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Libros: "El embrujo de Sevilla"

Viernes, 11 Dic 2020    Morelia, Mich.    Quetzal Rodríguez | Infografía: LM   
El arte del toreo aparece como un culto que se ejerce con religiosidad
El escritor uruguayo Carlos Reyles (1868-1938) escribió la novela "El embrujo de Sevilla" en el año 1921, que constituye como en la mayoría de obras de este autor, una recreación estética de los ambientes, escenarios y modos de vida sevillanos tal como existían a finales del siglo XIX.

Aparecen entonces una amplia galería de personajes dentro de la trama argumental, mas serán tres los que asumen el rol protagónico: Paco Quiñones, un aristócrata arruinado, convencido de que "los toros tienen un criadero de duros en los morrillos", que se hace torero para recomponer su fortuna y se hace figura en todas las plazas de España.

El Pitoche, cantaor de cante jondo cuyas quejumbrosas coplas cantadas entre ayes, gemidos y garganteos, no podían ser escuchadas sin un desgarramiento interior que removía en lo hondo del alma y La Pura, bailaora gitana que revoluciona su arte hasta los puntos de verdadera locura.

Tres personajes, torero, cantaor y bailaora, son para el autor los tres tipos representativos, de lo más hondo, intenso e intransferible del alma andaluza, donde se dibuja un conflicto erótico pasional, El Pitoche ha seducido y luego abandonado a La Pura, a la que reencuentra triunfante en el tablao, ella ahora enamorada del torero.

El arte del toreo aparece como un culto que se ejerce con religiosidad, misma que se observa en la primera escena de la corrida cuando Paco sale al redondel; un espectador hace el siguiente comentario: "–No cabe más frescura, exclamó don Gaspar–. Este chico se me antoja el valor de la mismísima España de Carlos V y de los Conquistadores ante el peligro y la muerte." 

En este sentido, el personaje don Gaspar del Busto, abogado de la empresa taurina de Madrid, que habla aquí, sirve en algunas ocasiones de portavoz del autor, y aquí da expresión a la idea de que el torero y otras figuras típicas de Sevilla reencarnan los valores antiguos de España.

A decir del crítico Luis G Borgeois, el clímax surge en el momento en que Pura le da una estocada a Paco, cuando éste está estrangulando a Pitoche, y se ve el sentir de Reyles de que este medio ambiente influye de modo hondo y entrañable en sus habitantes. De ahí que las descripciones ambientales de Reyles son el fondo vital para el drama de la población de Sevilla, misma en lo que tiene de típico, no de modo costumbrista sino en su vida profunda.


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