La Feria de Olivenza concluyó hoy con la segunda corrida celebrada por la tarde, donde José María Manzanares, que cortó dos orejas al segundo toro de su lote, del hierro de Núñez del Cuvillo, mientras que Morante de la Puebla y Andrés Roca Rey cosecharon un apéndice por coleta.
Con el cartel de "Lleno de no hay billetes", enseñoreándose sobre la ventanilla de las taquillas, concluyó una feria muy esperada, con carteles muy rematados y con una asistencia de público magnífica. A decir verdad, Olivenza ha vivido tres días de alegría en una ciudad magnífica, y gracias a la hospitalidad de los oliventinos.
Decir como resumen en el aspecto ganadero que la corrida de Núñez del Cuvillo defraudó. De correcta presentación, los toros en tpo, de los seis solo el quinto se prestó sin reservas al lucimiento, y a ese le cortó José María Manzanares las dos orejas que le abrieron la puerta grande. El resto tuvo poca enjundia, y ello por distintos motivos, aunque pasearon sendos trofeos Morante de la Puebla y Roca Rey.
Al mejor toro de una desigual corrida de Cuvillo, Manzanares, con su personal estética, le cuajo una faena en la que primó la ligazón. Morante, ante el cuarto de la tarde, logró momentos exquisitos de arte e inspiración, y Roca Rey, valiente, estuvo asentado ante el tercero, no pudiendo redondear ante el áspero sexto.
Ese quinto Cuvillo estaba reunido, tenía un trapío no exagerado y algo que no suele fallar: era astiblanco. No prometió nada en el capote del alicantino, clavó los pitones en la arena, pero cobró un buen puyazo y fue muy bien lidiado por Daniel Duarte. En la muleta fue un dechado de clase, era pronto al cite, embestía muy por abajo y tenía recorrido. Era un manjar, en sentido figurado, para darse un atracón de torear.
Fue el clásico el inicio de faena ante estos toros: el pase de la firma, ligado con la trincherilla y el pase de pecho. Series de Manzanares en redondo con esa forma tan personal de componer ante el toro, primero enhebrando, que no ligando los muletazos, pues eran más bien circulares. Después el torero se fue sintiendo y al natural ligó series en redondo de alto contenido estético, conduciendo la embestida hasta el final. Citó a ese buen astado recibiendo, surgió defectuosa la estocada, tuvo que descabellar y paseó dos trofeos.
Antes saludó una ovación tras dar muerte al segundo, un animal blando en la muleta, de muy poca transmisión.
También los otro cuatro toros fueron otra historia de menos brillantez. Morante le cortó una oreja al cuarto, con el que estuvo muy por encima de sus condiciones. Era un toro que tuvo nobleza y buen son en algunas embestidas, sin mucha transmisión. Le hizo una faena bella, con series en redondo en las que cimbreaba la cintura, cargaba la suerte y acompañaba la embestida con arte y regusto. Preciosos los naturales finales de frente a pies juntos. Fue un toro a menos, lo que no fue óbice para que se recuerde el toreo de este singular diestro.
El primero fue un animal de muy poca transmisión y abrevió Morante.
En las dos faenas de Roca Rey hubo algunas desigualdades pero logró una oreja del primero, un toro chico al que toreó en redondo por abajo, antes de que comenzara a protestar, para, a continuación, acortar distancias, siendo volteado, sin consecuencias. El sexto tuvo genio, estuvo valiente el peruano pero no pudo redondear.