El profesionalismo de Antonio García "El Chihuahua" fue más allá, esta vez, de prepararse como siempre en el campo para un compromiso más que tenía en puerta. Sabía que el reto no sería fácil, pues actuar en la Plaza de toros de Macusani, en Perú, a 4 mil 300 metros de altitud implicaría mucho más que su valor y técnica artística ante lo desconocido.
En una entrevista anterior, previo a su viaje a Sudamérica, Antonio comentó que se había preparado físicamente con rutinas muy específicas de ejercicios para poder soportar el cambio drástico del clima y la altura, a la que estamos acostumbrados.
El reto se cumplió y en la parte artística pudo cortar una oreja y regresar con sabor a triunfo.
"Fue una experiencia muy bonita que jamás me imaginé cumplirla. A la Feria fueron también otros toreros de Cajamarca, que está a 3 mil 200 metros sobre el nivel del mar, y cuando los vimos que se empezaban a ahogar (sofocarse), a marearse y a sentir dolores de cabeza me sentí nervioso. Gracias a Dios a mí no me dolió la cabeza y fue entonces que me di cuenta de que la preparación que había tenido anteriormente en Chihuahua, con los cambios de ritmo y de estudiar cómo se preparan los grandes atletas y hacer lo mismo, me sirvió mucho ya que pude hacer algo que no me imaginaba que podría lograrlo", dijo.
El día anterior a su presentación que fue el pasado sábado 11, había actuado el español Román, a quien le tocaron los tres avisos porque físicamente no podía más.
"Me cercaba a las tablas y me decía <<no puedo, no puedo respirar>> y entre mí pensaba: <<¡madres! ¿Qué voy a hacer yo?>>".
"Se llegó el día y de hecho maté los dos toros seguidos porque me tenía que regresar de inmediato a México, ya que el domingo tenía la corrida en Calvillo, ya que nunca dejo de torear un 12 de diciembre.
"A mis dos toros los banderillee, la gente estaba muy contenta y feliz. Claro, hubo un momento que sí me faltó un poquito el aire en el segundo toro, pero fue porque el toro salió arreando mucho con el capote y tenía que poner piernas de por medio, porque no podía torear a gusto, tenía que bregarlo y ahí fue cuando me costó un poquito".
Relató el torero norteño que cuando llevó al toro al caballo se recuperó y pudo banderillearlo a gusto.
"Estuve ahí con el toro, lástima que no colaboró para hacer una faena y redondear una tarde que pudo ser muy importante en mi carrera, pero la gente se dio cuenta de la entrega de uno. Torear a esa altitud para mi significó mucho porque fue una preparación muy buena la que hice desde un par de meses antes. Juzgando la situación en la que estuve, me sentí muy bien preparado para estar en esa tarde", confió.
En la corrida donde se lidiaron toros de las ganaderías de Campo Bravo, Guillermo Manrique y San Pablo, El Chihuahua, cortó oreja a su primero y tuvo silencio con su segundo. El español Esaú Fernández, cortó dos orejas a su primero y escuchó ovación en su segundo, en tanto que el peruano Emilio Barrantes, escuchó los tres avisos en su primero y cortó las dos orejas del toro que cerró plaza.
"Llegando a México y luego de torear en Calvillo, haces de cuenta que estás flotando, por eso digo que estuvo muy bien la preparación que hice, porque además en menos de 24 horas recorrí más de seis mil kilómetros, tanto en coche como en avión, para llegar a torear al día siguiente aquí.
"Sí fue algo desgastante, pero también algo muy bonito porque estaba preparado y lo disfruté. Para mi currículo y para mi historia queda marcado Macusani, pero también tuve que hacer lo que hace la gente de allá, probar el mate de coca, ponérselo en la bebida o masticar la hoja de coca, eso también me ayudó muchísimo”, finalizó.