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Alejandro, un Adame diferente

Viernes, 01 Oct 2021    Madrid, España    Juan Antonio de Labra | Foto: Plaza 1           
Causó una magnífica impresión en el público de Las Ventas
Con una sola novillada toreada este año de luces, previa a su presentación con picadores en Madrid, Alejandro Adame, el menor de la dinastía afrontaba hoy una tarde mucha responsabilidad, como siempre supone hacer el paseíllo en la plaza de Las Ventas.

Y como bien declaró en la entrevista publicada en los últimos días, hablaba del "factor sorpresa" como un as debajo de la manga.

Efectivamente, el ser casi un desconocido aquí (aunque no hay que olvidar que en octubre de 2016 cortó una oreja en la novillada final del certamen "Camino hacia Las Ventas") era un sentimiento lógico de alguien que desde hace más de dos años ha toreado muy poco vestido de luces.

Sin embargo, sí que su toreo gustó en Madrid, tanto por el oficio desplegado ante los dos novillos de su lote, como por su frescura. Y, tal vez más, por su acusada personalidad: la de un torero que tiene pellizco, que sabe andar por la plaza y se gusta a la menor provocación que un toro le regale una buena embestida.

Así lo demostró con el primer novillo de López Gibaja que le tocó en suerte, el más hecho de un encierro que dejó mucho que desear por su falta de fuerza y bravura. Y aunque, ciertamente, fue una novillada sumamente toreable y agradable de ponerse delante por su docilidad, este tipo de comportamiento no gusta nada en Madrid.

Por ello el juego que dio el primero ejemplar del lote del hidrocálido, que tuvo un punto más de transmisión, pero sin llegar a entregarse, le sirvió para mostrar un buen repertorio capotero, y ya desde las verónicas iniciales y la preciosa media con la que abrochó el saludo, dejó constancia de que su intención era dejar huella.

Al péndulo del inicio de la faena siguieron diversos pasajes de buen toreo por ambas manos, y fueron los largos y sentidos pases de pecho, así como las trincherillas o los muletazos por alto, una cuestión de clasicismo que se nota, le viene bien a Alejandro.

Ese toreo ajustado y de buen trazo, fundamentado en un valor del bueno, convenció al público. Y cuando se perfiló para entrar a matar el ánimo que se percibía en el tendido era de triunfo. Mas aún cuando colocó una estocada entera, pero con tan mala fortuna que el de López Gibaja tardó en doblar y Adame se vio obligado a utilizar el descabello en varias ocasiones mientras escuchaba un aviso. 

A pesar de ello, la gente, consciente de lo que había visto, lo llamó a saludar una cariñosa ovación en las rayas del tercio.

El sexto fue un marmolillo y Adame solamente pudo bosquejar algunos detalles de calidad, así como una actitud igualmente decidida a lo largo de distintos momentos de una faena que no alcanzó a calar en el ánimo del público por la ausencia de transmisión del novillo, y sólo brillo el desparpajo con el que comenzó la faena, toreando por alto, al paso, ganándole terreno de las tablas a los medios, en un detalle que marca el rumbo que este torero pretende imprimir a una expresión donde el arte es el denominador común de su sentimiento torero, tan distinto al de sus hermanos, José y Luis David. Así que estamos ante un Adame diferente.

Con esta solvente y artística actuación, seguramente será considerado para ocupar algún puesto en un cartel de las primeras novilladas del año entrante. Y vaya que lo merece. Por derecho propio.

De sus compañeros de cartel, estuvo más centrado y se mostró más maduro el primer espada, Alejandro Fermín, que trató de solventar la papeleta ante dos novillos faltos de fondo y fuerza. Siempre se plantó firme sobre la arena y se afanó en agradar, además de que intervino en quites lucidos que le fueron jaleados por el público.

Sus faenas fueron estructuradas y limpias de trazo y temple, en las que procuró sacar provecho a tan nulas embestidas, y eso es digno de agradecer en una tarde donde la bravura brilló por su ausencia.

El otro espada del cartel, Ignacio Olmos, no alcanzó a conectar casi en ningún momento con el público, y aunque se mostró esforzado, sobre todo con el quinto de la tarde, su actuación pasó inadvertida y eso es lo más triste que le puede ocurrir a un torero.

A la espera de saber si el novillero tapatío Rubén Núñez llega a la final del certamen "Camino hacia Las Ventas", programada el sábado 9 de octubre en esta plaza, tanto la actuación del moreliano Isaac Fonseca, como la del hidrocálido Alejandro Adame, han dejado en alto el pabellón de México, cuyos toreros demuestran que aportan variedad y brillantez a los carteles de esta orilla del Atlántico.

Ficha
Madrid, España.- Plaza de Las Ventas. Dos tercios de entrada del aforo permitido (unas siete mil personas), en tarde espléndida. Novillos de López Gibaja, bien presentados, varios armoniosos de hechuras, nobles, flojos y faltos de transmisión en su conjunto. Pesos: 489, 485, 516, 510, 478 y 491 kilos. Alejandro Fermín (grana y oro): Palmas y silencio. Ignacio Olmos (caña y oro): Silencio en su lote. Alejandro Adame (negro y plata): Ovación tras aviso y silencio. Incidencias: Destacaron en varas Óscar Bernal, que fue ovacionado en el 3o., y Ángel Rivas en el 4o., así como el banderillero Sergio Aguilar, que clavó dos buenos pares al 4o. y saludó una ovación.


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