Y aunque al controversial torero de Saltillo ya era conocido de la afición capitalina, pues había toreado varias novilladas como novillero, su presentación como matador volvió a despertar una gran expectación y generó una magnífica entrada que rozó el lleno, de tal forma que, en dicho sentido, la corrida fue un magnífico éxito de taquilla.

Jorge había tomado la alternativa apenas cuatro meses antes, lo que ocurrió en la Monumental Monterrey el 2 de septiembre de 1990, cuando Mariano Ramos le cedió la muerte de un toro del hierro de Manuel Macías, en presencia de Alejandro Silveti. Desde entonces a la fecha que nos ocupa, había hecho varios paseíllos en distintas plazas de la república, y en la mayoría había provocado magníficas entradas.

En la tarde de su confirmación en el coso capitalino, El Glison volvió a generar una gran polémica entre sus partidarios y sus detractores, pues se dejó vivo al toro de la ceremonia. Al sexto, llamado "Bamboleo", le cortó una oreja, idéntico premio obtenido por sus alternantes en los toros corridos en cuarto y quinto lugares, respectivamente.

Jorge salió a torear con su habitual valor, carisma y desparpajo, ese que no agradaba a los más puristas que despreciaban aquel vendaval de entrega que marcó una época. Alrededor de su atractiva convocatoria, en México se organizaron muchos festejos en esos primeros años de la década de los noventa, un hecho que sin duda fue muy provechoso para la Fiesta.