La promoción de novilleros del año 1948 nos da a "Los Tres Mosqueteros" en las figuras de Rafael Rodríguez, Manuel Capetillo y Jesús Córdoba, tres toreros que trascendieron a su tiempo y que aún en este nuevo siglo, continúan siendo el marco de referencia para calibrar la importancia del paso de un torero en ascenso.
La historia nos enseña que estos tres toreros –con el prólogo insuperable de Fernando López y Joselillo– demostraron la viabilidad del proyecto monumental que representaba la Plaza México y también la posibilidad de llevar en sus nombres la responsabilidad de una fiesta que con brillantez construyeron Armillita, Solórzano, Garza, El Soldado, Silverio, y otros grandes constructores de la Fiesta en México posterior a 1936.
Esos "Tres Mosqueteros", antes de finalizar el calendario correspondiente a ese 1948 recibieron la alternativa y para el año de 1951, Rafael Rodríguez era el torero que más rabos había cortado en la Plaza México. Eran ocho, cinco de ellos como novillero, obtenidos entre el 5 de septiembre y el 17 de octubre de 1948 y tres ya como matador de toros. El convencimiento de la afición de la capital mexicana y del resto de las plazas de la República, lo tenían aupado como un auténtico triunfador y en ese momento, una de las principales figuras del toreo mexicano.
Con esas credenciales fue llevado a España por don Domingo González Mateos "Dominguín", quien le arropó allá por recomendación de otro que fuera su poderdante, el maestro Armillita y le preparó una campaña breve, pero de calidad.
El San Isidro de 1951
La hoy llamada "Feria de San Isidro", en aquellas calendas era anunciada como "Corridas extraordinarias de la semana de San Isidro, patrón de Madrid". Seguía vigente la reticencia del Marqués de la Valdavia a llamarle "feria", pues estimaba este señor que eso daría un toque pueblerino a las celebraciones. Se componía ese 1951 de nueve festejos, siete corridas de toros y dos novilladas. En su anuncio original no había toreros mexicanos y el principal atractivo, quizás, eran las confirmaciones de Miguel Báez "Litri" y Julio Aparicio, quienes dominaron la tauromaquia el calendario anterior, siendo novilleros.
Es preciso recordar que para ese año de 1951, se restablecían las relaciones entre las torerías de España y México después de que a principios de 1947, cayeran en un impasse por cosas que nunca fueron debidamente aclaradas. Ante la reapertura, matadores como Carlos Vera "Cañitas", Luis Procuna, Juan Silveti, Antonio Toscano, Manuel Capetillo, Antonio Velázquez o Carlos Arruza, se decidieron a hacer campaña por allá y con la ya nombrada invitación de Dominguín, se integró al grupo Rafael Rodríguez.
Bajo el signo de la sustitución
La cuarta corrida de ese ciclo, fijada para el día 16 de mayo, estaba anunciada con toros de Felipe Bartolomé para Pepe Luis Vázquez, Manolo González y Manolo dos Santos. El llamado "Lobo portugués" fue herido el lunes anterior en Barcelona por el primero de su lote, y se vio imposibilitado para comparecer al compromiso de Madrid. La astucia de Dominguín le consiguió la sustitución a Rafael Rodríguez, quien con ese hecho, se convertía en el primer torero mexicano en actuar en un serial isidril, dado que éste se inició por instancia de don Livinio Stuyck en el año de 1947.
La anécdota del hecho se produce cuando al anuncio de que se presentaría en Madrid, Rafael Rodríguez advierte que no tenía vestido de torear listo para la fecha. Le escuché contar que a su llegada a Madrid había encargado ropa de torear con la maestra Enriqueta Marcén, pero que estando programado el inicio de su campaña para unas semanas después, esa ropa no estaba lista. Esa cuestión dio paso a un gesto de amistad y solidaridad de Antonio Velázquez que, le cedió un vestido nuevo, blanco y oro, que fue con el que confirmó el torero de esta tierra.
Del encierro anunciado originalmente se lidiaron solamente cuatro toros. El tercero fue un sobrero de Francisca Sancho viuda de Arribas y el quinto otro de Castillo de Higares, propiedad de don Pedro Gandarias. Los toros lidiados por su orden fueron: "Guitarrero", número 62; "Campolargo", número 160; "Campero", número 4, cárdeno, de doña Francisca Sancho; "Tinajero", número 60, el quinto, de Castillo de Higares, "Librero", número 86; y el sexto, "Tapito", número 142.
La confirmación de “El Volcán de Aguascalientes”
De lo arriba relacionado podemos deducir que el primer toro que mataría un torero mexicano en las celebraciones de San Isidro sería "Guitarrero", número 62, del hierro de Felipe Bartolomé. La actuación ante él de Rafael Rodríguez es contada de esta manera por quien firmó como "Emecé" en el número de "El Ruedo", salido a los puestos en Madrid el día siguiente del festejo:
"Otra confirmación de alternativa inesperada fue la del mejicano Rafael Rodríguez; pero en este caso sopló viento favorable, y el nuevo matador de toros logró su aspiración de presentarse en la Plaza de las Ventas y obtener la oreja del primer toro que ha matado en España… Comienzo, ciertamente, envidiable. Son pocos los elementos que pueden reunirse para formular, acerca de Rafael Rodríguez, un juicio definitivo; pero, de momento, el mejicano ha dejado en Las Ventas una impresión excelente…
El toro había quedado con la embestida corta; pero noble, y Rafael Rodríguez, después de las ceremonias protocolarias, muy ceremoniosas en él, lo tomó por alto y dio tres ayudados buenos, rematados con un pase de pecho. Intercaló unos adornos con la muleta a la espalda, dio pases con la derecha, con vistosos cambios de muleta; jugó la izquierda, terminando también la tanda con el de pecho, y al dejar un pinchazo y media estocada alta, el público, a quien había agradado la tranquilidad y el buen hacer del mejicano, pidió y obtuvo que le concedieran la oreja… Faena variada y don reposo; si algún pero hay que ponerle es que al torero le faltó un poquitín de alegría. No sabemos sí por la emoción del momento o porque ésa sea la idiosincrasia del lidiador azteca... Rafael Rodríguez salió de la Plaza entre aplausos. Conseguir eso, después de cortar una oreja en el toro de su alternativa en Madrid, es ya una buena marca…".
Por su parte, Manuel Sánchez del Arco "Giraldillo", en su tribuna del ABC madrileño, reflexiona lo siguiente:
"Ha producido en el toro primero una impresión enorme. Muy valiente, muy ajustado, muy tranquilo y con todos los "muy" que se necesitan para impresionar al público. Las ovaciones fueron largas, resonantes. Las gozó tanto con el capote como con la muleta. El toro entraba bien y Rodríguez sacaba el máximo lucimiento a los pases. Fue muy variada la faena de muleta, desde el natural al de pecho y desde esta parte seria a los adornos. Pinchó señalando bien, y, después de otros pases, que volvieron a conseguir ovaciones, mató de una entera. Como el público estaba con él, impresionado por los alardes de valor que prodigaba Rafael, se le concedió una oreja y dio vuelta al ruedo...".
En el número "El Ruedo" del 24 de mayo de ese 1951, aparece sin firma una reflexión sobre esta actuación de Rafael Rodríguez que termina de esta manera:
"Toda la Plaza rompió en clamores, exigiendo en unánime revuelo de pañuelos la oreja del astado para el de Aguascalientes, que en la memorable tarde madrileña del 16 de mayo de 1951 se ha llevado para su historia un pedazo de gloria de España y esta sentencia de un viejo aficionado, que, admirador de «Don Juan» y Márquez, decía al salir de las Ventas: «En este chico he presenciado lo que sólo puede admirarse en los toreros geniales: un valor como el del «Guerra», en un estilo tan personal tan nuevo que da miedo y gloria verle torear.»…"
Así entonces, hace 70 años, Rafael Rodríguez resultó ser el primer torero mexicano en actuar en unas fiestas madrileñas de San Isidro y también el primero en cortar una oreja en ese ciclo. Hoy le recuerdo en esa tarde en la que se manifestó como lo que en toda su vida fue: un auténtico triunfador.