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El Cabezón y San Marcos de 1971 (y II)

Jueves, 29 Abr 2021    AGS., Ags.    Xavier González Fisher | Foto: Archivo   
La despedida de Rafael Rodríguez fue todo un acontecimiento
El triunfador numérico de la feria resultó ser Manolo Martínez, quien se llevó en la espuerta nada menos que siete orejas y un rabo. Cerca de él estuvo Raúl Contreras "Finito" con tres orejas, Joselito Huerta cortó un par de ellas y Alfredo Leal una.

Pero en realidad, el éxito artístico e histórico de este serial descansó en dos festejos, los últimos, celebrados el 25 y 26 de abril. En ellos se registraron las mejores entradas del ciclo y se produjeron hechos que todavía hoy son motivo de remembranza.

La corrida del "Escapulario de San Marcos"

El día del Evangelista, se anunció la actuación de Alfredo Leal, Joselito Huerta, “Finito”, Manolo Martínez, Manolo Espinosa "Armillita" y Jesús Solórzano ante toros de Suárez del Real, en la disputa del "Escapulario de Oro de San Marcos", aportado por una casa vinícola que operaba en ese entonces en Aguascalientes. Finito cortó las orejas al segundo de la tarde y fue quien comenzó a dar valor a la sesión.

Al salir el cuarto "Granuja", Manolo Martínez replicó al chihuahuense y al decir de don Jesús Gómez Medina, en su tribuna de "El Sol del Centro", materialmente lo bordó:

"...un Granuja sin muchos deseos de reñir... Pero fue Manolo, le pisó el terreno, lo obligó, lo aguantó, midió mimosamente el ritmo de su embestida y muy luego se hizo del burel. Y reapareció la muleta implacable y cadenciosa que lleva y trae a los astados en torno al torero a un mismo ritmo, con una cadencia igual. Y resurgieron los muletazos intensos, sentidos, en los que la prolongación del pase parece responder a la necesidad del torero de volcar, a través de ellos, la carga emocional que rebulle en su interior... Y vimos de nuevo, estremecidos de júbilo, los trincherazos a pies juntos, definitivos como un edicto de emperador romano; y nos extasiamos ante la esbelta majestad del molinete escultórico... ¡Oh la muleta imperial de Manolo Martínez! Y entrando con una decisión no común, el estoconazo. Y las orejas y el rabo... ¡La tercera apoteosis, en suma, de este gran torero que vio la primera luz en Monterrey!”

En el quinto sitio, Manolo "Armillita" enfrentó a "Abrileño". Cuando todos los que llenaban la San Marcos, hasta la azotea, daban por hecho que el Escapulario se iba a Monterrey, el hijo del maestro Fermín se plantó ante él y realizó una de las más grandes faenas de su historia en los redondeles. Siguiendo la crónica de don Jesús, extraigo lo que sigue:

"¡Qué bella lección de arte y torerismo de este Manolo! Y, a la vez, ¡cuánta riqueza de matices y qué insospechada cornucopia de remates y adornos, en el curso de una faena en la que el clasicismo más estricto hermanábase con los momentos de la súbita inspiración del orfebre.

Ah, Manolo Espinosa, hijo y nieto de toreros y gran torero también tú. ¿Cómo pudiste privar a la afición, durante tanto tiempo del ingente caudal de arte que llevas contigo? Olvídate en buena hora del restirador y de la regla de cálculo y date a lo que ha sido la vida y honra de los tuyos, porque eres torero y de los buenos, como a voz en cuello lo proclamó la plaza, cuando tras de fulminar a ‘Abrileño’, con las orejas y el rabo de este recorrías una y otra vez el ruedo acompañado en tu apoteosis por tu ilustre padre, por el ganadero y por Guillermo González, afortunado promotor de estos festejos. Y lo proclama también el trofeo que, por aclamación, te fue entregado al final de la corrida…".

En los tendidos flotó el recuerdo de aquella noche del 8 de abril de 1967 en la Plaza México, cuando Finito había triunfado con "Lobito" de Mariano Ramírez y al toro siguiente, "Catrín", Manolo Martínez le realizó una gran faena también, para quedarse con el "Estoque de Oro" en disputa, mismo que ya se daba por hecho que había ganado el torero de Chihuahua. Ese 25 de abril del 71, se tenía en los tendidos una impresión similar y la conclusión resultó ser parecida.

La despedida del "Volcán de Aguascalientes"

Rafael Rodríguez Domínguez salió del anonimato en el ruedo de la plaza San Marcos el 27 de junio de 1948. Y de allí se convirtió primero, en figura de los novilleros de su día y después de la alternativa en figura del toreo. Aquí en Aguascalientes sentó sus reales y formó una familia y aquí fue donde decidió torear su última corrida. En el anuncio previo se dijo que sería el primero de mayo, pero al final, se programó para el lunes 26 de abril de hace 50 años.

El anuncio que sí fue certero, fue el que El Volcán de Aguascalientes se enfrentaría en solitario a seis serios toros de La Punta. Ese solo anuncio levantó comentarios de la afición, pues el torero había ralentizado su actividad en los años anteriores. Everardo Brand Partida, en su "Columna Taurina" de "El Sol del Centro" aparecida el 10 de febrero de ese año, publica una entrevista con el diestro, en la que entre otras cosas dijo:

"Dos toros se matan cada ocho días... posiblemente diario, cuando el torero se encuentra en plenitud de facultades, en la cumbre de su carrera; pero matar seis toros, eso encierra ya una grave responsabilidad, puesto que ese diestro está obligado a salir airoso, con las orejas de sus enemigos, respaldando con ello la confianza del público que fue a verlo, exclusivamente a él, a la plaza”, nos decía con esa sencillez que le caracteriza, El Volcán de Aguascalientes, Rafael Rodríguez….".

El torero estaba mentalizado –como se dice hoy en día– para el compromiso que iba a asumir. "Apenas una despedida", como dijera a Conchita Cintrón en aquella reunión que narra en "Por qué vuelven los toreros", pero suficiente, creo, según su dicho, para paliar su “hambre de miedo y sed de toros negros..."

La corrida del día 26

Rodolfo Gaona, Conchita Cintrón, Juan Silveti, Eduardo Solórzano, Fermín Espinosa "Armillita", Alfonso Ramírez "Calesero", José Alameda y otras muchas celebridades taurinas llenaron con apretura los tendidos de la plaza de toros San Marcos para atestiguar la despedida de El Volcán de Aguascalientes. No obstante la impecable catadura de los seis punteños, les costó mantenerse en pie y contra eso… contra eso… simplemente no se puede. De la relación publicada en "El Sol del Centro", que aparece sin firma, copio lo que sigue:

"Las manecillas del reloj, en su continuo girar, señalaban las 19:12 minutos, cuando todo había concluido. Dos pares de manecitas ávidas de rescatar íntegramente para sí a su padre; unas tijeras que se cierran; una mano que se eleva mostrando un mechón de pelos; quizás un nudo apretando la garganta del que se iba, y todo, repetimos, había concluido… Los subalternos, a su vez, cargaron sobre sus hombros a quien tantas veces fuera su capitán y cuyos triunfos, reveses y angustias habían compartido, en multitud de ocasiones… Y de esta manera, a hombros de sus viejos camaradas y entre el estruendo de un aplauso que opacaba las notas siempre melancólicas, siempre cargadas de emoción de Las Golondrinas y portando en sus manos los apéndices de "Trianero" el último toro que estoqueó en su vida, abandonó Rafael Rodríguez el escenario de tantos de sus mejores éxitos…".

Con la dignidad y la seriedad que siempre fueron su divisa, Rafael Rodríguez despachó a "Trigueño", "Cachipuchi", "Ciervo", "Avileño", "Tango" y "Trianero", el último toro que mató vestido de luces. Así se cerraba una época del toreo en México: La Edad de Plata.

Balance final

Salvo la noche del 22 de abril, las demás entradas fueron llenos y algunos con público hasta en la azotea de sombra. La crítica reiterada de don Jesús Gómez Medina en sus crónicas es sobre la poca presencia de los toros que se lidiaron en ese serial –quizá por ellos se programó la corrida de La Punta para cerrar el serial– pero ese sería un mal endémico de nuestra feria durante al menos la siguiente década y media.

Sin embargo, los días de la plaza de toros "San Marcos" como escenario de los toros en abril estaban ya contados. El modelo que inició hace 50 años Guillermo González Muñoz se quedó y demostró que Aguascalientes requería para ello de una nueva plaza de toros, la que acogería la feria a partir de 1975.

La cuota que se tuvo que pagar es que, al concentrar un gran número de festejos en el serial abrileño, poco a poco se fueron perdiendo festejos sueltos en fechas como el Año Nuevo, el 5 de febrero, el 15 de agosto, el 16 de septiembre, el 20 de noviembre o la Navidad. 

Pero no hay que perder de vista que este modelo fue replicado en otras plazas de la República. Hoy las ferias taurinas con seriales continuados son la norma, pero hace medio siglo el primero que lo intentó, lo hizo en Aguascalientes y se llamó Guillermo González Muñoz. De ahí su importancia como empresario taurino y su trascendencia para la Fiesta.


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