicen amar la fiesta y sólo medran con ella, pero también por autoridades que en un día no lejano se manifestaron dispuestas a apoyarla en estos duros tiempos de pandemia universal y generalizado acoso taurofóbico tuvo que terminar así, abrupta y lamentablemente. El sueño de una feria internacional queda en el limbo (aunque se hable de su posible reanudación "cuando las circunstancias lo permitan"), y con él las oportunidades brindadas a un puñado de aspirantes, así como el propósito de revivir una tradición tan entrañable como alicaída hoy en Puebla, ciudad y región.
¿Qué fue lo que falló?
La propia organización no está exenta de culpas. Volcó presupuesto y afanes en dotar de seriedad los festejos, hurgó en los semilleros taurinos de México, España y Sudamérica en busca de prospectos con posibilidades y no reparó en gastos para conseguir encierros cuyos trapío y encastes ofrecieran garantías. Pero descuidó el rubro publicidad, suponiendo acaso que unas cuantas notas en las redes sociales iban a motivar a un público que, como el mismo García Rojas declaró, estuviese mayoritariamente formado por jóvenes sin antecedentes de afición taurina. Pero ese público hipotético jamás se enteró del reclamo que se le hacía desde los restos de una tradición centenaria cuyas hondura humana y belleza estética las nuevas generaciones desconocen.
Y que, a este paso, seguirán sin conocer.
La Fiesta invisible
n las novilladas del sábado 19 y el domingo 20 apenas unos cuantos aficionados se acercaron a la portátil "La Ronda", medio oculta al fondo de un terreno al que se accede por una vereda estrecha y polvorienta, paradójicamente rodeada por un complejo de negocios gastronómicos de perfil alto, hasta los cuales no llegó noticia alguna de la feria taurina que a pocos pasos de ahí se gestaba.
Testimonio al canto: este columnista tuvo que recorrer minuciosamente toda la zona de "La Estrella" de Puebla antes de dar con "La Ronda!", la placita portátil alquilada a la empresa a un costo exagerado. Y vaya que batallamos, pues ningún aviso visible conducía al lugar, ni apareció por la ciudad el mínimo anuncio publicitario de todo un Certamen Internacional Novilleril
Pasión desvanecida
Omisiones publicitarias al margen, la presencia de menos de cien personas con boleto pagado en los dos primeros festejos del cancelado certamen novilleril –dato de la organización, porque en la plaza hubo más gente, seguramente invitados–, revela no sólo inexplicable inhibición comunicativa sino lo reducido del gueto dentro del cual sobrevive la afición taurina de nuestra ciudad. Una afición que llegó a ser incontenible hacia la década del 90 y primeros años de este siglo gracias a la generosa gestión de José Ángel López Lima, constructor y empresario de "El Relicario", cuyo aforo llegó a verse rebasado en incontables ocasiones.
¿Qué fue de aquellas multitudes ganadas para el toreo? ¿Dónde están? ¿A dónde se fueron?
¿Qué fue lo que sucedió?
Pues sucedió que sucesivos gobiernos –del de Mario Marín en adelante–le arrebataron la plaza a López Lima para ponerla en manos ineptas o de plano desentendidas de sus responsabilidades, y que con acciones erróneas y precarias y sus reducidas y flojas temporadas fueron minando el interés de los poblanos por la Fiesta hasta culminar en la realidad actual, con El Relicario" bajo el control de una empresa que ni hace ni deja hacer. Nos consta, incluso, que García Rojas se acercó a ellos con la idea de realizar su certamen en el coso del Cerro. Y que nunca obtuvo respuesta.
Como decíamos, en 2021, un reducido grupo de poblanos luchó denodadamente para impedir que prospera una campaña encaminada a la prohibición legal de las corridas, propósito orquestado desde la alcaldía local con presencia y asesoría del activismo taurofóbico más radical del país. Durante esos meses de fuerte tensión la empresa de "El Relicario" jamás dijo "esta boca es mía”, pero una vez derrotado el plan abolicionista no dudó en congratularse y prometer una reanudación a todo tren de sus actividades.
Aunque también cabría preguntar: ¿Y qué de aquellos que hace apenas un año se rasgaban las vestiduras ante la posibilidad de que Puebla "se quedara sin los toros"…? Pocos o muchos, habrían bastado para adecentar con su presencia los desiertos tendidos de "La Ronda".
Preocupante
Lo ocurrido demuestra que la tauromaquia atraviesa una situación aún más delicada de lo que se suponía. Los gustos de la gente se mueven hoy en otras direcciones, y sus más que justificadas preocupaciones atienden temas harto acuciantes –la pandemia, la inflación, el desempleo, la política …–.
Y la Fiesta de toros, con todo para ser un reconfortante oasis en medio de la crisis, no acaba de prender como tal porque, primero, nunca consiguió superar la postración que la aqueja desde finales del siglo anterior por obra y gracia de los propios taurinos, con mención especial para la empresa que mal manejó la Plaza México durante 23 años; y segundo, porque el núcleo de afición que va quedando en pie no ha atinado a defenderse del embate brutal de los antis con los argumentos históricos, ecológicos y culturales que tiene a la mano, al parecer sin que la mayoría de dichos presuntos taurófilos se percate de su magnitud y potencial argumentativo.
Las circunstancias nos fueron acostumbrando a ver el toreo como asunto limitado a una élite pudiente y reducida, ignorando que su auge de otros tiempos obedeció al formidable alcance popular que hizo de ella la pasión nacional por excelencia. Y no sólo en la llamada época de oro sino incluso mucho después, al grado que puede hablarse sin desdoro de un siglo de oro del toreo en México, en España y en cuantos países se daban toros.
Pinceladas
Volviendo al certamen cancelado, o en el mejor de los casos aplazado, queda el regusto de lo visto en las dos novilladas que, en familia, se llevaron a cabo. La presencia de encierros de muy digno trapío y prontos en acudir al caballo, más bonito el de Tenexac, algo desigual en tipo y romana el de José María González pero cuyo cuarto ejemplar resultó el mejor de los doce vistos y despachados. Fue este "Poblanito" el novillo ideal por sus cualidades de fijeza, claridad, alegría y clase, muy mal aprovechadas por el novillero en turno, al que inexplicablemente el juez le concedió una oreja, decisión agravada cuando premió de igual forma una actuación muy superior de José Miguel Arellano con el siguiente astado.
Y precisamente al hidrocálido Arellano le correspondió el momento estéticamente más logrado del frustrado certamen, cuando en derroche de asentamiento, clasicismo, ligazón y temple saludó con un imponente fajo de verónicas, del tercio a los medios, al negro bragado "Pianista", su primer adversario, que había provocado aplausos al aparecer por su arrogante presencia, y admiración y temor por la fiereza con que reiteradamente remató en las láminas que circundan el pequeño redondel de "La Ronda". A la salida de "Pablito", el quinto de ese domingo 20, José Miguel repitió el formidable y clásico saludo capotero provocando la reiteración del alboroto.
Y si algo faltó a su faena a este lucero fue un adversario con la debida pujanza y la experiencia del novillero curtido que aún no es para dar respiro y distancia a un astado de docilidad ovejuna pero limitadísimas energías, lo que le indujo a practicar ese encimismo intrascendente que ha puesto de moda el inane y bofo post toro de lidia mexicano. De cualquier modo, si la anterior faena de El Mani mereció una oreja a juicio de quien presidía, el mismo juez de plaza incurrió en inaceptable agravio comparativo al concederle idéntico trofeo al hidrocálido Arellano.
Ya la víspera, sábado 19, había premiado de más tanto a Manuel Perera como a Jussef Hernández, aunque el extremeño, que mostró suficiencia y buen corte ante el docilón Tenexac de las dos orejas, exhibiría su mejor faceta de torero templado y dominador ante el imponente y nada sencillo sustituto del sexto. No por nada es Perera el puntero más llamativo y en sazón del actual escalafón hispano y está a las puertas de la alternativa.
Ojalá hubiera ocasión de ver otra vez a ambos excelentes prospectos, el mexicano y el español. Y con ganado tan serio como el que desde los potreros de Tenexac y José María González vino a "La Ronda", con el añadido de la casta y poder indispensables.