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El miedo

Sábado, 27 Nov 2021    Guadalajara, Jal.    Antonio Casanueva | Foto: Archivo   
...el miedo es una sensación desagradable provocada por el peligro...
En los últimos dieciocho meses, los mexicanos hemos enfrentado situaciones de perplejidad. Una pandemia que derivó en crisis sanitaria, inseguridad, violencia, desempleo, precariedad económica, inflación y ahora devaluación de peso. La muerte ha visitado a la mayoría de los hogares mexicanos. No cabe duda que esto provoca miedo.

El miedo es una sensación desagradable provocada por el peligro. Los antiguos griegos consideraban al miedo como una condición humana, aunque la realidad es que es una emoción primaria presente en todos los animales. La reacción natural ante el miedo es huir. Pero dado que a los mexicanos nos esperan meses (quizá años) con niveles similares de incertidumbre y apuro, tal vez debamos sobreponernos a esa natural tentación de huida y, con valentía, enfrentar lo que ha de venir.

Hay oficios que se distinguen por su capacidad de asumir riesgos lo que ayuda para enfrentarse a las amenazas de peligro. El filósofo Carlos Llano le concedía esa condición a los empresarios. Decía que, para enfrentar el peligro, un empresario valiente se convierte en imaginativo, fértil en recursos y luchador.

Pero, quizá, el oficio del que más podamos aprender para dominar el miedo es el del torero. En el capítulo 16 de la novela de Manuel Chaves Nogales, Juan Belmonte explica lo que es el miedo.

«El día en que se torea crece más la barba. Es el miedo. Sencillamente, el miedo. Durante las horas anteriores a la corrida se pasa tanto miedo, que todo el organismo está conmovido por una vibración intensísima, capaz de activar las funciones fisiológicas, hasta el punto de provocar esta anomalía que no sé si los médicos aceptarán, pero que todos los toreros habrán podido comprobar: los días de toros la barba crece más aprisa».

Pero no sólo la barba, lo mismo pasa con el resto del cuerpo. Continua Belmonte: «El organismo, estimulado por el miedo, trabaja a marchas forzadas, y es indudable que se digiere en menos tiempo, y se tiene más imaginación, y el riñón segrega más ácido úrico, y hasta los poros de la piel se dilatan y se suda más copiosamente. Es el miedo. No hay que darle vueltas. Es el miedo. Yo lo conozco bien. Es un íntimo amigo mío».

Juan Belmonte también nos dice cómo dominarlo: «Acurrucado todavía entre las sábanas, con el embozo subido hasta las cejas, el torero empieza su dramático diálogo con el miedo. Yo, al menos, entablo una vivísima polémica. No sé lo que harán los demás toreros. Al miedo yo le venzo o, al menos, le contengo a fuerza de dialéctica. Es un diálogo incoherente, como el de un loco con un ser sobrenatural».

El trianero coincide con los cinco pasos para alcanzar la valentía que propone el filosofo de la Universidad de Notre Dame Thomas V. Morris: Primero, prepararse para el desafío; segundo, rodearse de apoyo; tercero, entablar conversaciones positivas con uno mismo; cuarto, concentrarse en lo que está en juego; y, cinco, actuar apropiadamente.

Ante el complicado panorama que se prevé en México, ser valiente –como dice Juan Belmonte– «depende de que previamente haya sido reducido a la impotencia este formidable contradictor, este enemigo malo que es el miedo. Para mí, como digo, es una cuestión de dialéctica.»


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