Rafael Gil "Rafaelillo" sigue toreando en el campo con la firme decisión de poder despedirse en la Plaza México, y a comienzos del mes de diciembre acudió a la ganadería de
San Constantino, donde
Juan Pablo Corona le regaló un toro para continuar con su puesta a punto.
Durante esta visita al rancho "El Colomo", donde se asienta la divisa jalisciense, el torero tijuanense dejó en claro que lo suyo va en serio, pues no tuvo empacho en elegir un novillo de unos 440 kilos de peso, colorado de capa, y de armonioso trapío, que le permitió mostrar su asolerada tauromaquia, según se aprecia en la galería de fotos de Óskar Ruizesparza.
A sus 70 años de edad, el torero gitano no pierde la fe de recibir esa última oportunidad para decir adiós en uno de los escenarios más emblemáticos del planeta de los toros, y de esa manera cerrar un círculo que le permita quedar con la conciencia tranquila.
"Es verdad que ya me despedí de los toros, pero fue en Texcoco. Y mi ilusión es torear esa última corrida en la Plaza México. Considero que mi trayectoria en los ruedos de distintos países, y las temporadas que toreé en España, avalan esta solicitud que espero encuentre eco en la empresa cuando volvamos a tener toros en nuestra gran plaza", afirmó Rafaelillo.
A lo largo de la lidia del toro, Rafaelillo se mostró solvente, con sentimiento y destellos de su personalidad, además de ese sólido valor que lo ha caracterizado en sus años como matador de toros, de los que en diciembre de este 2021 cumplirá medio siglo de haber recibido el doctorado, hecho que ocurrió en la plaza "El Paseo-Fermín Rivera" de San Luis Potosí, el 25 de diciembre de 1971 de manos de Manolo Martínez, y ante el testimonio de Curro Rivera, con toros de San Martín.
"Poder torear aquí este toro, en San Constantino, ha sido un privilegio que agradezco mucho al ganadero Juan Pablo Corona, que me ha demostrado su amistad con este gesto, y donde sé que otros muchos toreros han tenido la oportunidad de entrenarse y disfrutar con su generosidad", dijo el torero de Tijuana.
Y mientras la normalidad regresa a las plazas de toros, este soñador de gloria sigue inmerso en sus entrenamientos de toreo de salón y acudiendo a las ganaderías, donde, amablemente, lo han invitado a torear con la finalidad de disfrutar de una tauromaquia recia y clásica, tan propia de un torero de otra época.