El carnaval de Autlán de la Grana terminó de manera exultante, con una tarde cargada de emociones, que fue el fiel reflejo de lo ocurrido a lo largo de cinco días consecutivos que le confieren una gran relevancia y lo distinguen como el más importante de América, no solo por su extensión sino también por la calidad de sus carteles y la presentación de los toros que se lidian en la plaza "Alberto Balderas".
Y aunque sin ser un coso torista, pues el público es más bien torerista y festivo, en Autlán siempre se ha procurado presentar muy bien los encierros, tal y como éste año lo hizo la empresa debutante, CC Toros, dirigida por Juan Pablo Corona, padre e hijo, así como los eficientes hermanos Castellón, que se afanaron en que la compleja logística de estos eventos taurinos, haya salido a pedir de boca.
A lo largo del carnaval cabe destacar varias faenas puntuales que estuvieron firmadas, en este orden cronológico, por Juan Pablo Sánchez, Antonio Ferrera, Joselito Adame, Paco Ureña, el rejoneador Jorge Hernández Gárate, Emilio de Justo y Héctor Gutiérrez, respectivamente.
Por su calidad y buen toreo, ahí quedaron esas obras ejecutadas con toros de varias ganaderías, siendo el lote de La Estancia sorteado por Emilio de Justo, el más completo de cuantos fueron inscritos en los papelillos de fumar a la hora de echar la suerte en los sombreros. La primera faena del extremeño fue de imponerse a un toro bravo, al que terminó por descifrar, mientras que la segunda fue para disfrutar a tope con la calidad del noble "Palabras de vida", al que cuajó a placer para perdonarle la vida.
Por su parte, Joselito Adame rayó a un gran nivel con los bravos toros de Villa Carmela, con el añadido de que él sí entró a matar a sus dos ejemplares, a los que recetó sendas estocadas fulminantes para cortar un total de cuatro orejas, y convertirse, conjuntamente con De Justo, en los dos máximos triunfadores del carnaval.
La recia faena de Juan Pablo Sánchez o la madurez mostrada por Jorge Hernández Gárate fueron otros de los gratos momentos estelares del ciclo, amén de la inspirada faena de Antonio Ferrera a un magnífico toro de Torreón de Cañas, o ésa que hizo Héctor Gutiérrez, donde demostró sus sólidas cualidades para escalar peldaños rápidamente en la profesión.
Si la asistencia de público no fue precisamente la esperada, debido a diversos factores externos, derivados del embate económico de la pandemia, el éxito artístico fue un bálsamo que vino a renovar la ilusión de aquellos aficionados que se dieron cita en la tierra del gran Carlos Santana durante los últimos días.
Y con la ilusión de que, a un año vistas, la contagiosa algarabía de estas "Corridas Formales", como allí las denominan, brille a la par de una oferta taurina de la misma relevancia, que venga a apuntalar la calidad de estos festejos en el marco del calendario taurino mexicano.