Manuel Celis, mejor conocido como "El Bombero Torero", murió el jueves 25 de marzo a la edad de 87 años, y su partida deja un hueco muy grande en el toreo cómico, pues su espectáculo cubrió toda una época, que se preocupó de alentar a muchos novilleros que actuaban en la llamada "parte seria" del festejo.
La familia de Manuel Celis Díez era originaria de Cantabria, pero se afincó en Valencia, y fue ahí donde se arraigó, aunque él había nacido en Madrid el 21 de julio de 1933. Heredó la vocación histriónica y torera de su padre, Pablo Celis, que fue el fundador del espectáculo que había sido creado en 1928.
Por esos años existía mucha influencia de otros destacados toreros bufos como Carmelo Tusquellas o Rafael Dutrús "Llapisera", además de otros espectáculos de cómicos taurinos como El Empastre, a la vera de los cuales debutaron y se forjaron una gran cantidad de toreros que destacaron con el paso del tiempo.
Manuel tenía una asombrosa condición física y hacía las delicias de los niños con todas sus ocurrencias, como sus pares de banderillas cortas brincando por encima de los becerros, entre muchas otras, con aquel personaje llamado "El Olímpico Manolín".
A mediados de los sesentas comenzó a dirigir el espectáculo por su cuenta, una vez que su hermano Eugenio le había pasado la estafeta, y a lo largo de las siguientes décadas consiguió llevarlo a un magnífico nivel, pues tenía presencia en la inmensa mayoría de las ferias de la geografía española y el extranjero, pues también actuó en plazas de América y hasta en la Plaza México, donde, por cierto, sufrió un grave percance.
Uno de los toreros mexicanos que tuvieron oportunidad de forjarse bajo su férula fue el matador mexicano Pepe Saborit, que toreó más de 40 becerradas en la parte seria del espectáculo, ya que su padre, Paco, era amigo de Manuel, y a mediados de los noventas se fue a España a sumarse a las giras de El Bombero Torero, en le mismo autobús en el que viajaban toda la compañía, compuesta por varios enanitos toreros, y que, por esa época, llegaban a actuar entre 70 y 80 tardes por temporada.
"Era un hombre muy simpático y tenía mucha chispa. La gente del toro lo respetaba ahí por donde íbamos, y cuando andábamos de gira siempre me dio la dieta, como le llamaban al dinero para solventar los gastos del día a día. A mí me ayudó mucho en mis inicios, y fue una gran experiencia cuando estuve a su lado en España. Hasta llegué a torear en la histórica plaza de Ronda, que es uno de mis recuerdos más bonitos de aquella etapa que tanto me sirvió antes de debutar como novillero", comentó Saborit.
Descanse en paz este singular personaje de la fiesta de los toros, con el que se cierra un capítulo muy importante del toreo cómico que cada día se ve más amenazado por los embates de los anti taurinos y animalistas que pretenden evitar el ingreso de los niños a las plazas, con el afán de cortar la afición desde abajo.