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El comentario de Juan Antonio de Labra

Jueves, 26 Nov 2020    CDMX    Juan Antonio de Labra | Opinión     
"...Ayudar por ayudar carecería de sentido si toda esta movida..."
El Segundo Torotón organizado recientemente en la plaza de Texcoco representó una inesperada oportunidad para los toreros participantes, y en un lapso de cuatro días se lidiaron un total de 56 toros en largas jornadas a puerta cerrada. Y aunque no se haya tratado de corridas formales, este hecho supera cualquier estadística histórica que arrojó distintos resultados y también diversas lecturas.

La más relevante es la que señalaba Manolo Mejía en la entrevista publicada ayer: Se envió un mensaje de unidad. Sin embargo, esto no implica precisamente un acuerdo de mutua colaboración con el proyecto "México busca un torero", organizado por la AMTAC, que hizo su presentación oficial el domingo a través de la página de Facebook de la Plaza México.

Sin embargo, esta "oportunidad", la de lidiar un toro para ver donde "salta la liebre", no debería solamente ser una especie de paternalismo políticamente correcto; es decir, tratar de resarcir las pocas oportunidades ofrecidas por algunos empresarios a determinados toreros durante sus respectivas carreras taurinas.

A lo largo de la historia, contados han sido los que han resurgido de sus cenizas para volver a interesar al público. O aquellos que triunfaron, pero que no tuvieron la capacidad de llamar la atención de la gente, lo que tiene que ser frustrante, desde luego. Y ejemplos de ambos casos hay varios.

Si es verdad que algunas figuras cuajaron cuando ya habían pasado varios años de haber recibido la alternativa, las más sobresalientes aprovecharon cualquier tarde desde su etapa novilleril para llegar con fuerza al escalafón de matadores y, la mayoría, se subieron al carro de los triunfadores de inmediato o, por lo menos, pasado apenas un corto tiempo, ese que resulta fundamental para enseñar los espolones de gallo y abrirse camino.

Si el devenir de la carrera de un torero está tocado de tanas circunstancialidades, como puede ser un sonoro fracaso en una plaza de primera categoría, o una cornada que le reste empuje, eso es otra cosa. Pero ahí está siempre ese instante, muchas veces fugaz en que se aprovecha el momento o se deja escapar para siempre.

Ayudar "por ayudar" carecería de sentido si toda esta movida no sirviera para hacer un análisis sincero de quiénes necesitan más oportunidades o quienes podrían volver a interesar, entonces vale la pena. Así tendría más sentido la encomiable búsqueda de nuevos valores y evitar que la Fiesta se detenga.

De cualquier manera, en esta época de tanta incertidumbre, se agradece que varios empresarios busquen reactivar el sector taurino y, a la misma vez, procuren zanjar sus desavenencias en aras de un futuro que favorezca a la fiesta de los toros en cuanto se puedan celebrar festejos con un aforo mayor al que está permitido actualmente en determinadas plazas.


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