El lunes 19 de octubre de 1931 los diarios de Guadalajara anunciaban el fallecimiento de Carmelo Pérez en Madrid la tarde del día anterior y el de Thomas Alva Edison, en West Orange, New Jersey, también la madrugada de esa víspera.
En las páginas interiores, específicamente de "El Informador", se daba cuenta de una novillada celebrada en la plaza de toros “El Progreso”, en la que alternaron Saúl Guaso, Jesús González "El Indio" y Manuel Molina, ante novillos de La Estancia. Fue una tarde en la que, de acuerdo con la crónica firmada por "Tío Castuera", destacaron la clase y el valor de El Indio.
Esa novillada fue organizada por el doctor Ildefonso Zaragoza en sociedad con quien entonces era un joven estudiante del segundo año de la carrera de Derecho, Ignacio García Aceves, quien seguramente no "se veía" defendiendo causas en los tribunales y buscaba encauzar su existencia por otros derroteros. Allí comenzó ese joven de gran estatura y de ojos claros, una andadura por lo que años después sería llamado el planeta de los toros que duraría más de medio siglo.
Ignacio García Aceves aprendió pronto los intríngulis del manejo de los asuntos de la Fiesta, y supo hacerse acompañar en diversas etapas de su vida como empresario, de personajes que le ayudaron a establecer y a dar lustre a la fiesta de los toros en Guadalajara. Nombres como el del licenciado Cenobio González, Carlos Rodríguez "Mano Grande", Manuel González "Pinocho", su inseparable Alberto Topete, apodado "El Teco" o "El Tecolote" y, en su última etapa, don Paco Madrazo Solórzano, fueron cada uno en su tiempo el complemento ideal para resolver las distintas vicisitudes que conlleva el manejo de una empresa de toros.
Remozó y reinauguró dos veces "El Progreso" y le tocó tomar la decisión de que fuera derruido para dar paso a lo que algunos llaman "la modernidad". Llevo a ese ruedo a todas las figuras mexicanas y extranjeras – pueden nombrar la que se les ocurra – entre 1931 y 1978 y por supuesto, dio oportunidades a muchos, muchos novilleros que pretendían alcanzar la gloria que dan los toros. Le contó a don Francisco Madrazo Solórzano, para su libro "Agotado el Boletaje", que, sin hacer números, él calculaba que en sus primeros 50 años como empresario, seguramente dio más novilladas que corridas de toros. Así se hilaban las cosas en otros días.
La feria de su cincuentenario
Para el mes de octubre de 1981, don Ignacio “tiró la casa por la ventana” para celebrar el medio siglo que completaba al frente de las cosas de los toros en Guadalajara. Ya no lo hacía en "El Progreso", sino en la plaza que, llamada originalmente "Monumental de Jalisco", fue rebautizada como "Nuevo Progreso". Y lo hizo con grandeza. Entre el 17 de octubre y el 1 de noviembre de ese año, ofreció a la afición una novillada y 8 corridas de toros con figuras del toreo de España y México, y también con quien era, en ese momento quizás, el mejor rejoneador del mundo: el joven portugués Joao Moura.
En ese calendario del 81, estuvieron en México varios diestros europeos, pero llamó importantemente la atención la presencia en Guadalajara de dos toreros andaluces que, casi recién alternativados, tenían cautivada la atención de la afición española. Ellos eran Juan Antonio Ruiz "Espartaco" y el trianero Emilio Muñoz. El rejoneador portugués Joao Moura también era otro de los reclamos importantes y vendrían a formar carteles con Mariano Ramos, Manolo Arruza, David Silveti, Jorge Gutiérrez, Miguel Espinosa "Armillita" y por la torería de la tierra Alfonso Hernández "El Algabeño".
Los actuantes en la novillada serían Carlos Vidal, Curro Calesero y Luis Fernando Sánchez y los encierros anunciados fueron de San Mateo, De Santiago, Vistahermosa, Santo Domingo, dos de Carranco, San Marcos con una corrida y una novillada y Mimiahuápam. Al final, solamente se lidió una de las corridas de Carranco que fueron anunciadas, pues la que saldría al ruedo el día 31 de octubre fue rechazado en el reconocimiento y fue sustituido por uno de San Mateo. También en la corrida del día 18, un toro de la corrida titular, el séptimo, nombrado "Caprichudo", se estrelló en un burladero y se mató, siendo sustituido por uno de Peñuelas, le tocó a Emilio Muñoz.
El resultado de la feria de octubre del 81
El 17 de octubre se lidió una novillada de San Marcos de excelente presentación y en esa tarde Luis Fernando Sánchez cortó la única oreja de la tarde a "Vaquerito" tercero de la tarde. Al día siguiente, en la corrida del cincuentenario, con toros de San Mateo, se vivió una de las tardes grandes del serial, pues Manolo Arruza indultó al quinto, "Buen Amigo" y Jorge Gutiérrez le cortó una oreja al sexto "Cumplido". Se lidió uno de Peñuelas, sobrero, sustituto del séptimo, "Caprichudo", que se mató al estrellarse en un burladero, le tocó a Emilio Muñoz.
El segundo tramo de la feria inició el 23 de octubre, con un encierro de De Santiago, del que escribió Francisco Baruqui que fueron muy chicos, Emilio Muñoz le cortó una oreja al tercero. El día 24 con toros de Jorge Barbachano, chicos y débiles, Joao Moura dio la vuelta al ruedo en los dos de su lote. Esa tarde se despitorraron tres toros. Y el 25 de octubre, una corrida de Santo Domingo, justa de presencia, pero pareja, variopinta y bien criada. Espartaco dio vuelta en sus dos toros.
El cierre de la feria inició el 29 de octubre, la corrida de San Marcos, fue calificada por Baruqui como "su majestad el toro". Ante ella, Joao Moura dio vueltas al ruedo por fallar con el rejón de muerte. Al día siguiente, toros de Carranco, "justitos en presentación". Emilio Muñoz y Joao Moura dan una vuelta al ruedo cada uno. El último día de octubre se lidia una segunda corrida de San Mateo, que sustituye a la de Carranco originalmente anunciada. Joao Moura, Jorge Gutiérrez y Alfonso Hernández "El Algabeño" cortaron dos orejas cada uno, Mariano Ramos se lleva una protestada. Don Luis Ruiz Quiroz consigna que se le entregó a El Algabeño el trofeo "Crónica de Plata", pero Francisco Baruqui en su crónica de "El Informador" no hace mención de ello. La feria cerró el 1º de noviembre, con un encierro de San Miguel de Mimiahuápam, muy terciado, dice Baruqui que tres toros "estaban para festival de corto". Lo más destacado de la tarde que Espartaco le cortó las dos orejas al tercero.
Como se puede ver, aunque queda en la memoria colectiva que ese viaje único de Emilio Muñoz y de Espartaco a México de hace 40 años fue desde un punto de vista optimista, "discreto", la realidad es que de las crónicas de Francisco Baruqui se puede advertir que tuvieron ambos un par de tardes interesantes, no rubricadas con la espada y por ello el trianero solamente cortó una oreja y el de Espartinas dos en una tarde.
Fue una pena que no les volviéramos a ver por nuestras plazas cuando estaban en plenitud, pues volvieron nada más a confirmar a la Plaza México, para "completar su expediente" ya de salida, Espartaco, el 22 de noviembre de 1999 y Emilio Muñoz el 2 de enero de 2000. Así pues, la carrera de ambos, vestidos de luces en México, se reduce apenas a cinco tardes y casi con dos décadas de diferencia entre las cuatro primeras y la última.
El legado de don Ignacio
Don Ignacio García Aceves continuó siendo el empresario de la plaza de toros ya llamada "Nuevo Progreso". Lo sería hasta su último aliento, que llegó el 30 de mayo de 1984. Era además ganadero, pues en 1965 se había asociado con José Antonio Llaguno García en la titularidad de los hierros de San Mateo y Pozo Hondo –actualmente San Lucas– cuya propiedad total adquirió en el año de 1980 y en 1970 adquirió la ganadería que fue de don Miguel Franco y la renombró como San Marcos.
Su trayectoria empresarial durante más de medio siglo sin duda que tendrá luces y sombras, pero los resplandores son los que más permanecen en la memoria colectiva. Su forma de hacer fiesta en Guadalajara convirtió a su plaza de "El Progreso" y después a la del "Nuevo Progreso", en la que dio festejos desde el 20 de octubre de 1979, en un referente a nivel nacional e internacional. No es en vano, que siempre se tenga por necesario triunfar en Guadalajara para poder acreditarse como figura del toreo en México.
Por estas y otras muchas razones, es que hoy deseo recordar a don Nacho, en la cercanía de los 90 años de sus inicios como empresario de toros y de los 40 de la celebración del cincuentenario de ese fructífero arranque empresarial, que se celebró con bombo y platillo en las corridas de las Fiestas de Octubre de 1981.