Epifanía es la traducción de la palabra griega ἐπιφάνεια, un vocablo compuesto por ἐπί- (por encima) y por el verbo φαινεῖν (aparecer, verse o mostrarse). Significa manifestación o revelación. En la tradición cristiana, la solemnidad de la Epifanía se celebra el 6 de enero en recuerdo de los magos que aparecieron de oriente para adorar la primera manifestación de Jesucristo. Otras palabras que vienen del mismo verbo griego son fenómeno, fantasía e hierofante.
En la fiesta brava mexicana tuvimos nuestra epifanía en enero del 2007 cuando se anunció la despedida de Rodolfo Rodríguez "El Pana" en la Plaza México. Desde entonces, cada año los taurinos mexicanos inundan las redes sociales con fotos y videos de las faenas a "Rey Mago" y a "Conquistador" de Javier Garfias.
El Brujo de Apizaco, como Rodolfo se autonombró después de aquella manifestación, era un iconoclasta, es decir, negaba los normas, los modelos establecidos y la autoridad de maestros o de cualquiera que la ejerciera en su momento. Como lo explica Pepe Alameda en su libro Los heterodoxos del toreo: "heterodoxia es romper con la doctrina y la tradición, pero conservando un cierto cordón umbilical, pues en todo heterodoxo hay, a la postre, algo de hijo pródigo". El cordón que unía a el Pana con la tauromaquia mexicana venía de Garza, Silverio y El Callao.
La de enero 2007 no fue su única "revelación". Hace unos días, por la magia de las redes sociales, me encontré con la faena al toro "Chocolatero" de El Sauz que El Pana realizó, también en la Plaza México, en octubre de 1995. Una lidia que fue un compendio de fantasía y originalidad. Pero en aquella ocasión no hubo trascendencia. Como me lo explicaba Miguel Casanueva "El Tehuacano", El Pana estaba destinado a impactar sólo en sus inicios y en sus finales.
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