La plaza de "Cinco Villas" volvió a abrir sus puertas con la misma ilusión de siempre, y las ganas de hacer Fiesta. Y aunque el buen ambiente que reinaba era propicio para el triunfo, los novillos de Arroyo Zarco les pusieron las cosas difíciles a los toreros, que estaban un tanto desconcertados con el complicado juego del encierro, sobre todo porque hace apenas unas cuantas semanas, la divisa de Fernando Pérez Salazar lidió una corrida de muy buena nota en la Monumental Monterrey.

Pero así es esto, y por ello es tan complicado el trabajo genético de una ganadería, y estar en candelero no es cosa fácil.

El que sí estuvo fácil y resolvió la papeleta tirando de su bien aprendido oficio, fue Fabián Barba, que cortó la única oreja de la tarde tras hacer una faena de menos a más, en la que comprendió muy bien la altura a la que debía poner la muleta para darle confianza al tercer ejemplar de la tarde.

Y a base de colocación, y torear en línea, inclusive a veces dejando un poco retrasada la muleta, consiguió meter en vereda a un novillo que no terminó de romper. Pero gracias a la claridad de ideas de Barba, pudo expresarse, más todavía en una época en la que, inexplicablemente, los contratos han escaseado. Y así fue como le arrancó una oreja meritoria al de Arroyo Zarco, al que mató de una media en lo alto.

Delante de la barrera del palco especial que ocupaban su esposa Alejandra y el mayor de sus hijos, llamado Joaquín, Fabián arrancó a dar la vuelta al ruedo con una sonrisa de satisfacción en los labios, luego de haber demostrado que "lo que bien se aprende, nunca se olvida".

Del resto de acontecimientos, sería menester apuntar la disposición de los toreros con su respectivo novillo, siendo El Galo el que aportó una cuota mayor de frescura al festival, pues hasta se animó a banderillear y más tarde se afanó en plantarle cara a un ejemplar huidizo al que dio pases sueltos de buena factura en distintos terrenos del ruedo.

Adrián de Torres deletreó algunos muletazos aislados de calidad y no consiguió redondear su trasteo debido al exceso de castigo recibido por uno de los novillos más manejables del encierro, pero nada qué ver con aquel magnífico "Iñaki", de Fernando de la Mora, al que cuajó a placer el pasado 9 de mayo en este mismo escenario.

Otro tanto sucedió con Uceda Leal, y he bosquejó una faena sobria y medida delante de un novillo un tanto flojo, que se metía y miraba mucho por el pitón derecho. Y dejó a la gente con ganas de más, como fueron algunos naturales aislados y un par de sedosos desdenes.

En el mismo tenor estuvo Fermín Rivera, que ejecutó un vistoso quite por chicuelinas a otro novillo complicado, antes de hacerle una faena aseada. Y aunque, ciertamente novenos s caso, se animó a aceptar el regalo de un sobrero del mismo hierro, que era así de alto, cómo un caballo, y que tampoco aportó nada a la refinada tauromaquia del potosino.

El que sí mejor dijo, con su reservada actitud, que ningún toro le iba a levantar los pies del suelo, fue otro de los veteranos del cartel: Curro Díaz, que tiró sabiamente por la calle de en medio desde que en el capote ese berrendo de pelo arromerado iba a por él. Así que mejor dejó tapado el tarro de las esencias para la corrida de mañana.

Ojalá que los toros de Torreón de Cañas de mañana, brinden buen juego, pues la corrida está para triunfar, por lo menos en las imágenes, para eso y más, y ese mal sabor de boca de hoy se revierta con el mismo entusiasmo que mostró el aficionado práctico -y anfitrión- Luis Marco Sievent con un eral se García Méndez al que toreó con idéntica naturalidad y entrega a la de su inmensa afición taurina que hoy nos convocó a todos.