La confirmación de
Manuel Benítez "El Cordobés" en la Plaza México tuvo lugar el 7 de febrero de 1965; es decir, hace 56 años. Y como era de esperarse, su presencia en esta corrida provocó una gran expectación por tratarse de una de las figuras del toreo más importantes de su época.
En ese entonces, el torero nacido en Palma del Río gozaba de un gran cartel, y prácticamente desde que se doctoró en la plaza de Córdoba, el 25 de mayo de 1963, su presencia en los ruedos había despertado una enorme polvareda, y mientras los aficionados más conservadores se decantaban por el toreo clásico y artístico del maestro Paco Camino, otros tomaron partido por el famoso "mechudo", un torero de estilo heterodoxo que generó pasión y controversia.
El desparpajo de Benítez era evidente en cada tarde. Hacía lo que sentía, con un toreo de aguante, valor y chispazos de espontaneidad, que lo mismo hacían delirar a sus partidarios que enfurecer a los puristas.
En esa tarde de su confirmación en el coso de Insurgentes no fue la excepción. Alternaba con dos Antonios de muy distinta forma de torear: Velázquez, un titán de los ruedos, y Del Olivar, un artista exquisito, sobre todo con el capote. Se lidiaba una corrida del hierro de Ernesto Cuevas. El toro de la ceremonia se llamó "Azucarero", un ejemplar terciado, de apenas 430 kilos de peso, el mínimo reglamentario en esos años en la capital.
Pero ese día no pasó nada digno de mención, ni tampoco en la segunda corrida que toreó de forma consecutiva en La México (14 de febrero, al lado de Rafael Rodríguez y Mauro Liceaga, con toros de Matancillas). Tuvo que ser la tercera "la vencida", como reza el refrán, cuando El Cordobés formó un alboroto de antología al cuajar al sexto de la tarde, de San Miguel de Mimiahuapam, al que pinchó. Sin embargo, con mucho "colmillo", de inmediato anunció el regalo de un séptimo ejemplar, en este caso de Torrecilla, de nombre "Corsario", al que le tumbó el rabo. Era la tarde del 28 de febrero de aquel año de 1965, en la que actuó al lado de los hidrocálidos Alfonso Ramírez "Calesero" y Rafael Rodríguez.
Estas tres corridas en la capital formaron parte de una campaña sin precedentes para un torero español en México, pues en un lapso de poco más de un mes superó la treintena de corridas, a las que se desplazó de una ciudad a otra a bordo del avión que le facilitó su amigo Mario Moreno "Cantinflas".
El Cordobés ha sido uno de los toreros más taquilleros de la historia de la tauromaquia, dueño de una personalidad arrolladora, y una forma de ser y de estar como muy pocos. Por eso hemos querido recordarlo en esta fecha, un día después de esa tarde de su confirmación en el máximo escenario del país. Genio y figura.