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En recuerdo de don Humberto Elizondo

Lunes, 06 Sep 2021    AGS, Ags.    Xavier González Fisher | Foto: LM   
El legado de los aficionados prácticos que ha habido en Aguascalientes
Hoy en día la participación de los llamados aficionados prácticos en la fiesta de los toros es vista como una parte digamos, complementaria o adicional a los circuitos profesionales de corridas de toros y novilladas que se presentan en temporadas y ferias en las diversas plazas del mundo y muchas veces relegados, los "prácticos", a actuar en cortijos o espacios privados distintos a aquellos en los que se presentan los llamados "profesionales".

En el pasado reciente nombres como los de Lalo Azcué, Pedro Loredo, Chucho Arroyo, Jesús Dávila, Ángel Talamantes "El Exquisito", Paul Armand o el del padre Roberto González Padilla, llevaron gente a las plazas con su solo anuncio. Pero ese fenómeno no era novedoso, al menos aquí en Aguascalientes, donde ya los aficionados que se tiraron al ruedo de manera organizada, lograron mantener viva la llama de la afición de esta tierra.

Lo que siguió al verano de 1948

Después de que en el verano del 48 en Aguascalientes hiciera erupción un "Volcán", se siguieron dando novilladas intentando descubrir otra gema oculta en el anonimato y así ilusionaron a la afición jóvenes como David Reynoso, quien después triunfaría en el cine; Carlos González, el calvillense Manuel López, el sevillano Antonio Durán o Fernando Brand, pero sin el fuerte impacto que tuvo la aparición de Rafael Rodríguez en la plaza "San Marcos" ese 18 de julio de 1948.

Y la actividad de la fiesta comenzó a languidecer. Se comenzó a limitar a la época de la Feria de San Marcos, como lo relata don Jesús Gómez Medina en su libro "La Ciudad, la fiesta y sus plazas":

"Al indagar lo acaecido en 1955 se obtiene la evidencia de que aquella onda de cálido entusiasmo taurino que se enseñoreó de Aguascalientes algún tiempo antes, precisamente a raíz de la irrupción triunfal de Rafael Rodríguez, había dejado de tener realidad. Era algo del pasado. De un pasado cuyos efectos se extendieron a los individuos y a los niveles sociales más distintos, haciéndoles participar de un mismo encendido sentir; el del interés más acentuado por el espectáculo taurino y, al mismo tiempo, el de la admiración más calurosa hacia el torero, héroe del redondel… En este año de 1955… únicamente se realizaron cuatro corridas de toros y una novillada, amén de dos o tres festivales con aficionados… En uno de esas funciones tomaron parte el doctor Alfonso Pérez Romo, Guillermo González, inminente empresario del coso San Marcos; Gabriel Arellano y Humberto Elizondo, cada uno en franca porfía por mostrar su propio arte y por arrancar el aplauso de los espectadores…"

Y es que, en el transcurso de la obra citada, don Jesús deja ver algo que en una ocasión apuntara César Pastor: Aguascalientes está en una posición privilegiada para la organización de festejos taurinos. En esos días en nuestro territorio estaban las ganaderías de Garabato, Peñuelas, Armilla Hermanos, Santa Rosa de Lima, Pedro Castorena y Pablo Baranda; en las cercanías de Zacatecas las de Presillas y El Saucillo y en la vecindad de Jalisco las de La Punta, Matancillas, Chinampas y Corlomé y, además, en Estación Castro, don Raúl J. Guerra criaba ganado de lidia, sin estar afiliado a la Asociación de Criadores.

Eso daba la oportunidad a los "prácticos" de obtener con relativa facilidad ganado para sus festivales. Y surgieron nombres como los de Jorge López Yáñez, Ramón Morales, el citado Jesús Gómez Medina, Jesús Ramírez Gámez "El Abogao", Adolfo de la Serna "El Botas", Rubén Ortega, Felipe Reynoso Jiménez, Manuel de Alba de Anda, Roberto Gómez "El Loco", Javier Maceira o Felipe Ávila. Los tres últimos nombrados vistieron el terno de luces y alguno de ellos llegó a actuar en la Plaza México.

Los festivales de aficionados prácticos

Las finalidades de esos festivales de aficionados prácticos eran diversas, desde el mero esparcimiento hasta intento de satisfacer causas mejores. Así, se organizaban a beneficio de la Ciudad de los Niños que intentaba poner en pie el Padre Toño; o a favor de las campañas de Desayunos Escolares que entregaba la esposa del gobernador de turno; a favor de alguna de las campañas de las candidatas a Reina de la Feria de San Marcos o de la Cruz Roja. Y los organizaban clubes como el "Monjes" o el "20-30", los estudiantes del entonces Instituto de Ciencias, los colegios de profesionales, o los aficionados individualmente. De lo que se trataba era de no quedarse sin toros y de matar el gusanillo de la afición.

Y la afición acudía a la plaza y al reclamo de aquellos que en el día a día atendían pacientes en un consultorio, publicaban en los diarios noticias que eran leídas por muchos, se encargaban de obras, atendían negocios de índole diversa o defendían causas en los tribunales. Quizás en algunos casos los asistentes iban a la plaza con la curiosidad de ver qué le podían hacer a los novillos o vacas que les tocarían en suerte o en otros, ya enterados de sus habilidades, a apreciar lo que sabían que les podían hacer.

La realidad de esos momentos, es que el grueso de la actividad de la fiesta, descansaba sobre los hombros de esos aficionados prácticos.

Don Humberto Elizondo Garza

Quizás resultó largo el prolegómeno, pero esta no es una semblanza al uso de un hombre que ha sido un destacado y reconocido aficionado a los toros aquí en Aguascalientes. Estimo necesario entender el tiempo en el que generó su afición, para comprender la importancia que representa hoy en día su presencia y ausencia en las plazas y en los distintos medios en los que se tratan temas relacionados con la fiesta.

Don Humberto realizó estudios en la Escuela Bancaria y Comercial de la capital mexicana y posteriormente se afincó en Aguascalientes donde formó una familia y se dedicó a negocios relacionados con la industria automotriz. Pronto estableció lazos de amistad estrecha con el doctor Alfonso Pérez Romo y con don Julio Díaz Torre. El vehículo de esa amistad fue precisamente la mutua afición por la fiesta de los toros.

Como lo relata don Jesús Gómez Medina, don Humberto llevó su afición más allá de la mera presencia en el tendido. Su presencia en esos festivales de aficionados prácticos era más que frecuente. Y al decir del doctor Pérez Romo, en ellos se lidiaban novillos ya hechos. En particular, ese de 1955, en el que alternaron con Gabriel Arellano Guerra, Guillermo González Muñoz y Rafael Rodríguez, el ganado fue bastante serio.

Asiduo concurrente a nuestras plazas, en la Monumental tenía fijo su asiento de palco, en tanto que, en los últimos años en la "San Marcos", formaba, en las barreras de sombra, en la séptima fila, a la izquierda del palco de la autoridad, tertulia con su hijo Gerardo –casado con una hija de Rafael Rodríguez–, el arquitecto Jesús Rangel y el ingeniero Rafael de los Reyes, siempre con su "ocote" encendido y dispuesto a disfrutar de su tarde de toros.

Don Humberto siempre fue reconocido como un aficionado serio y cabal. Tanto así que, en muchos de los certámenes organizados aquí en Aguascalientes para premiar triunfadores, tanto en la Feria de San Marcos, como en otros ciclos o festejos sueltos, era convocado como Presidente del jurado respectivo. Su imparcialidad y ecuanimidad eran proverbiales y tenía la facilidad de llevar a buen puerto las decisiones de esos grupos, tan complicados de poner de acuerdo, por su propia naturaleza.

El pasado 29 de agosto don Humberto se adelantó en el paseíllo final. La afición de Aguascalientes ha perdido uno de sus baluartes. Con estas líneas intento reconocer su trayectoria como aficionado recto y cabal. Que descanse en paz y que su familia logre superar su partida.


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