El toro tuvo nobleza aunque le faltó un punto más de transmisión, demeritando así la labor de Sotelo, que a pesar de ligar y templar bien por los dos pitones, no alcanzó a desbordar el entusiasmo en el graderío. Inclusive, ejecutó molinetes de rodillas y manoletinas postreras, buscando emocionar. A la hora de matar colocó un pinchazo hondo en buen sitio y una estocada caída que fue suficiente para que se le concediera un apéndice.
Ante su primero, un toro fino de estampa, poco se acomodó al lancear de capote. El de La Soledad empujó en el peto y en banderillas apretó siendo cambiado igualmente con dos pares. Jorge se dobló tratando de meterlo en vereda, y poco después expuso y le pisó el terreno para hacerlo embestir. Terminó su labor de un pinchazo hondo, un tanto desprendido, e instantes después acertó al primer descabello. Se retiró entre palmas.
Sin dejar el un buen paso que lleva en estos días, Francisco Martínez sorteó, en segundo término, un toro bien construido al que recibió de capote sin mayor relieve. Pero tras el buen puyazo que ejecutó Pedro López, el torero de San Miguel de Allende ejecutó un vistoso quite por caleserinas. También lució al parear y tuvo el detalle de brindarle a su compañero Angelinio de Arriaga, que acaba de dejarse uno vivo.
Realizó una faena que tuvo momentos destacados, en series por abajo con la mano derecha, y también ejecutó naturales de buena factura. Tras sepultar una estocada que no hizo efecto inmediato, logró acertar con el descabello a la primera ocasión y fue premiado con una oreja.
Recibió a su primer ejemplar en tablas con una larga de rodillas, seguida de verónicas con suavidad ya de pie. Al toro se le picó en demasía y el propio torero cubrió el segundo tercio. Desarmado en el inicio del trasteo, a medida que su labor avanzaba, el toro se escupía de la tela pese a lo cual pudo trazar algunos naturales de valía en terreno de tablas. Señaló un pinchazo arriba y metió estocada honda y delantera, para escuchar palmas.
De Arriaga se fue a los medios para recibir a su primero, que tenía una percha en la sesera, mostrándose el de Apizaco variado con el capote, sobre todo en el quite. Cogió los palos y adornó el morrillo con lucimiento de facultades que le reconoció el público. Luego de brindar a la esposa del Presidente Municipal, aguantó las embestidas de un toro que derrotaba, siendo la suya una labor empeñosa más que de lucimiento. Mató de pinchazo, metisaca y estocada desprendida, para saludar una ovación.
Si ya había malogrado su labor con la espada en ese primer toro de su lote, con el toro tuvo mayores desaciertos. Trató de sujetar al huidizo "Fandanguero" y cuando logró ligarle los pase, toreó sujetándose a los cuartos traseros. Poco más tarde se sucedieron los fallos con los aceros, siendo causa de escuchar los tres avisos y pitos al retirarse a la barrera.
Abrió plaza el rejoneador Luis Pimentel ante un ejemplar de Pozo Hondo que cogió al sobresaliente Roberto Alejandro y arrolló a Juan Ramón Saldaña. La buena monta del caballero superó la manera de clavar los rejones de castigo. Sin embargo, con la banderilla dejó que los pitones acariciaran la grupa de su jaca al torear con temple.
Clavó el rejón de muerte trasero pero hizo efecto y hubo leve petición con silbidos en lugar de hacerlo con pañuelos. Después de eso dio la vuelta al ruedo tras una entonada actuación.