Los que ya no nos cocemos al primer hervor (ni tampoco al último, supongo) hemos encontrado en la lectura una poderosa motivación para nutrir nuestra pasión por la fiesta. Lo primero que buscábamos cada lunes eran las crónicas del festejo dominical, donde acuerdos y discrepancias alimentaban sabrosas discusiones y encendidas polémicas (hay que decir que las plumas taurinas eran, con diferencia, las más literarias y felizmente imaginativas que podían encontrarse en los diarios y revistas de entonces).
Pero naturalmente, la culminación de nuestra afición al toro y a las letras estaba en los libros de tema taurino, ya fuesen de carácter biográfico o histórico o, con menos frecuencia, aquellos que encerraban conceptos y preceptos acerca del toreo, sus peripecias y su evolución técnica. Aprendimos así que la tauromaquia es más que una suma de suertes, festejos, figuras, reglas y teorías, y de paso las razones por las que puede inscribirse sin desdoro en la historia del arte. Lo que habíamos vivido en la plaza se reafirmaba y enriquecía a través de reflexiones y experiencias ajenas, provenientes ya fuese de lidiadores en activo o retirados, o de escritores e intelectuales dedicados a contarnos la fiesta o reflexionar acerca de su significado e interioridades.
Dos libros fundamentales
Acaban de aparecer en nuestro país dos obras literarias de gran calado, estructuradas desde enfoques distintos y con propósitos divergentes. Una, en torno al matador más importante del siglo XXI mexicano, tiene dos autores –Juan Antonio de Labra y Joselito Adame–; la otra fue concebida y escrita desde su preocupación por el futuro de la fiesta por un académico universitario de la talla de Antonio Casanueva Fernández.
Ambas destacan por su originalidad y, directa o indirectamente, se prestan para el combate frontal contra las corrientes antitaurinas en boga de la única manera en que esto será posible: alimentando la cultura taurómaca del aficionado y aclarándoles al neófito o al neutral el valor cultural y el significado profundo de la tauromaquia. Unimos a nuestra bienvenida a ambos sucesos tauroeditoriales un breve comentario acerca de estas dos obras, cruciales ambas para la literatura taurina de México.
"El camino a la cima"
Dedicada a Joselito Adame, consta de dos partes bien diferenciadas. En la primera, Juan Antonio de Labra expone una serie de encuentros personales con el espada hidrocálido a través de los cuáles fue conociendo su personalidad y motivaciones, su entrega total a la profesión y algunos de los momentos felices o inciertos del ser humano que alienta dentro del traje de luces. En la segunda, el cronista cede la pluma al lidiador para que relate en orden cronológico lo fundamental de su trayectoria profesional, entreverada con jugosos y oportunos comentarios –experienciales o conceptuales–, expuestos con notable sencillez y claridad.
De Labra, con buena vena literaria, va a referirse a la Aguascalientes que vivió de niño, tan diferente de la que Joselito Adame conoció y habita. Relata, bajo igual impulso empático, sus encuentros con el diestro desde la tarde de su alternativa (Arles, 07-09-2007) hasta la víspera de su última faena de oreja en Madrid (19-05-2018), pero también durante el período de reflexión por el que pasó José en años recientes, con sus dudas existenciales y la entereza que ha demostrado para superarlas y volver a ocupar su verdadero sitial en la fiesta.
Llama la atención la capacidad mental y física de Joselito para, en un mismo día, participar en una tienta de vaquillas y en seguida ascender y descender de la Malinche, relatado todo desde el asombro de un hombre –De Labra–acostumbrado a correr maratones y dormir, de ser necesario, nada más que cuatro horas diarias.
A la pulida y cuidadosa redacción de De Labra opone Adame el contraste de una llaneza de estilo en la que se palpa la sinceridad de quien va repasando desde una intimidad sin aspavientos las variadas peripecias de la carrera que empezó siendo niño –Joselito nació en 1989 y se puso delante de su primer becerro con diez años de edad–, pasando por su aventura en solitario como alumno de la Escuela Taurina de Madrid, el impulso que su incipiente trayectoria recibió de la Francia taurina –personificada en su paisano Roberto Fernández "El Quitos" y sus primeros apoderados, los taurinos galos Luc Jalabert y Alain Lartigue–, hasta ver coronados sus esfuerzos con el éxito supremo: cinco orejas cortadas en Las Ventas –ha sido el mexicano que más veces partió plaza ante la cátedra madrileña–, a las que habría que sumar cuatro apéndices más en la Maestranza de Sevilla– impulsaría decisivamente su carrera su éxito inicial ante aquel público con un toro del Conde la Maza (16-04-12)– y los cobrados en Bilbao, Málaga, San Sebastián o Zaragoza, por mencionar solamente cosos españoles de primera; y están, desde luego, sus triunfos en Francia, Lima o Quito, y las victorias rotundas en la México –cuya empresa tan mal trato le dio–, Guadalajara, Aguascalientes y las principales plazas del país.
Una estadística realmente extraordinaria –incluye incluso las actuaciones del Joselito Adame becerrista—, y una generosa selección de más de cien fotografías en color complementan este estupendo trabajo, con el que la mancuerna Adame-De Labra deja constancia de la trayectoria de un torero que ha impuesto los valores de su vocación con tenacidad y carácter, justo cuando más falta hace revelarle al mundo la verdad de la tauromaquia como tradición, arte y espectáculo. ("El camino a la cima", Instituto Municipal Aguascalentense para la Cultura, y otros. 2021. 407 pp.).
"Radicalismo y Tauromaquia"
Antonio Casanueva Fernández nos entrega una obra radicalmente distinta a la anterior, puesto que refleja la preocupación por el futuro de las corridas de toros de un distinguido académico que es, al mismo tiempo, amante de la fiesta desde la infancia por tradición familiar. Se trata de una investigación de primer orden, nucleada en torno a la premisa de la tauromaquia como una herencia singularísima de la cultura mediterránea que tuvo en España su concreción más cabal, y desde allí irradió con fuerza hacia otros países de América y Europa –ocho en la actualidad–, de los cuales ha sido en México donde mayor lustre y caudal encontró el preciado legado.
Con Casanueva emprendemos un viaje fascinante, documentadísimo, desde la mitología asiria (Gilgamesh) hasta el momento actual, presidido por la rabiosa embestida del animalismo internacional –el autor explora sus orígenes en el Antiespecismo del australiano Peter Singer, y enlista a las seis mayores fuentes de financiamiento de dicho movimiento, orquestado desde las esferas del poder global a impulsos del utilitarismo anglosajón–.
En riguroso recorrido desnuda el absurdo de base de los pretendidos derechos de los animales, y descubre un nexo espiritual entre los sacrificios humanos rituales que imperaban en la Mesoamérica prehispánica y el sacrificio simbólico pero real contenido en la misa católica, impuesta por los frailes tras la conquista. Sería ésta una de las razones por las que la tauromaquia arraigó tan profundamente en la cultura novohispana, de manera que, a diferencia de otras naciones iberoamericanas, donde con el triunfo de los movimientos de Independencia sobrevino la abolición de las fiestas de toros, los hijos del Anáhuac las habían introyectado de tal manera que continuaron desarrollándolas hasta dar con formas de torear indisolublemente ligadas a la idiosincrasia y el sentimiento mexicanos, expresión característica de no pocos artistas del toreo inconfundiblemente nuestros.
En apoyo de su tesis, Casanueva Fernández establece un lazo coral con multitud de intelectuales relacionados en una u otra forma con la tauromaquia –historiadores, filósofos, filólogos, sociólogos, cultores diversos de las bellas artes…–, apoyado en los cuales va dando forma a una tesis que es, sin embargo, sumamente original, de modo que su aportación al universo del toro resulta invaluable.
No requirió para ello de más de 143 páginas, dedicadas varias de ellas a la copiosa bibliografía consultada y apéndices diversos. Lo cual, además de enfatizar la capacidad de síntesis del autor y su claridad expositiva, supone un regalo para el lector, que lejos de verse abrumado por exhaustivas disquisiciones didácticas tiene ante sí una lectura estimulante y amena, que sin duda fortalecerá su cultura taurina en una época que, más allá del mero entusiasmo por las exterioridades más notorias de la fiesta, exige del aficionado un saber y unas convicciones indispensables para argumentar contra la trillada y superficial pero peligrosamente efectiva cantinela de los antis, activamente promovidos por intereses malévolos y emboscados en cualquier rincón de las redes sociales. ("Radicalismo y Tauromaquia". Letrame, Grupo Editorial. España. 2021. 143 pp.).
Colofón
Más allá del placer inmediato que proporciona su lectura, hay que subrayar la mencionada contribución de estas dos obras a la cultura taurina en general y la del aficionado anónimo en particular. Un motivo más para saludar con júbilo ambas publicaciones, con nuestra agradecida y obligada enhorabuena a sus autores. Y con la esperanza de que una adecuada distribución de las mismas les proporcione los alcances que están y estamos necesitando.