Dicen que escribir un libro es como parir un hijo; desde luego que hablando en sentido figurado, y entonces, escribir un libro al alimón, sería como parir gemelos, ni más ni menos. En este caso ha sido un privilegio, porque se trata de una obra cuyo concepto editorial se fue transformando hasta encontrar su propia expresión literaria.

Me refiero al libro titulado "El camino a la cima", que he tenido el placer de escribir con la complicidad del matador Joselito Adame, en una larga travesía de cuatro años de trabajo que muestra una historia de éxito que pretende inspirar a los jóvenes a encontrar su vocación profesional.

Al final de este sendero al que todavía le quedan muchos kilómetros por delante, dos vidas paralelas terminaron por cruzarse, y aunque José es el protagonista principal del relato, aproveché el viaje, como lo hacía el maestro Calesero con tanto arte, para dejar por ahí algunos jirones de mi esencia, con el afán de equilibrar todo aquello que Joselito cuenta acerca de su vida en los ruedos y que está repleto de recuerdos que configuran su forma de ser y de pensar.

La idea de escribir este libro se fraguó en abril de 2015 y era para conmemorar los 10 años como matador de José, que se cumplirían en septiembre de 2017. Sin embargo, el tiempo se nos echó encima, que al cabo de dos años no habíamos escrito una sola letra.

Y aquello que parecía una adversidad terminó siendo bueno, pues permitió que la idea original se transformara porque, ciertamente, no venía al caso redactar una biografía convencional sobre un torero tan joven que apenas está en la parte medular de su carrera.

Así que dicha iniciativa encontró una salida distinta, y eso nos permitió fluir de una manera más personal, más libre; vamos, sin llegar a la plaza con la faena hecha desde el hotel, como se dice coloquialmente. Y así se fueron entretejiendo dos textos complementarios, en cuyo interior habita la nostalgia y el reto; el goce y el sufrimiento.

Porque si hay una vida rica de aventura, parafraseando a Federico García Lorca en su genial elegía dedicada a Sánchez Mejías, ésa es la de los toreros, que se ven obligados a enfrentar a la muerte, a lidiar con tantas circunstancias inciertas o complicadas, que sólo se ven recompensadas con el triunfo, ese maravilloso bálsamo que justifica tanto sacrificio.

"El camino a la cima" quedará como el recuerdo de una amistad, la que surgió con el paso de los años entre la voluntad de dos seres sensibles, que en este relato va más allá de la condición o capacidad profesional de cada uno, y cuenta la historia de un niño que soñó con ser figura del toreo y luchó incansablemente hasta alcanzar sus anhelos.

En ese sentido, solamente he sido un privilegiado observador de los hechos que ahora cobran vida a través de la palabra escrita, contenida en un libro.