El mundo del deporte se vistió de luto otra vez, ahora con el sensible fallecimiento, el lunes pasado por la noche, de Tomás Boy Espinoza, ex jugador y entrenador de fútbol donde fue figura, aficionado taurino y amigo de los toreros, ya que de jovencito también quiso ser torero.

En su libro "Torero de Puerta Grande", el matador de toros en retiro Eloy Cavazos, narra cómo conoció a Boy y desde cuándo tuvieron amistad, según se puede escuchar en el podcast que acompaña esta información:

"No recuerdo exactamente en qué año sería, pero recuerdo que tenía uno o dos años de matador de toros, o sea que tendría como 19 años. Recuerdo que entrenaba durísimo, pues quería colocarme entre los punteros de aquellos años. Muy temprano me iba al Desierto de los Leones o al Bosque de Chapultepec cuando vivía en la Ciudad de México.

Regresaba de correr, me daba algo de comer mi adorada Bety, esposa de don Rafa y ¡venga!, me iba con mi compadre Tableado al Toreo de Cuatro caminos con don Armando Morales, que fue quien me enseñó a matar los toros.

Después de entrenar un par de horas, no sé de dónde salía un balón de futbol y matadores, novilleros, subalternos y algunos principiantes nos poníamos a jugar, de burladero a burladero, que se convertían en porterías, y aquel hermoso ruedo se convertía en cancha de futbol.

Había un chamaco espigado, con buen porte de torero y entrenaba muy sabroso junto con su gran amigo Paco, no recuerdo su apellido, y nos ponía un baile con el balón que nos dejaba con el ojo cuadrado.

No se hizo torero, se hizo un gran jugador profesional y lo recuerdo con una camiseta de los Tigres y otra de nuestra Selección Mexicana.

Ese chamaco era Tomás Boy Espinoza. Recuerdo que le brindé un toro en Morelia y que llevábamos una buena amistad. Cada día me quedo más impresionado de cómo el destino nos va poniendo en nuestro sitio", escribió Eloy como recuerdo.

David "Vito" Cavazos, hermano de Eloy, también recuerda aquellos inicios y los partidos que hacían con Tomás.

"Llegaba él a la plaza con un balón viejo y lo dejaba por ahí en algún lugar, lo recuerdo muy bien porque éramos de la misma edad y agarraba el capote y se ponía a entrenar de salón y a hacer sombra, tenía buenas maneras para torear.

Luego de la nada se hacían los partidos de lado al lado del ruedo. Algunos  jugábamos poco para no lesionarnos. Tomas y Eloy eran más amigos y esa amistad fue para siempre.

"Cuando íbamos a Morelia ahí lo encontrábamos en el desayuno y siempre era muy ameno para platicar. Qué lástima que ahora fue él quien se nos adelantó pero en su vida sembró una amistad con todo el que lo buscaba, pues sabía ser amigo de verdad", expresó Vito.